Víctimas del violador serial Pablo Pérez, contra sus salidas transitorias
Condenado a 12 años de prisión or dos casos en 2010 y a 16 años por otos do en 2011, el exchofer abusador serial solicitó el beneficio de salidas transitorias para venir dos veces por semana a San Pedro. La madre de su actual novia se ofreció como tutora. Dos de sus víctimas expusieron su malestar por la situación ante La Opinión.
El abusador serial Pablo Pérez, condenado en 2010 y 2011 por casos ocurridos entre 2006 y fines de 2008, cumple dos tercios de una de las penas, por dos hechos, y la mitad de la otra, por otros dos casos. Sus víctimas supieron que pidió salidas transitorias y que la madre de su actual novia se ofreció para hacerse responsable, por lo que expresaron su preocupación.
Pablo Enrique Pérez tiene hoy 38 años. Su perfil de Facebook lo muestra arriba de un cuatriciclo y con un casco puesto. A esa red social accede desde el penal donde purga dos condenas por abuso sexual, por tres hechos con cuatro víctimas que pudieron ser comprobados en la Justicia y que lo convirtieron en el primer y único violador serial de la historia de San Pedro.
Sus víctimas, ocho años después de los juicios, se enteraron la semana pasada que está cerca de obtener beneficios de salidas transitorias que le permitirían venir dos veces por semana a la ciudad y que la madre de su actual novia, con la que se comunica por WhatsApp desde hace unos pocos meses, sería su tutora en el expediente.
La Opinión dialogó con dos de las cuatro víctimas de abuso cuyas denuncias permitieron la condena de Pérez. Ambas reconstruyeron sus vidas, formaron familia, miraron para adelante sin olvidarse –jamás podrían– de lo que les tocó atravesar. Su preocupación es clara: el hombre que las sometió sexualmente podría caminar libremente por las mismas calles que ellas.
“Pasaron 10 años desde que me encontró en la calle y aún recuerdo su voz, como si hubiera pasado ayer: ‘Si hablás, te busco y te mato’, me dijo”, contó G., que estaba próxima a cumplir 16 años cuando, el 10 de junio de 2008, iba a la escuela y fue abordada por Pablo Pérez.
En una vivienda en construcción ubicada sobre calle Frers, entre Uruguay y avenida Sarmiento, donde antiguamente se encontraba la cancha de fútbol del club Mitre, perpetró el abuso. Por ese caso fue condenado a 16 años de prisión.
En el mismo juicio tramitó el primer hecho por el que lo denunciaron y que sucedió el 11 de julio de 2006 en la intersección de Sarmiento e Italia, pasadas las 7.30 de la mañana, cuando abordó a una joven docente, a la que violó en un descampado ubicado a media cuadra.
“Estoy desesperada, yo me muero”, dijo A. “Es tremendo que le otorguen este beneficio. No tiene sentido que se venga acá”, consideró. Cuando en abril de 2011, por su caso y el de G. el Tribunal no accedió a los 25 años de prisión que había solicitado Fiscalía y lo condenó a 16, sintió bronca e impotencia, las mismas que siente ahora.
Alrededor de seis meses antes, en agosto de 2010, había sido condenado por el abuso cometido contra dos nenas de 13 y 14 años que volvían del baile del club Náutico, entre las 06.00 y las 6.30 de la madrugada del 1 de enero de 2009.
Bajo amenazas las trasladó hacia un galpón ubicado en calle Padre Santana, donde se encontraba estacionada una combi color gris de la empresa para la que trabajaba. Allí las sometió, entre amenazas de muerte, con “golpes de puño y compresión manual” en el cuello.
En sus relatos, las víctimas coincidieron en describir a una “persona grandota, robusta, de manos blancas y de mucha fuerza, bien perfumado y que portaba un buen reloj”. Hay otras jóvenes abusadas que hicieron la misma descripción pero cuyos casos no llegaron a esclarecerse.