La historia de Miguel Correa, el crédito de La Tosquera que le dio su piña más importante a un campeón sudamericano
El récord de Miguel Ángel Correa como boxeador profesional es de 10 triunfos, 18 derrotas y 4 empates. Para el afuera, asombra el número de caídas que al joven sampedrino de 33 años no lo preocupa ni, mucho menos, lo hace dudar para subirse al ring cada vez que le surge una posibilidad. La última vez que lo hizo, el sábado pasado, le dio la piña más importante de su carrera al campeón sudamericano ligero, José Hugo Acevedo, y festejó con algarabía el triunfo más resonante que nunca antes logró.
El terrible KO del sampedrino recorrió pantallas de televisión y portales. También su alegría en el cuadrilátero y abrazo con su entrenador, Gonzalo Gómez. Casi todas fueron por TyC Sports porque “Chuki”, como lo apodan, garantiza espectáculo aun cuando hay promotores que lo convocan para que se presente “a perder”, como el fin de semana pasado, y él aguó la fiesta tal ocurrió tal a mediados de julio en el gimnasio Eduardo Romairone de Paraná cuando superó en fallo dividido al rosarino Blas Caro.
Correa se crio en la zona de islas del río Paraná hasta que su familia se radicó en La Tosquera. En el barrio que celebró eufórico su triunfo ante Acevedo vive su madre porque él y su familia conformada por cuatro hijos están afincados en San Pedro donde desde hace menos de un mes se desempeña como seguridad del hotel Howard Johnson, trabajo que quiso dejar el primer día porque no “hacía fuerza” como sí cuando se dedicaba a cavar pozos ciegos.
Sus inicios en el pugilismo fueron de la mano de Lorenzo García, para muchos el mejor boxeador y deportista de la historia quien lo preparó y entrenó en su carrera como aficionado donde completó más de 70 peleas. Cuando saltó al profesionalismo lo acobijaron los hermanos Oscar e Ismael Ibarrola en Banfield quienes lo hicieron debutar el 7 de octubre de 2011 en Merlo frente a David Mendoza a quien derrotó por puntos en supergallo.
El inicio de “Chuki” en el campo rentado, en gallo y supergallo, fue con varios triunfos en General Villegas, Baradero, Río Grande en Tierra del Fuego y la provincia de Río Negro. Las derrotas llegaron cuando subió de peso y rivales de mayor envergadura se lo hicieron pagar a golpes. Aun así, sin miedo, continuó peleando frente a rivales de renombre a los que le hizo frente sin importar pagar el precio de una posible dura derrota en un deporte donde es más importante no dejarse pegar que hacerlo.
“Él hace tiempo que andaba buscando un entrenador. Es un chico muy humilde, de bajos recursos y le damos una mano. Logramos meter seis peleas en cinco meses”, dijo a La Opinión Gonzalo Gómez quien lo prepara junto a Gonzalo Pol desde marzo y, con ellos, acumula tres victorias, dos derrotas y un empate.
Quienes lo conocen coinciden en que su récord es “mentiroso” y que en gallo y supergallo tenía un gran futuro con muchas posibilidades de ser campeón. Las caídas le relegaron ese sueño que reavivó este año con su nuevo equipo. El próximo paso en su carrera será una contienda en octubre en Paraná en pos del objetivo que “es llegar a pluma”, precisó Gómez. Aunque reconoció: “Si sale un cinturón un argentino en superligero la idea es pelear también. Esta cada vez más abajo, mas ligero y más fuerte”.
Correa es un boxeador particular que garantiza peleas atractivas. No le gusta estudiar a sus rivales en la previa y obedece las indicaciones de su entrenador que contó que la “piña” que acertó al mentón de Acevedo la visualizaron: “No fue al azar, esa piña la buscamos, cuando tira la derecha a fondo deja la guardia baja. Le salió el gancho y se la dio en el medio de la pera”.
Ese gancho, prometió Sergio Chiarito en la transmisión en vivo de Boxeo de Primera, estará entre los mejores golpes del año arriba de un ring. Ese gancho es el que le dio a Miguel Ángel Correa, el crédito del barrio Los Cazadores, su victoria más importante y festejo más alocado.
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