Femicidio de María Esperanza: por qué Fiscalía sostiene la acusación de abuso sexual contra Romero y la vinculación directa con el crimen
Roberto Romero está detenido, acusado de asesinar a su pareja y de abusar sexualmente de manera reiterada de su hijastra. La fiscala Viviana Ramos reveló detalles de la investigación y de la hipótesis que, como acusadora, sostiene contra el femicida que estuvo seis días prófugo. Con los audios de WhatsApp, las cartas que dejó el imputado antes de escapar y las declaraciones testimoniales que recogió, la titular de la UFI 11 sostiene que la presunta relación amorosa es en realidad parte de la manipulación de él hacia la joven, que denunció sometimientos sexuales desde los 10 años. En la familia de él, muchos piden "que se llegue a la verdad" porque la situación no les parece delictiva.
Roberto Ramón Romero, de 46 años, está detenido en San Nicolás. Desde que el sábado, pasadas las 19.00, apareció en la casa de su tío Ernesto "Teco" Duarte para entregarse, el femicida que estuvo durante seis días prófugo está a disposición de la Justicia.
Este lunes, Romero asistió junto al defensor oficial asignado por el Estado a la audiencia de declaración indagatoria, primera instancia de defensa de un imputado. Sin embargo, tras conocer los alcances de los delitos por los que está acusado, permaneció en silencio.
El femicida prefirió no declarar. Hizo uso de ese derecho y no ofreció versión alguna respecto de los hechos por los que enfrenta dos causas penales que tramitan en paralelo pero con conexión directa: el asesinato de su pareja, María Esperanza Fernández, y la denuncia por abuso sexual que interpuso en su contra su hijastra, de 23 años.
Lo llamativo del silencio de Romero en la indagatoria es que mientras estuvo prófugo alimentó una versión sobre lo sucedido que buscaba involucrar a esa joven como cómplice del asesinato. Una carta dirigida a ella y otra a su propia madre que dejó en la escena del crimen, unos audios de WhatsApp que envió al otro día, y hasta el testimonio de vecinos y familiares daban cuenta de una presunta relación amorosa entre ambos. Sin embargo, nada de ello dijo en el expediente cuando tuvo la oportunidad este lunes, ante la fiscala Viviana Ramos.
Para la titular de la UFI 11, la versión más verosímil es la que denunció la hija mayor de María Esperanza e hijastra de Roberto Romero, quien aunque no era su hija biológica lleva su apellido: los abusos sexuales reiterados y la manipulación psicológica que derivó en una especie de dificultad de la joven para comprender que estaba envuelta en una espiral de violencia sexual de la que no era del todo consciente y a la que no accedía, realmente, por propia voluntad.
Esta hipótesis, sobre la que la fiscala Ramos mantiene la acusación de abuso sexual contra Romero, fue expuesta el sábado por la coordinadora de la UFI 11 en una enrevista a la que accedió en Sin Galera. Su relato fue contundente respecto de su posición como acusadora.
"En este punto, cuando hablamos de hipótesis tengo que ser muy seria", advirtió Ramos antes de señalar que el caso no se enmarcaba en un femicidio como los que lamentablemente suelen aparecer en los expedientes judiciales prácticamente a diario.
No había denuncias previas ni un historial de maltrato físico. Pero sí había antecedentes intrafamiliares que desde el mismo domingo del femicidio comenzaron a circular en el barrio y que llamaron la atención de todos los que escucharon esas versiones.
Viviana Ramos habló de "una especie de venganza" por parte del femicida: "Dar muerte a la madre de quien resulta ser la víctima de los hechos, la hija de Esperanza, quien admitió los abusos a la que era sometida por parte de Romero".
La fiscala reconstruyó y sumó al expediente algo que se repetía en el barrio, en ambas familias: que antes del asesinato "se había dado una especie de convocatoria familiar", impulsada por el propio Romero, en la que él iba a revelar su "relación amorosa" con la hija de su pareja.
"En el último tiempo (la hija) había querido dar fin a esta relación. Entendemos que Romero no comprendía esa situación", señaló Ramos, que recordó que la joven que denunció abusos refirió que era sometida desde los 10 años.
Entre los diversos testimonios que recogió La Opinión, hubo quienes aseguraron saber que había una "relación" desde cuando ella tenía entre 13 y 14 años, a todas luces un caso de abuso, puesto que la ley no contempla "consentimiento" alguno a esa edad.
"Hay que tratar de analizar la lógica de un asesino. No tiene ribetes normales desde ningún aspecto. Incluso, de alguna manera, imponía que su pareja actual, madre de la chica abusada, consintiera esa situación. Romero, por venganza, dio muerte a la madre de la chica. La víctima es Esperanza, es un objeto de venganza para causar mayor dolor a la hija de Esperanza, que ahora tiene que soportar también que (para la lógica del femicida) fue la causante de la muerte de su madre", analizó Ramos.
La fiscala consideró que con los audios y cartas, Roberto Romero "trató (a su hijastra) de ponerla en la escena, como una posible coautora" y por eso la "referencia a una situación de amor aparente, autoría del asesino obviamente". Para Ramos, el femicida quiso decir "esto no es culpa mía, sino que es culpa de ella".
La joven parecía no reconocerse en una situación de víctima. De las entrevistas iniciales hasta "da cuenta de cierto cariño hacia su abusador" y, según Ramos, es una característica muy habitual en quienes fueron sometidas sexualmente por el padre o un familiar a cargo, como si el abuso fuera "una manera de demostrar amor" y ello quedara de alguna forma "naturalizado" por las víctimas hasta que pueden tomar conciencia del sometimiento.
"La víctima no toma noción de la situación. Como Estado no podemos interrogarla sobre los abusos porque ella tenía la opción o no de instar la acción penal", advirtió Ramos. El martes, finalmente, después del sepelio de su madre, la joven tomó la decisión de denunciar.
"Formalmente se realiza la denuncia de abuso y ahí comenzamos a comprender, y la propia víctima empezó a comprender. Hacía poco tiempo había comenzado un noviazgo más estable, tomamos declaración a su actual novio, que había sido amenazado por Romero", detalló Ramos.
El femicida, antes de cometer su crimen, tenía intenciones de "hacer una reunión familiar para presentar a su nueva pareja oficial", nada menos que su hijastra. La fiscala considera que su desesperación por "blanquear" intrafamiliarmente esa situación obedece a la inminencia de la denuncia en su contra.
"Hay una lectura de la realidad que estaba en la cabeza de Romero, creía que esa chica era su posesión", analizó la titular de la UFI 11, cuya investigación está orientada a sostener esta hipótesis: Roberto Romero mató a su pareja, María Esperanza Fernández, como una especie de venganza a la decisión de su hijastra de denunciarlo por abuso tras comprender que el vínculo que sostenían estaba anclado en un proceso de manipulación psicológica que había empezado cuando ella era menos que una adolescente.
A pesar de la hipótesis de Ramos, hay que decir que al menos parte de estas dos familias protagonistas de esta historia terribe parecen haber "naturalizado" la idea de una "relación amorosa", que pudo haber llevado al criminal a pensar que podía contar con la anuencia para convocar a esa famosa reunión que no se dio.
De lado de la familia Romero, muchos insisten en que es necesario que se "llegue a la verdad" y no falta quien piense que la hijastra que denunció abusos sexuales podría ser "corresponsable" o instigadora en lugar de lo que la fiscala Ramos considera que es, un víctima del más cruel de los delitos: el abuso infantil y la manipulación.