Más que una costumbre argentina: la importancia nutricional del asado
El asado argentino no es solo un símbolo de identidad y tradición, sino también una fuente importante de proteínas esenciales para nuestra alimentación. Un ritual que trasciende generaciones. La columna del nutricionista Juan Pablo Corleto.
Un ritual de todo el país
Más allá de los contenidos estrictamente nutricionales, el asado es patrimonio cultural de nuestro país, una costumbre que data hace ya más de 100 años. Un encuentro lleno de rituales que dura horas, entre el fuego, la picada, los distintos cortes y la forma peculiar de cocinarlo a fuego lento.
En el resto del mundo, al parecer, no utilizan la misma técnica de calentar la leña o carbón y hacerlo a fuego lento, dejando ese sabor ahumado característico de los asados de nuestro país. Es por eso que en el mundo son famosos los restaurantes específicos para el asado argentino.
Se dice que el origen del asado es del gaucho argentino promediando los años 1800, donde se cocinaban los vacunos para los trabajadores en tierras pampeanas. El asado como tal, como plato o elaboración, data su primera receta en 1890, un libro publicado en Salta, donde por primera vez se describe en detalle la forma de trocear, condimentar y preparar el asado argentino.
Más tarde se difundió la cultura del asado desde el campo hasta la ciudad. Así, empezaron a aparecer parrillas en las casas y las carnicerías comenzaron a crecer cada vez más.
No existen muchas referencias de la frecuencia actual de consumo, varía de acuerdo a la zona donde se vive aunque se sabe que en la ciudad de Buenos Aires se consume menos que en la provincia.
¿Es sano comer asado?
Sí, siempre y cuando la ingesta no afecte el estado de salud de la persona. Nutricionalmente varía: al haber tantos cortes diferentes, algunos contienen más o menos grasas, pero todos tienen proteína, que es fundamental para la nutrición humana.
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