Otra condena para el violador serial Pablo Pérez, esta vez por abusar de un niño de 11 años
En juicio abreviado, fue condenado a 8 años, aunque a los 21 que cumple por otros cuatro abusos se le suma sólo uno, por lo que tiene pena hasta 2032. El hecho ocurrió en 2011 y la víctima pudo denunciar en 2018, cuando reconoció al abusador en una foto que publicó La Opinión.
El protagonista de una de las tramas delictivas más aberrantes de la historia de San Pedro recibió una nueva condena: el violador serial Pablo Pérez fue hallado culpable de otro abuso sexual con acceso carnal, el quinto.
En este caso, la víctima fue un niño de 11 años. El hecho ocurrió en 2008, pero el chico recién pudo contarlo siete años después, con ayuda de su novia. En 2018, cuando La Opinión publicó una foto de Pérez porque sus víctimas se oponían a su pedido de salidas transitorias, la foto en la edición impresa lo sorprendió: ese era su abusador.
Pablo Enrique Pérez, que el 2 de marzo pasado cumplió en la cárcel 44 años, fue hallado culpablo del delito de abuso sexual con acceso carnal y en juicio abreviado se lo condenó a ocho años de prisión efectiva, pena acordada para el trámite entre la Defensoría Oficial y Fiscalía, aunque como ya cumple condena por los otros cuatro hechos, se le sumó sólo un año a los 21 que debe purgar.
Así, el violador serial tiene que cumplir en total 22 años de cárcel desde la primera sentencia, de 2010, lo que implica que recién habrá terminado sus cuentas con la Justicia en el año 2032. Antes de este fallo condenatorio, le habían rechazado el cambio de régimen que solicitó con el objetivo de pasar a una prisión semiabierta.
El caso L., el quinto
L. tenía 11 años cuando fue abusado por Pablo Pérez. Iba a sexto grado de la primaria y el día en el que fue sometido por el violador serial se dirigía en bicicleta hacia lo de un amigo para ir a practicar deportes al club Náutico. Eran las 14.30 de un día de primavera del año 2008.
Una cuadra y media antes de la barranca, el niño fue interceptado por Pérez, que le pidió ayuda porque, le dijo, había “pinchado una goma” de la combi que manejaba. Le indicó que necesitaba “una mano más chica” que la propia para alcanzar un tornillo.
Le pidió que entrara al vehículo para desajustar una tuerca. Cuando subió, lo encerró. Las ventanillas estaban tapadas por una cortina de terciopelo rojo. No sólo no se veía hacia o desde el exterior, también costaba ver adentro.
En los asientos del fondo comenzó a tocarlo. Le bajó el pantalón corto que llevaba. Cuando el niño gritó, le tapó la boca. Alguien pasó y el abusador se detuvo. Lo quería llevar a su casa, pero la víctima se oponía, por lo que accedió a dejarlo ir no sin antes amenazarlo: “Ojo con decir algo, porque conozco a tu papá y a toda tu familia, los voy a matar a todos”.
En 2014, L. tenía 17 años y una novia que se convirtió en la primera persona a la que le contó lo sucedido. Un año más tarde, con la ayuda de ella, pudo relatarle a sus padres lo que había ocurrido. Aunque una vez había visto en un galpón donde había otras combis a su abusador, no podía identificarlo. No sabía quién era. Hasta 2018, cuando lo vio en La Opinión.
Este medio había publicado en su edición impresa una nota relacionada con la oposición de las víctimas del violador serial al pedido de salidas transitorias que había elevado a la Justicia, con la madre de quien en ese momento era su novia como “garante”. La publicación estaba acompañada por una foto de ese momento de Pérez. Al ver la imagen, lo reconoció.
“Quiero que el tipo siga en la cárcel y hacer la denuncia”, le dijo el joven al abogado Mauricio Gugger, que acompañó a la familia en el proceso judicial que derivó en la condena dictada este martes por el quinto caso de abuso en el que se lo declara culpable.
En el fallo, el juez López transcribió pasajes de esa nota de este medio en la que se recogieron testimonios de las víctimas de Pablo Pérez, a diez años de los hechos. La consideró “un fuerte indicio” de la autoría del violador serial en el caso L.
La infructuosa defensa de Pérez
“Sí me he equivocado con señoritas o mujeres, por lo que estoy pagando, jamás lo hubiese hecho con masculinos”, dijo en su intento de defensa el violador serial cuando le tocó prestar declaración indagatoria por el caso L. “No lo conozco”, aseguró.
“No pongo en tela de juicio lo que le haya pasado, pero no implica que haya sido yo por haber manejado una combi”, agregó. Dijo que siempre manejaba vehículos ploteados de la empresa para la que se desempeñaba como chofer, que eran usadas y no tenían, como las blancas sin plotear, “olor a nuevo”.
En su intento por desvincularse del hecho, Pablo Pérez dijo que su apariencia física al momento del hecho no coincidía con la descripción que hizo la víctima, que refirió que era “pelado, grandote, bien vestido, de ojos claros, sin pelo o rapado”.
El violador serial sostuvo que en esos años él “tenía mucho pelo”, “tomaba sol” y que se quedó pelado dentro de la cárcel. “Soy grandote, mido 1,85 m y rondo los 90, 100 kilos”, dijo y aseguró que en la foto publicada por La Opinión y por la que el joven lo reconció era “sin barba y pelado, y con 11 o 12años más encima”.
Un amigo que ofrecio como testigo dijo que Pérez “siempre se cuidó en lo estético” y que “nunca estuvo excedido de peso”. Que generalmente “tenía el corte de moda” y “no era pelado”. Aportó una foto juntos de ese momento, tomando sidra. La falta de fecha exacta del momento de tomada la imagen fue relevante para el juez.
El magistrado señaló que “la mera mención de que él no cometería este tipo de hechos contra hombres y las diferencias en su aspecto físico, que son normales por el correr de los años, son ensayos exculpatorios que no alcanzan par desvirtuar todos los elementos de cargo analizados”.
Antes de dictar su fallo condenatorio, el juez López le llamó la atención a la fiscala Viviana Ramos por no haber computado agravantes en el caso, teniendo en cuenta los antecedentes penales del violador serial, sobre el que ya pesaban condenas por cuatro hechos de abuso sexual.
La foto que publicó La Opinión
“Para nosotros fue extremadamente importante, el medio tuvo absolutamente mucho que ver”, dijo la familia en agradecimiento a La Opinión tras conocer la sentencia que condenó al abusador.
Los padres de L. habían estado en esta redacción antes de radicar la denuncia para contactarse con otras víctimas “para saber si hay otras”. Las habría, pero no quisieron, no supieron o no pudieron denunciar.
El juez Alejandro López, además de los informes victimológicos, los testimonios recogidos, las pericias psicológicas y demás elementos probatorios, puso en consideración aspectos que había revelado este medio tanto en la nota donde apareció la foto de Pérez que reconoció la víctima como en el resto de las publicaciones que desde 2006 salieron impresas relacionadas a delitos sexuales cometidos por Pablo Pérez.
La modalidad era similar a la de esos cuatro hechos. La combi, el muchacho de ojos claros y robusto, las manos blancas, el perfume. Como bien aclara el juez, las notas periodísticas no constituyen elementos de prueba, pero para el magistrado resultaron “un fuerte indicio” puesto que la descripción del violador serial que aparece en las publicaciones corresponden “a una persona de las mismas características físicas” que el acusado.
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