Por Martín Pando*

El periodismo independiente enfrenta un terreno cada vez más hostil, rodeado entre la proliferación de fake news y el creciente hostigamiento por parte de distintos sectores del poder. Aunque es verdad que, después de todo, nunca ha sido fácil hacer periodismo en la Argentina.

En ese contexto, siempre difícil, quiero compartir mis felicitaciones a La Opinión por lograr cumplir 32 años haciendo enojar sistemáticamente a todos los que hemos pasado de un modo u otro por la vida pública de nuestra ciudad.

Políticos de todos los colores, autoridades eclesiásticas, empresarios de distintos rubros, vecinos ilustres de todo tipo, funcionarios judiciales y burócratas variopintos, todos se han (nos hemos) fastidiado y enojado con La Opinión en algún momento a lo largo de estos 32 años de vida. Y eso habla muy bien de La Opinión.

A lo largo de estas tres décadas, La Opinión ha cumplido con uno de los roles más cruciales del periodismo: fiscalizar al poder. No es menor la tarea de mantener una línea editorial que, inevitablemente, ha chocado con los intereses de diferentes esferas políticas.

Este choque ha generado reacciones adversas, enojos y críticas de los dirigentes, lo cual, paradójicamente, subraya la independencia y la salud democrática de este medio y de sus periodistas.

Es justamente en el descontento de algunos sectores políticos donde radica la prueba más fehaciente de su independencia y su compromiso con una particular mirada del mundo.

Es que la trayectoria de este otrora semanario se puede entender como un constante desafío al “si pasa pasa”, una especie de piedra en el zapato de “la casta” política e institucional de nuestro pueblo.

El título de “32 años fastidiando a la casta”, lejos de ser una provocación, encapsula la esencia de un periodismo que no teme incomodar, que busca cuestionar y que, por ende, cumple con su función más noble.

Durante 32 años, este medio ha fastidiado especialmente a aquellos en posiciones de autoridad, recordándoles que su poder está siempre sujeto al escrutinio público.

Reflexionar sobre esto no es simplemente celebrar la trayectoria de un medio en particular, sino también un recordatorio de la responsabilidad que conlleva el periodismo independiente.

"Hacer enojar a la casta" no es un fin en sí mismo, sino más bien un indicativo de que La Opinión ha estado, está y, esperamos, continuará estando en una constante batalla por la transparencia y la verdad.

Esta postura sostenida en el tiempo no solo ha contribuido a forjar una conciencia crítica entre los sampedrinos, sino que también ha alimentado muchas veces a cambiar cosas que no estaban bien en nuestra ciudad.

En su aniversario, al mirar en perspectiva estos 32 años de periodismo comprometido, podemos afirmar con certeza que La Opinión Semanario ha cumplido con una de las misiones más elevadas del periodismo: ser el contrapeso necesario ante el poder, cualquier poder.

Por todo esto es que quiero reconocer y valorar el coraje de mantenerse firmes en un criterio de independencia, que nunca debe confundirse con objetividad.

En un mundo donde la presión política y económica podría haber torcido fácilmente la voluntad editorial, La Opinión ha sabido sobrevivir y superar todas las crisis.

Esto demuestra que el periodismo con integridad no solo es necesario, sino profundamente valorado por la sociedad.

*Exconcejal, expresidente del Concejo Deliberante, exsecretario legislativo, experiodista de La Opinión.

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