Guerra de Malvinas: la historia de Jorge, el sargento de Artillería que ahora es mensajero
El hombre fue homenajeado por sus compañeros de la mensajería por su desempeño y servicio a la patria. A 43 años del suceso que marcó la historia de nuestro país, el recuerdo del suboficial, su experiencia en el conflicto por el Canal de Beagle, la travesía por el Sur y el "último beso a la pancita" de su esposa embarazada.
Este miércoles 2 de abril se conmemoran 43 años del inicio de la guerra de Malvinas y en nuestra ciudad hubo dos ceremonias, durante la mañana, una encabezada por los veteranos y otra por funcionarios del Gobierno.
En el marco del Día nacional del Veterano y de los Caídos en Malvinas, la mítica mensajería que fundaron Mario Silva y Omar Martínez homenajeó a uno de sus empleados, Jorge Villarreal por su desempeño y servicio a la patria.
El camino del soldado
"La unidad tiene que prepararse, hay un posible cruce a Malvinas", fueron algunas de las palabras que escuchó en 1982 un joven militar llamado Jorge Villarreal.
Formado como suboficial del Ejército, su primer destino fue Neuquén, donde una de sus tareas era adquirir "experiencia con los cañones".
El llamado llegó y Villarreal formó parte de una de las tantas unidades que participaron del conflicto por el Canal de Beagle contra Chile, recibiendo durante días enteros municiones y artillería para los combatientes.
La mediación del papa Juan Pablo II fue clave y Jorge, que ya llevaba seis años en la unidad, fue destinado a la ciudad de Rosario en la fábrica de armas, lugar donde cosechó una "gran cantidad de amigos" con los que aún sigue teniendo un estrecho vínculo, contó a La Opinión.
El próximo destino sería el Grupo de Artillería 121 de Entre Ríos. Poco había transcurrido del año 1982 cuando llegó la notificación: "Estamos en guerra con el Reino Unido".
El último beso a la pancita
Vino la preparación. Los jóvenes "agarraron" la mayor cantidad de cosas porque no sabían cuándo era "la movilización". La familia y los seres queridos quedaban de por medio.
Jorge vivía con su esposa, Lidia, una sampedrina con quien compartió su vida hasta el último de sus días. Tomaron la decisión. Él partiría con su unidad y ella iría a vivir a la casa de los padres de su esposo, en Santa Fe, porque "estaría cuidada", tanto ella como el pequeño que llevaba en su vientre.

El 6 de mayo llegó la orden. La unidad tenía que partir y Villareal tenía soldados a cargo. Tenía "la responsabilidad de cuidarlos", de resguardar la vida de sus compañeros.
De Paraná cruzaron en balsa a Santa Fe. Llevaban cañones y armamento con un "tremendo poderío de fuego". Subir todo arriba del tren fue “toda una odisea”.
Jorge se encontró afortunado, ya que "en ese interín" tuvo "la suerte" de que sus padres y su esposa lo fueran a ver. Antes de irse, le dio a su esposa “un besito a la pancita”. Llegó la hora de partir. “No sabíamos adónde, pero siempre mirando hacia adelante”, contó.
El cruce a Malvinas
Cinco días tardaron en llegar a una ciudad llamada San Antonio Este y, posteriormente, partieron a Trelew, Chubut, donde la orden fue clara: la unidad debía prepararse porque había un posible cruce a Malvinas.

Dos primeras piezas cruzaron las costas y hubo una emoción inexplicable al ver al cabo Mendoza acompañando el cargamento.
"Nosotros no llegamos a cruzar", explicó Jorge Villarreal quien, en diálogo con La Opinión, expresó con profundo sentimiento el honor que fue haber servido tras "el llamado de la Patria".
La sangre tira
Luego del cese de la guerra Villarreal retornó con su familia y en el año 2006 eligió San Pedro para continuar su vida. Lamentablemente, su esposa Lidia falleció hace cinco años y él continúa en "la lucha" porque "otra no queda".
Nunca olvida que conoció al sargento primero Mateo Sbert, “un héroe sampedrino, un gran tipo y un guerrero inimaginable”, de quien admira “su extraordinaria dedicación y su esfuerzo para ayudar y enseñar”.
Agradeció a la “oportunidad” que le dio la agencia para la que ahora trabaja como mensajero y destacó que trabaja "cómodo y muy bien" porque es gente “muy responsable”.
Hoy en día, Jorge recuerda con cariño que su hijo mayor también siguió la carrera militar y entró en "la gloriosa" Artillería. "De tal palo tal astilla" y orgullo para toda la familia.
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