Ya tiene fecha el juicio por la muerte de Gonzalo Rojas
A tres años del fallecimiento del joven de 16 años, el próximo 20 de Febrero se realizará el juicio oral y público.
El Tribunal en lo Criminal Nº 1 de San Nicolás será escenario del Juicio Oral y Público por la muerte de Gonzalo Rojas, el 20 de Febrero, una vez que finalice la feria judicial.
El fallecimiento del joven de sólo 16 años dejó abierto un sinfin de cuestiones sobre lo que sucedió durante la madrugada del 21 de Diciembre de 2005. Declaraciones públicas, peritajes, cambios de abogados, opiniones encontradas, descontento, bronca y dos familias destrozadas con sensaciones diferentes, la de Gonzalo Rojas y la del policía Castañares.
El controvertido episodio involucró de lleno a los policías que esa noche acudieron al lugar del hecho tras ser alertados por un llamado telefónico.
Los oficiales Luis Castañares, Guillermo Llul, Monasterio, y el Sargento Tarragó, fueron los primeros implicados en la causa, aunque con el correr de los testimonios, Monasterio, Tarragó y Llul fueron liberados, mientras que Castañares quedó involucrado como el principal acusado de ser quien tenía en su poder el arma de la cual habría salido el disparo. De todos modos este último fue beneficiado con el sistema de arresto domiciliario y salidas laborales, medida que desde un principio provocó la reacción de la familia Rojas.
La investigación está a cargo del fiscal Omar Tempo y es quien tiene en sus manos la decisión final, determinar que fue lo que ocurrió esa noche.
La familia de Gonzalo ha mantenido siempre una postura, organizó marchas pidiendo justicia por su muerte, y dijo que esa noche él había ido a la casa de la novia, que regresó a su casa pero volvió a salir a comprar cigarrillos y se demoró tomando vino en esa esquina con algunos amigos. Cuando llegó la policía, se asustaron y por eso salieron corriendo. “No mataron a ningún delincuente”, siguen sosteniendo los allegados a la víctima, que tenía 16 años.
Madrugada fatal
Gonzalo Rojas y un amigo fueron sorprendidos por un grupo de policías en la intersección de Padre Santana y 3 de Febrero, el 21 de Diciembre de 2005, tras el llamado telefónico de un vecino a la Comisaría.
Alrededor de las 2.30 de la madrugada, alguien habría observado movimientos raros en los techos. La intervención policial culminó con el disparo del arma de uno de los uniformados que impactó contra el menor, provocándole la muerte. Las versiones de lo acontecido son varias y las dudas también.
Según la policía (en aquel momento a cargo del Capitán José Carlos Pedersoli), Rojas se encontraba en el techo de un comercio, junto a otro joven que finalmente fue aprehendido. Al parecer, al llegar al lugar los uniformados, los chicos intentaron darse a la fuga, para lo cual descendieron de los techos y empezaron una carrera por la Avenida 3 de Febrero. Los agentes habrían efectuado varios disparos supuestamente intimidatorios y uno de ellos impactó en el cuerpo de Rojas quien continuó corriendo unos metros hasta caer a casi 80 metros, en la esquina de 3 de Febrero y Thorne.
La familia del menor siempre aseguró que “la policía no mató a un delincuente”. Dijo que el menor había salido de su casa alrededor de las 22 horas para dirigirse al domicilio de su novia, del que regresó alrededor de las 2 de la mañana. Luego salió nuevamente a comprar cigarrillos y se quedó con un amigo tomando vino. Al llegar la policía, los dos se asustaron, y por eso empezaron a correr. Entonces el 20 de Febrero, la Justicia podrá decidir quién o quiénes son responsables por esa muerte.
Por lo que se sabe, tomarán como detalle relevante el horario en el que los padres permitieron que un menor, tras regresar a su casa, ganara la calle por segunda vez para comprar cigarrillos en pleno apogeo de la tristemente célebre “barra de la Coopser”. La familia de Rojas, continúa esgrimiendo la buena conducta de su hijo y el irrefutable argumento de su edad.
Mientras tanto, los Castañares que cuentan con un gran aval de la opinión pública por su desempeño en la tarea policial, aguardan con desesperación el veredicto. Un allegado dijo “queremos que termine este infierno y que siga en casa sin estar pendiente de este caso que ya le quitó el sueño y la paz de toda la familia”.