Vacunación contra el coronavirus: el recorrido de las dosis desde el freezer a su aplicación
Una vez que están las cinco personas a vacunar en el patio del Hospital, Saverio Gutiérrez se dirige a la sala de vacunas donde está la Sputnik V, aguarda siete minutos a que se descongele y la transporta una conservadora a la carpa donde entrega el frasco a las enfermeras que son las que prepararan las inyecciones.
El director de Bromatología, Saverio Gutiérrez, va y viene. Ingresa al patio interno del Hospital con una conservadora pequeña y, una vez que se cumplió el turno de vacunación de los cinco designados, se va con la misma conservadora en sus manos. La escena se repitió varias veces el martes y seguirá en cada jornada en la que se desarrolle el operativo para aplicar las 450 dosis de Sputnik V que recibió la Secretaría de Salud para aplicar como dispone la “turnera” de Provincia de Buenos Aires.
Son las 10.17 del miércoles y en el nosocomio local buscan voluntarios para completar el cupo de cinco personas de las 10.00. Faltan porque algunos profesionales de la salud con turno ya se vacunaron en otras ciudades o no pudieron concurrir y, tal establece el protocolo, se deben reemplazar. Una joven médica, que llegó puntual, aguarda sentada en una silla.
Una vez que están las condiciones dadas, Gutiérrez recibe la orden del Secretario de Salud, Guillermo Sancho, de ir a buscar el “frasco”. El funcionario egresa del patio, toma un pasillo hacia su derecha, cruza el lobby principal del Emilio Ruffa y se mete en otro pasillo de menos de un metro de ancho situado en paralelo a calle 25 de Mayo y que está custodiado por la Policía.
Gutiérrez se mete en la segunda puerta, una oficina con varias heladeras y freezers donde, en la habitación trasera, está el que se consiguió específicamente para resguardar la vacuna tan esperada por todos los argentinos. Anota algo en una planilla, abre el freezer, saca de una cajita el frasco con cinco dosis y lo deja sobre una mesada a esperar siete minutos que se descongele.
Después de 420 segundos, Saverio lo guarda en la pequeña conservadora y hace el mismo camino pero a la inversa hacia el patio. En unos 30 segundos entrega las vacunas a las dos enfermeras que la esperan en una de las carpas quienes, ya preparadas, llenan las cinco inyecciones con el medicamento y, brazo por brazo, las aplican en no más de cuatro minutos a los designados del turno.
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