9 de Julio: el viva la patria para el sampedrino Fray Cayetano Rodríguez en el Día de la Independencia
Aunque el acto se organiza en Gobernador Castro, el Museo Histórico recordó a Fray Cayetano Rodríguez con una foto del cuadro que lo muestra en el Congreso de Tucumán. Dónde nació, cómo creció y vivió el prócer de la Independencia en una crónica de archivo de La Opinión.
Con foto y saludo en redes, los Amigos del Museo Histórico Regional recordaron al sampedrino al que se le rinde homenaje con su pluma para recordarlo como el redactor de las actas de la asamblea en la Plazoleta Fray Cayetano José Rodríguez y con el nombre de la calle que nace en la Plaza Constitución. Por cierto, también la Escuela Normal lleva su nombre.
Allí estuvo un sampedrino...
El recuerdo y homenaje a FRAY CAYETANO JOSÉ RODRÍGUEZ en el DÍA DE LA INDEPENDENCIA.¡VIVA LA PATRIA!
Museo Histórico Regional de San Pedro
El espacio costanera donde se emplaza el monumento ha sido vandalizado en distintas oportunidades y se recuerdan las dos oaciones en las que la pluma que empuña el prócer fue robada. Hay un video que registró La Opinión en el momento en que le devolvieron “su principal herramienta”, al redactor de las actas de sesiones y reuniones en el Congreso de Tucumán el 9 de Julio de 1816. Sobre esas calles, durante décadas fueron habituales los actos y los desfiles de los alumnos de todas las escuelas secundarias hasta que se decidió derivar los actos patrios de manera rotativa a las localidades.
El último homenaje que se recuerda es el del Bicentenario de la Independencia que duró varios días y forma parte del archivo de este medio. En aquella oportunidad, cuando las temperaturas políticas eran otras, así se lo recordaba:
"La fecha tiene –debería tener– una relevancia superlativa en esta tierra, que dio un hijo fundamental para el proceso histórico independentista, el clérigo franciscano Cayetano José Rodríguez, diputado por la provincia de Buenos Aires, cuya firma fue estampada en la Declaración de la Independencia y cuya letra es la que recorre el Diario de Sesiones del Congreso de Tucumán, texto denominado “El Redactor de la Asamblea”.
El recordatorio sobre el rol de este prócer de la Independencia, que redactó el periodista Rafael Flaiman para La Opinión, se resume a continuación:
Cayetano José Rodríguez Suárez nació en 1761 en la estancia La Invernada, en la zona de Río Tala. Por esos años, la única institución educativa era el Convento Franciscano, emplazado donde hoy está el Palacio Municipal. Allí fue el niño para recibir su primera educación, de acuerdo a lo que decidieron sus padres, Don Antonio Rodríguez y Rafaela Suárez, porteña de alta cuna.

A los 15 años ingresó como novicio en la misma orden, en Buenos Aires. En Córdoba terminó su formación como sacerdote, ordenado antes de la edad correspondiente gracias a su talento y virtud.
En la Universidad de esa ciudad fue profesor de Teología y Filosofía. Luego hizo lo propio en el Convento de Buenos Aires y en el Real Colegio de San Carlos, donde estudiaron tantos héroes de la conformación de la Argentina.
Su labor docente lo encontró como profesor, protector y guía de Mariano Moreno, considerado junto a San Martín como “el Padre de la Patria”. Desde el campo del pensamiento hizo su aporte al proceso revolucionario de 1810, que lo reconoció nombrándolo primer Conservador de la Biblioteca Pública. En 1813, la Asamblea Constituyente lo tuvo como diputado por Buenos Aires y como redactor.
Fue uno de los pocos que el 25 de mayo de ese año presenció la primera ejecución del Himno Nacional. De hecho, él mismo, reconocido poeta, había sido encomendado para componer un canto para la naciente Patria, pero desistió al leer los versos de López y Planes, lo que la historiografía recuerda como un “gesto de grandeza”.
En 1815 el proceso independentista avanzaba. Ignacio Álvarez Thomas, Director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata de forma interina, envió la circular que invitaba al Congreso de Tucumán, que empezó a sesionar el 24 de marzo del año siguiente, bajo la presidencia del porteño Pedro Medrano.
Con él y con Tomás de Anchorena, José Darregueira, Antonio Sáenz, Juan José Paso, Estaban Gascón, el sampedrino debatió la importancia de que el Congreso no tuviera lugar en Buenos Aires.
“Ahora encuentras mil escollos para que el Congreso sea en Tucumán. ¿Y dónde quieres que sea? ¿En Buenos Aires? ¿No sabes que todos se excusan de venir a un pueblo a quien miran como opresor de sus derechos y que aspira a subyugarlos? ¿No sabes que aquí las bayonetas imponen la ley y aterran hasta los pensamientos? ¿No sabes que el nombre porteño está odiado en las Provincias Unidas o desunidas del Río de la Plata?”, son palabras que le atribuyen al fraile.
Tucumán era un pequeño pueblo de apenas 12 manzanas y 13.000 habitantes. La Galera, la Sopanda o la Carreta eran los medios de transporte. La primera, más rápida, elegante y acolchada, podía transportar hasta 10 pasajeros pero no llevaba mercaderías y tardaba entre 25 y 30 días desde Buenos Aires hasta la hoy San Miguel. La segunda hasta tenía suspensión para amortiguar los saltos del camino. Ambas eran tiradas por caballos. La tercera, la clásica tirada por bueyes, que transportaba pasajeros y mercaderías, podía tardar hasta 50 días en hacer el trayecto.
Frey Cayetano Rodríguez fue de los primeros en llegar. Tendría una tarea acorde a su formación y trayectoria: secretario del Congreso, redactaba las actas de cada sesión, en un libro que se tituló El Redactor del Congreso Nacional
Bartolomé Mitre escribió que el sampedrino era un “tierno y elegante poeta, en quien la virtud se hermanaba a la inteligencia, arrancado de la apacible soledad del claustro, donde había dado lecciones a Mariano Moreno y cooperado a la Revolución de Mayo, venía a continuar la tarea del discípulo muerto”.
El historiador López lo pinta como “uno de los personajes más honorables, y uno de los patriotas más sinceros, más reflexivos y más influyentes de ese Congreso” de Tucumán.
Tras la Declaración de Independencia, Cayetano José Rodríguez fundó en 1822 el periódico El oficial del día, desde donde se opuso a las reformas que Rivadavia impondría sobre la Iglesia.
Murió en el Convento Franciscano de Buenos Aires en 1823, a los 62 años. Décadas más tarde fue inaugurado el monumento que lo recuerda en la plazoleta que lleva su nombre, al comienzo de calle Pellegrini, que mira al río por sobre la barranca.
La obra de bronce fue esculpida por el escultor Alejo Joris. “Levanta su pluma invencible y esclarecedora”, dicen las crónicas sobre la inauguración del monumento. La pluma, robada en varias oportunidades, será repuesta para este Bicentenario.
La historiografía destaca a Fray Cayetano José Rodríguez como “el único diputado del Congreso de Tucumán que ha llegado a ser popular y cuyos datos biográficos todos conocen”, o casi.
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