Así son los hechos que condenan a los vecinos a vivir entre el infierno de la violencia y la falta de justicia
Los lugares son los mismos, los detenidos van y vienen en expedientes que habilitan libertades y recortan los derechos de los habitantes de barrios que se ven obligados a abandonar sus viviendas para que una banda liderada por un delincuente las usurpe mientras otra pelea puerta a puera la distribución de drogas. Desde que comenzó la cuarentena el mapa del delito que agota todos los recursos disponibles para seguridad desnuda la indiferencia que la falta de decisiones judiciales empuja tragedias que son previsibles y evitables. El menor de 16 años que apuñaló a su padre una semana y a un vecino a los pocos días. El famoso delincuente y usurpador serial que tiene a maltraer a varias familias. La venta y consumo de drogas que disputan varios transas del Barrio Hermano Indio, son la antesala de tragedias previsibles y evitables.
Las crónicas de las tragedias evitables tienen lugar de privilegio en las guardias periodísticas. Anoche un menor de 16 años, cuyos padres intentaron intervenciones y tratamientos desde que cursaba la escuela primaria escribió un nuevo capítulo. Con la familia destruida por su comportamiento violento y el consumo de drogas, en la tarde del sábado casi fue linchado por los vecinos que sabían que pocos días antes había apuñalado a su propio padre y ahora valiéndose de un destornillador la había emprendido contra un hombre del barrio que salió a hacer las compras.
Casi todos tienen miedo y la mayoría está resignada a saber que en algún momento habrá una tragedia grave como la que se vivió en octubre de 2019 cuando otro chico de 17 años fue ejecutado con un disparo en la cabeza por otro que escopeta en mano alegó legítima defensa, harto de las situaciones que se desataban a diario pero ya gozando del privilegio del arresto domiciliario y violando sus restricciones pavonéandose frente a la casa de familiares y allegados del chico al que asesinó. Qué es eso sino una provocación que desata la ira de las víctimas que pierden a sus seres queridos?
En todos los casos, por más que se ofendan los agentes de la justicia, los juzgados de garantías y los organismos dedicados exclusivamente a la minoridad, el único momento en los que descansan tranquilos es cuando alguien muere pudiendo haberlo evitado. Con cada asesinato los miles de expedientes y antecedentes quedan sepultados hasta que el mecanismo se pone en marcha nuevamente. Qué otra cosa es entonces la demora en la toma de decisiones que una "postergación" de un drama con consecuencias irreversibles la que hace aumentar la indignación?
Si algo sale mal, la culpa la tendrá la policía porque se equivocó de calibre de bala, disparó antes de dar la voz de alto, violó el reglamento de no taparle el rostro a un detenido o confundió un celular en un allanamiento. Aunque siempre hay un policía delincuente aliado o cómplice de delitos, aquí, en esta nota se trata de visualizar como se derrumba todo para que la mitad de la población clame por la mano dura y la otra mitad se acostumbre a las absurdas explicaciones de un comportamiento en la interpretación de la ley que acompaña los sueños de un sistema de contención y atención como el de los países nórdicos. Tenemos delitos de Zambia con aplicación de normas de Suecia.
Durante la semana pasada el Barrio Hermano Indio fue escenario de todo tipo de batallas. Allí arruinar patrulleros y apedrear policías es casi un deporte. Llamarlos para que frenen una situación y luego enfrentarlos para recurrir a los medios es el otro camino usual y habitual que nos demanda horas de exposición de casos, fotos, denuncias, demandas, expedientes interminables para que al cabo de unas horas en cuatro renglones alguien disponga la liberación y regreso a domicilio de quien horas antes ya sabe qué fiscalía está de turno y qué consecuencias tendrá según día, horario y gravedad del episodio.
El sábado por la tarde hubo nuevos allanamientos en la zona, secuestro de armas y traslados. A ellos se sumó el robo de una moto protagonizado por un conocido joven, que recuperó la libertad hace poco más de un mes. También otro, hijo de una ex concejal que fue atrapado nuevamente por los efectivos cuando intentaba sustraer un vehículo. Durante la misma jornada el chico de 16 años que apuñaló a un vecino en el Barrio San Miguel puse en alerta a todo el sistema porque días antes había herido a su padre y el miércoles de la semana pasada su familia pidió ayuda desesperada porque no puedo contenerlo ni controlarlo cuando consume drogas. Nadie fue siquiera a verlos y su única ayuda fueron los periodistas que dieron a conocer el caso. El domingo a la mañana ya había vuelvo a las andadas y a atormentar a quienes en algún momento también víctimas del hartazgo querrán hacer "justicia por mano propia".
El documento que acredita que en febrero el Juzgado de Familia ordenó a la Dirección del Hospital la evaluación del chico de 16 años cuyos padres claman por una internación para sacarlo de las adicciones. No funcionó.