Atropello al arbolado público: San Pedro sigue mutilando ejemplares centenarios de manera salvaje
Una serie de eucaliptos añosos que custodian el ingreso al club Náutico fueron mutilados por personal municipal. La excusa, en todos los casos denunciados por los vecinos, es que “representan un peligro para la gente”. El secretario de Obras Públicas confirmó que él mismo autorizó la tarea.
Parece que nunca es suficiente para los “muchachos de la motosierra” que están a cargo de las tareas de poda y cuidado del arbolado público. Poda mutilante hay, lo que sigue sin aparecer, al menos durante los últimos años, es el respeto por los árboles y la naturaleza.
No una sino varias veces fueron denunciados los casos donde a los ejemplares sólo les queda el tronco, como en una sola mano de la ruta 191, precisamente donde pasa el cableado de energía eléctrica.
O en el Paseo Público municipal, predio de todos los vecinos, donde manos verdes fueron plantando árbol por árbol, cuidando planta por planta y como si fuera poco eligiendo qué variedad “combinaba” con otra con la que se llevara bien para crecer sano y dar sombra prontamente.
Un trabajo de años que fue violentado irrespetuosamente siempre con el justificativo de que “estaba enfermo, seco o que era peligrosamente grande”.
La Opinión ya publicó en varias notas las diversas situaciones en las que se han sacrificado ejemplares y podemos refrescar la memoria: el ombú del pasaje entre la Escuela N° 7 y el edificio de monitoreo municipal, el de la cresta de la barranca, en la zona del mirador del mástil, los del paseo, los de la ruta 191, los viejitos de la escalera de las flores, el descuido de los naranjos que aroman y dan color a muchas calles de la ciudad y otra decena de casos.
La semana pasada le tocó a los eucaliptos que con su omnipotente presencia custodian la flamante entrada al club Náutico.
Fue el área de Parques y Jardines la que tuvo en sus manos la tarea a pedido de la institución de la ribera. Motosierra en mano, mutilaron salvajemente los centenarios ejemplares de principios de siglo XX y que significan todo un valioso patrimonio natural para la población sampedrina. No es la primera vez: en 2016 ya habían arremetido contra los ejemplares.
¿Quién dió la orden? ¿la responsabilidad es de la institución o del Municipio? ¿Los socios se quejaron? . La respuesta llegó rápido: fue el arquitecto Mariano Brañas quien confirmó a este medio que extendió esa autorización.
Alguien con mucha experiencia indicó que nunca se edifica tan cerca de un árbol y parece que la construcción llegó mucho después de los eucaliptos. Vale recordar que la desde la línea de calle y arbolado hasta el club Viejo hay una distancia considerable. Las construcciones fueron posteriores.
El asombro surgió rápidamente al conocer la noticia o simplemente pasar por el lugar, sitio obligado de la “vuelta del perro” de vecino y turistas. También hubo publicaciones en redes sociales que generaron comentarios de rechazo y entre todos, alguno que justificaba que en verano los socios que estacionaran debajo de esos árboles iban a tener sombra segura porque esta especie es de fácil recuperación.
Entre tanta indignación por lo sucedido fueron pocos los que tuvieron en cuenta que al derribar las imponentes ramas, también caían los inmensos nidos de cotorras, que si bien se consideran una plaga para la región, también resultan un atractivo y sonoro paisaje.
Los sampedrinos contamos con una ordenanza que obliga a llevar los restos a un banco de leña . La pregunta del millón es si esa leña va a parar a ese lugar. Un lugar que, en realidad, no existe.
En tierra de viveristas a muchos avergüenza presentar una ciudad con tanto descuido y falta de piedad respeto hacia quienes ayudar a oxigenar nuestras vidas.
¿Será hora de refundar Codefar, de pedir ayuda a profesionales del tema, de transformar esos árboles secos en esculturas atractivas y volverlos a la vida?
Siempre hay una oportunidad para dar un paso atrás cuando nos estamos equivocando. El 29 de agosto se celebra el “Día del Árbol”. Qué les parece si comenzamos a trabajar en un proyecto “ahora” para parecernos a otras ciudades donde los árboles son tratados con el respeto que merecen.
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