Quién era Ricardo Piris, el primer abuelo fallecido con COVID-19 y por qué su familia espera explicaciones
El martes a la mañana, los "contactos estrechos" que en realidad se llaman "familia" sabían que Ricardo no estaba bien. Con la pesadilla del coronavirus atravesando a varios miembros de su descendencia, llegó sólo un mensaje de texto con una prescripción para abrirle el apetito al abuelo que ya no tenía voluntad para comer. Padre de ocho hijos, creyente, portero de una iglesia evangélica, ex empleado de Techint en tiempos en que el pavimento llegó a Río Tala, dejó de respirar en un horario que aún no pudo ser determinado porque pese a que la familia reclamaba la presencia de un médico, quien debía certificar el deceso nunca llegó.
"Vale oro ese viejito. Crió solo a 8 hijos. Una persona muy religiosa, era portero en la iglesia evangélica", dijo el jueves por la noche Natalia, la nieta que se pregunta por qué nadie ha dado explicaciones y quién firmará el certificado de defunción de Ricardo Ignacio Piris. Un entrerriano que comenzó de muy chico cortando leña, juntando maíz y que más tarde llegaría de la mano de una empresa para "el asfalto en Tala".
Es el primer muerto con coronavirus del partido de San Pedro y vivía en Río Tala en una "piecita" lindera a la casa de su hija María Cristina, su yerno y un nieto que desde entonces tampoco sale de su asombro por la tragedia que ahora envuelve a toda a familia.
La medianoche del martes sorprendió a los periodistas de La Opinión consultando a las autoridades por el deceso de un "caso sospechoso" por ser "contacto estrecho" de un "positivo de COVID.19" en lenguaje de pandemia y que entre los afectos se traduce en un abuelo al que presuntamente contagió una de las hijas que lo cuidaba mientras estaba internado en el Hospital recuperándose de un accidente y que ahora también tiene a otra hija contagiada internada y asistida con oxígeno, a su yerno y a otros niños, adolescentes, jóvenes y adultos que forman parte del grupo de dos decenas de personas alcanzadas por la enfermedad a partir del caso del prefecturiano de Ibicuy.
Aquella madrugada, los vecinos de la localidad y los sampedrinos en general se fueron a dormir con un pronóstico distinto sobre lo sucedido con el anciano de 83 años. Por la mañana, su hija María Cristina habló con este medio y relató como fueron los últimos días de Ricardo en medio de la creciente angustia de haber pasado toda la noche con el cuerpo sin vida de su padre porque al estar esperando los resultados de los hisopados nadie podía acercarse.
En esa breve charla, la mujer que ahora está en el hospital también con un diagnóstico positivo, relató que es asmática y que por ello entre el llanto y la tos no podía expresarse públicamente. Tras la difusión del caso, lograron que cerca del mediodía trasladaran a la morgue el cuerpo de Ricardo a la espera de lo que imaginaban como una pequeña ceremonia de despedida aunque hubiese que cumplir a rajatablas con el protocolo que incluso impide una operación de autopsia en casos de COVID-19.
En la tarde del jueves, cuando todo indicaba que llegarían los resultados que se demoraron el miércoles, un mensaje llegó a la redacción:
"El martes 30 a eso de las 23.00 hs, la familia del abuelo Piris de 83 años, llamaron al Centro de Salud de Río Tala “Miguel Arana” para solicitar asistencia médica porque notaron que estaba respirando muy mal. Llegó la policía a la casa y luego de un rato se comunicaron desde el centro de salud avisando que iban a enviar un médico a revisarlo. Desde esa noche a las 23 hs NO FUE NINGÚN MEDICO NI PERSONAL DE SALUD A VER QUE LE PASA O INTENTAR SALVARLE LA VIDA. Recién al día siguiente, miércoles 1/7 a eso de medio día fueron de Salud con todo el protocolo a retirar el cuerpo. Nadie, repito NADIE calificado revisó ni se acercó a intentar reanimarlo. Lo dejaron morir sin asistencia", decía textualmente el envío al celular que siempre es el que recibe los mensajes de la población. "Se va a realizar la denuncia correspondiente por Abandono de Persona
Para corroborar la historia los invito a que consulten quién constató el deceso? Quién firmó certificado de defunción del miércoles 30 si nadie lo vio?. Allí saldrá a la luz la verdad!", indicaba luego como una invitación a repreguntar por lo sucedido.
Llegó la noche, se confirmó que Ricardo Piris, el abuelo de 83 años, padre de 8 hijos, creyente y portero de una iglesia evangélica era el primer "muerto con COVID-19 del partido de San Pedro" y así se dijo dentro de una conferencia de prensa en la que poco hincapié se hizo en esas preguntas que se hace la familia ni hubo condolencias para los deudos que se reparten entre aislados positivos o negativos en distintos domicilios de la localidad que por la noche aplaude para darse fuerzas.
"A nadie nos cierra, porque tipo 10 y algo, 11 mi tía le manda un audio a mi mamá diciéndole que mi abuelo estaba respirando mas despacio. Después tipo 12 ella dice que el abuelo ya no respiraba. Entonces, llamó a la sala y de la sala mandaron a la policía, tengo entendido. O al revés, llamó a la policía y de la policía avisó a la sala. Llamaron al centro de salud y le dijeron que iban a mandar a un médico para que vea ¿no? El tema es que yo no sé quién dijo “ésta persona está muerta" porque mi abuelo tal vez estaba respirando mal y necesitaba que lo reanimen o algo y no recibió asistencia. ¿Quién te dice que mi abuelo no se murió a las 4 de la mañana esperando? Quizás estaba vivo. Mi tía no es médico para decir que se murió, el policía que fué no es forense ni es médico de policía, son los policías que andan acá, los nuevos. Y después los médicos que habían dicho que iban a mandar llegaron después tipo 11 ya para buscar el cuerpo. Yo quiero ver qué persona va a firmar y va a poner la hora en la que él murió, porque mi tía decía que él respiraba despacio. O sea, es una cosa terrible pensar que mi abuelo se murió de madrugada quizás. Yo no sé, es como que no entiendo, ojalá que esta gente haga algo", dijo con la voz quebrada Natalia.