Proponen juicio abreviado para la causa por abuso sexual que enfrenta el femicida Roberto Romero
Defensoría elevó la solicitud para que Fiscalía analice y evitar así un juicio oral y público. Roberto Romero, condenado a prisión perpetua por el femcidio de María Esperanza Fernández, fue denunciado por la hija mayor de ella por haberla sometido a prácticas sexuales desde que era menor de edad. El abreviado sería por una pena de 10 años, que quedaría subsumida en la condena inicial, que quedó firme.
Tras quedar firme la condena a prisión perpetua para el femicida Roberto Romero, el asesino de María Esperanza Fernández deberá someterse ahora al juicio por la causa por abuso sexual que comenzó a pocos días del crimen, cuando la hija mayor de la víctima lo denunció por haberla sometido sexualmente desde que era menor de edad.
Romero fue condenado a prisión perpetua por el delito de femicidio y la condena quedó firme luego de que Casación rechazara el recurso mediante el que intentó la apelación. Ahora, la Defensoría interviniente en el caso, a cargo de Joaquín Castro, elevó una propuesta de juicio abreviado para evitar el debate oral y público.
Si Fiscalía acepta, el juzgado analizará los elementos probatorios obrantes en el expediente y decidirá si Romero es culpable o no del delito de abuso sexual con acceso carnal triplemente agravado: por ser contra una una menor de edad conviviente, estar encargado de la guarda y por las consecuencias en la salud mental de la víctima.
El abreviado que se propuso es por una pena de 10 años y en caso de condenarlo por el abuso, se le impondrá, de manera comprensiva de las dos causas, la prisión perpeuta que ya cumple en una unidad penal del Servicio Penitenciario Bonaerense.
Roberto Ramón Romero tiene 49 años de edad y hace tres que está preso, desde que se entregó tras permanecer seis días prófugo luego de asesinar a su esposa, María Esperanza Fernández, en la casa que la familia compartía en Juan Ismael Giménez al 3000, en el barrio El Amanecer.
En la causa a la que ahora llega a juicio se lo acusa de haber abusado sexualmente de la víctima desde los 10 años de manera reiterada y cada vez que la madre se iba de la casa en la que todos convivían. Los abusos ocurrían tanto en la vivienda como en un cañaveral.
Fueron 13 años de sometimiento bajo amenazas de que si hablaba mataría a su madre y a sus hermanos. También la sometía a violencia física y la amenazaba con que si mantenía relaciones sexuales con otras personas tomaría represalias. De hecho, lo hizo: había amenazado a la pareja de la joven.
Ella vivía con la sensación de estar en peligro todo el tiempo y hasta atentó contra su vida en varias oportunidades. Cuando se revelaron, al fin, los aberrantes hechos a los que era sometida, Romero cumplió su amenaza: asesinó a María Esperanza.
Tras el crimen, el femicida se ocupó mientras estaba prófugo de alimentar una versión que intentaba involucrar a la hija mayor de María Esperanza —que lleva el apellido de Romero pero no es su hija biológica— en el asesinato: había dejado cartas y audios de WhatsApp en la que se refería a una presunta relación amorosa entre ambos.
Para la fiscala Ramos siempre estuvo claro que no podía haber tal “relación amorosa”. Primero, porque las prácticas sexuales comenzaron cuando ella tenía 13 años, es decir por fuera de cualquier tipo de “consentimiento”. Pero además, porque desde el comienzo quedó establecido que había una manipulación psicológica que durante todo ese tiempo imposibilitó a la víctima comprender que estaba envuelta en una espiral de violencia sexual aberrante contra su voluntad.
Antes del domingo del asesinato, Romero había iniciado una especie de convocatoria familiar para “revelar” su “relación” con la joven. Sabía que la denuncia por abuso sexual podía hacerse realidad porque ella había decidido no acceder más a las perversiones de él.
“Hay una lectura de la realidad que estaba en la cabeza de Romero, creía que esa chica era su posesión”, había dicho la fiscala Ramos cuando, en una entrevista exclusiva en Sin Galera, analizó en profundidad la causa por abuso sexual que ahora llega a su fin con el jucio, sea bajo el trámite abreviado o no.
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