Zorros y leones III
SAN MARTIN solicitó y obtuvo para sí el gobierno de CUYO, región que había dependido durante muchos años de CORDOBA. Eso fue en septiembre del año 1814 y se encontró con una sociedad cuyana (que incluía a SAN JUAN Y SAN LUIS) muy poco disciplinada y algo caótica. Las relaciones sociales eran muy anárquicas y especialmente en la no sumisión a las autoridades de turno. Ni hablar si los que venían a “gobernar” eran porteños, a éstos se les decía que: “sin distinción, son todos ladrones!!”, por lo que – de algún modo- a SAN MARTIN le cabía el sayo, no era cuestión de andar explicando que en realidad él era correntino… Frente a ese panorama el Libertador realizó una tarea de gestión de gobierno y realizaciones, (amén de organizar el ejército de los Andes), sin parangones en la historia anterior de CUYO y MENDOZA especialmente. Una de esas tareas fue ordenarlos y disciplinarlos en razón de la conducta caótica y sin brújulas que tenía casi la generalidad de la sociedad, sin distinción. Se juzgó a todo el mundo que alterara ó subvirtiera el orden de una u otra manera. Aún se recuerda el juicio que se le hizo al Fraile Manuel BENAVIDEZ, religioso que había empeñado sus bienes por practicar sin frenos diversos juegos de azar y después extorsionó de algún modo a un español para que le diera el dinero y rescatarlos!!! El proceso fue muy severo para el cura y condignamente sancionado. (Recuerdo también para un cura muy jugador que tuvo San Pedro y que “se mataba” – como dicen ahora- en la Taba. Muchos memoriosos lo evocarán). Además, SAN MARTIN debió vencer muchas dificultades con las donaciones y la apatía de ciudadanos aptos que no querían ingresar al ejército. Famoso fue el caso de una vecina que donó sólo 6 zapallos, la intimaron para que “integrara” hasta 400 pesos fuertes y que implicaban decenas y decenas de esa mercadería de su gran plantación. En alguna oportunidad se persiguió a quienes desertaron de cualquiera de los regimientos, hasta con la pena de muerte sino se reintegraban!! Volvieron a ocupar sus lugares, naturalmente.- Por otro lado, también sucedió que muchos oficiales del ejército se extralimitaron en sus funciones y autoridades mientras convivían con la sociedad durante la organización del ejército en esos años. SAN MARTIN mandó reprimir cada una de esas inconductas, instando al “decoro” y el “manejo equilibrado y circunspecto de la magistratura”, entendida ésta como toda función pública de importancia. Como se ve, no todo fueron rosas para el General, no todas fueron patricias bordando banderas ó frailes beltranes fundiendo campanas para hacer cañones. Siempre una sociedad es difícil de manejar, pero el Libertador demostró ser, además de militar, un político talentoso. Fue un zorro y León a la vez.- por el Dr. Elvio Macchia