A dos meses del trágico incendio en la panadería, el relato del dolor y el día a día de Diego Iglesias
El lunes 25 de noviembre será recordado como el día en que dos jóvenes arriesgaron su vida para salvar un negocio familiar del que formaban parte como empleados. Como consecuencia, Agustin Iglesias perdió la vida y su hermano Diego se recupera tras haber recibido el alta. La Opinión dialogó en excluiva con el joven sobreviviente, quien se mantiene en pie gracias al amor de su mujer, su familia y sus hijas. Dos hermanos separados por la tragedia, dos hijos recién nacidos y una familia dividida en medio del dolor.
Pasaron dos meses de aquel lunes 25 de noviembre en en el que en horas de la mañana, el incendio de una panadería ubicada en calle Manuel Iglesias al 2100 se convirtió en una tragedia envolvió a la familia Braendt, dueña del negocio, y a la de Diego y Agustín Iglesias, los hermanos empleados del local que sufrieron severas lesiones que obligaron a internarnos en el Instituto del Quemado, donde el mayor de ellos perdió la vida.
La Opinión tomó contacto con los damnificados y esta vez logró obtener el testimonio exclusivo de Diego, el joven de 20 años que desde el 20 de diciembre volvió a San Pedro con el peso de ser un sobreviviente de aquella trágica mañana.
Junto a su pareja Sigrid, Diego Iglesias es padre de dos niñas, una de ellas recién nacida y que atravesó las últimas semanas en el vientre de su madre en medio de la convalecencia de su padre y el temor de la familia, que ya lloraba la pérdida irreparable de Agustín, cuya novia también dio a luz a un bebé a mediados de diciembre.
A dos meses del incendio y a 50 días de la muerte de Agustín, Diego accedió a dialogar con La Opinión. "Estoy bien, voy a control todos los viernes al Instituto del Quemado y después, cuando salgo de ahí, voy al Hospital Muñiz por la voz, porque me quedo sin aire y me cuesta respirar, ese problema tengo", señaló.
Diego espera la fecha para una nueva intervención quirúrgica. Mientras tanto, su familia es el apoyo fundamental para el proceso de recuperación que afronta que, aseguró, llevará un buen tiempo. Sin embargo se mostró fuerte y agradecido con su familia y con los sampedrinos que lo apoyaron durante todo este tiempo, que fueron muchos.
"Gracias a esta familia, los Almada, ayudaron a Candela —madre del hijo de Agustín— y a mi mujer, por eso estoy feliz y fue lo que le pedí a la mujer de mi papá Abel, le pedí cuando me fue a ver al Hospital que no las deje sola ni a mi mujer ni a la mujer de mi hermano, porque necesitan ayuda, y Gisela me cumplió eso y siempre se lo voy agradecer", señaló.
"Muchas gracias a la gente que me ayudó, le agradezco de corazón, de parte mía y de mi hermano", dijo. A Agustín lo recordó en sus redes sociales con una foto juntos y un mensaje: "Si tuviera poderes sobrenaturales daría lo que sea con tal de poder regresar el tiempo atrás y volver a experimentar los bellos momentos que hemos pasado juntos, puesto que tú has sido parte de lo mejor que me ha ocurrido en la vida. Te extraño infinitamente. Te amo para siempre".
A la panadería habían llegado de la mano de Javier Iglesias, el padre panadero que les enseñó el oficio y los llevó a trabajar con él en el negocio de Federico Braendt. El día del accidente, Javier estaba de franco. Habían cambiado un tubo de gas y algo falló.
Los hermanos Iglesias y Braendt sufrieron lesiones que obligaron a hospitalizarlos. Los jóvenes empleados sufrieron la peor parte. Agustín era el más grave y fue trasladado en helicóptero sanitario al Instituto del Quemado, adonde luego derivaron a Diego.
La salud de los jóvenes mantuvo a toda la ciudad movilizada, en principio mediante cadenas de oración que con fe intentaban fortalecer a toda una familia, y por otro lado, con distintos eventos solidarios organizadas por parte de ambas familias —aunque lleva el apellido Iglesias, Diego es hijo de Abel Almada— para recaudar fondos que "serían envíados para ayuda de las mujeres, ambas embarazadas, y de los chicos y sus padres".
La ayuda económica generó desencuentros entre las familias de los jóvenes, a pesar del mensaje que en una canción que compuso en ritmo de rap cantaba: "Ponete a pensar que a tu familia todos los días tenés que disfrutar".
En medio de la polémica desatada en las redes sociales respecto del dinero recaudado durante las campañas solidarias y de los fondos municipales aportados a la familia para contribuir con el tiempo en el que él y su hermano estuvieron internados en Buenos Aires, Diego prefirió no opinar al respecto y aseguró que no quisiera seguir propagando un escándalo que se generó en Facebook.
Explicó que su único interes siempre estuvo relacionado a la salud de su hermano, cuya pérdida dejó un dolor insuperable en él, en sus familiares y amigos.
Mientras comparte el día a día con su familia y ve crecer a sus hijas, sonríe entre mates junto a sus amigos, Diego no deja de agradecer constantemente al pueblo por la colaboración y se esfuerza por seguir adelante y mantener viva la memoria de su ángel guardián, Agustín.