Violador serial: Pablo Pérez se suma a los delincuentes emblemáticos
El chofer Pablo Pérez deberá cumplir otros 16 años de prisión efectiva al habérselo hallado culpable del abuso sexual de otras dos mujeres. Con esta sentencia, el caso se pone a la altura de los hechos delictivos más emblemáticos del país.
La historia delictual del país ha estado enmarcada por una infinidad de hechos que quedaron sellados por sus características. En la ciudad, si bien han existido causas complejas y de difícil desentramado, no se recuerda nada parecido.
En la Argentina hay casos policiales que horadan la memoria y en San Pedro, a partir de ahora y de que la comunidad tome conciencia también. El caso Daniel Pereyra, el del “Tigre del Teclado”, el secuestro de Diego Bernardotti, el de “Carolina Ayelén”, el brutal delito contra la familia Incisa, o el caso Brisa Juárez, son algunos de los hechos que aun resuenan por su trascendencia.
Pero vayamos por parte: Desde 1972, Carlos Eduardo Robledo Puch, también conocido como “El ángel negro” es uno de los sociópatas más reconocidos de la historia policial argentina. Se lo acusó de más de una decena de homicidios, violaciones, raptos, robos y abusos deshonestos. Fue capaz de dispararle a una cuna con un bebé.
En 1981, Pablo y Sergio Shoklender son conocidos por el asesinato de sus padres. Se habrían puesto de acuerdo en golpear a su madre en la cabeza con una barra de hierro. Al padre lo asesinaron estrangulándolo mientras dormía.
El 15 de noviembre de 1993, el odontólogo Ricardo Barreda mató a su esposa Gladys Mc Donald, a su suegra y a sus dos hijas de 24 y 26 años con una escopeta calibre 16,5 en su casa de La Plata y presuntamente las violó.
El 28 de junio de 1985, María de las Mercedes Bolla Aponte de Murano, mas conocida como “Yiya Murano”, fue hallada culpable de asesinar a sus amigas camuflando cianuro en las masitas que acompañaban el té. Lo hizo para evitar pagarles una deuda.
El 27 de octubre de 2001, en el baño de una casa del country El Carmel, fue hallado sin vida el cuerpo de María Marta García Belsunce. Su familia denunció que se había caído de la bañera, pero en la autopsia descubrieron más de una decena de perforaciones de bala.
En el 2007, el sacerdote Julio César Grassi fue acusado de abuso sexual y corrupción de menores albergados en el hogar que depende de la Fundación Felices los Niños. El juicio, pese a la condena, aún no ha finalizado.
En el 2008, un adolescente de 16 años, alias el “hombre araña” porque abusaba sexualmente y asaltaba a mujeres trepándose en edificios de La Plata. Fue acribillado por un policía cuando intentaba someter a otra víctima.
Ese mismo año Jorge Corsi, Un reconocido psicólogo considerado una de las máximas autoridades académicas en violencia doméstica, profesor de la UBA y autor de media docena de libros de texto, fue acusado de pedofilia. Está acusado de formar parte de un grupo de pedófilos que mantenía relaciones sexuales con menores de edad, a quienes seducían con regalos.
El miércoles 13 de abril de 2011, el Tribunal Criminal Nº 1 de San Nicolás condenó por segunda vez a Pablo Enrique Pérez. El chofer rubio y de ojos celestes, fue hallado culpable de violar a dos mujeres durante los años 2006 y 2008. El mismo ya estaba cumpliendo una condena de doce años por abusar sexualmente de dos menores el primero de enero del 2009. Es decir que este caso, por su gravedad, está a la altura de los antes mencionado. Y podría haber más si se elevan a juicio algunas de las causas que también investiga la justicia y que el mismo chofer sería el involucrado, sin tener en cuenta denuncias que pueden existir en los lugares a los que viajaba con frecuencia.
Una trama
siniestra
Cuan lejos está el caso Pablo Pérez de todos estos hechos antes mencionados. ¿Cuánta diferencia existe entre los casos del violador serial de Nuñez o el violador serial de Palermo?. La trama de cada uno de estos paradigmas tiene similitudes por donde se las mire, con la diferencia que en los dos casos utilizados como comparativos sus autores aun siguen libres y que Pérez no mató, aunque sí dejó secuelas gravísimas entre sus víctimas y familiares.
Durante los dos juicios llevados a cabo en su contra quedó en claro que el joven alto, de pelo corto castaño, ojos claros y de físico robusto, utilizaba su función de chofer “gauchito” para despistar y atrapar a sus víctimas. Se estima que el único caso de los comprobados hasta el momento, en donde no habría utilizado la combi fue cuando abusó de la menor de 15 años en el año 2008, aunque se entiende que por las proximidades en que redujo a su víctima, venía de guardar el vehículo ya que el garaje quedaba a media cuadra de allí.
La mente siniestra de Pérez comenzaba a planear sus actos mientras trasladaba a los empleados de una fábrica durante la madrugada y una vez concluida su tarea diaria despertaba de sí el ser más despreciable que se pueda conocer.
En la mayoría de los casos coinciden las franjas horarias, el tipo de víctima, el sector elegido, la modalidad utilizada y algo muy particular: las víctimas jamás le vieron la cara.
Hasta se animó a utilizar como propio el celular robado a una de las mujeres y llevar puesto el reloj que le había regalado su ex novia, el mismo que en la mayoría de las denuncias había sido descripto como una de las pistas.
Dura condena,
pero no la esperada
Más allá de considerar si la decisión de los jueces fue la correcta a no, se merece un párrafo aparte la actuación de los fiscales, tanto de instrucción como de juicio. Estos tuvieron el tino y la paciencia necesaria como para durante al menos dos años aguardar a que el violador cayera cebado por la impunidad que él creía tener. “Cuando se enteren de quien sospechamos se van a querer morir”, dijo uno de los investigadores a La Opinión cuando ya se habían registrado varios hechos en un lapso de pocas semanas. “La mayoría de las víctimas habían descripto a una persona grandota, robusta y de manos blancas y de mucha fuerza. Que estaba bien perfumado y portaba un buen reloj”.
Por ejemplo, los dos casos por los que Pérez ya está cumpliendo condena fueron comprobados por las pruebas recogidas y los datos puntuales aportados a la causa. En cambio, estos dos últimos, le fueron atribuidos no solo porque las sospechas siempre recayeron sobre él sino porque los estudios genéticos también coincidieron.
Finalmente, Pablo Pérez, deberá purgar otros 16 años de cárcel por el delito de abuso sexual agravado con acceso carnal en contra de dos mujeres. La Fiscal de Juicio Gabriela Ates, había solicitado 25 años de prisión expresando que los hechos habían sido muy graves, pero finalmente, el Tribunal compuesto por los jueces Ocariz, Ramos y Martínez, decidieron condenarlo con una pena que no se le computará con la que ya está cumpliendo en la Unidad Penal Nº 3 de San Nicolás, la cual no está firme porque fue apelada por su defensa. Con respecto a la condena de 16 años, que si bien es grave no es la esperada, en los fundamentos del fallo, la Dra. Ocariz no dio lugar a ninguna de las nulidades y estrategias exhibidas por la defensa del Dr. Marcelo Giménez, las que ya habían sido contrarrestadas una a una por la Fiscal de Juicio.
El chofer estaba acusado de abusar de una docente el 11 de julio de 2006 en la intersección de Avenida Sarmiento e Italia. Aproximadamente a las 07:40 hs. bajo amenazas y actitudes violentas, el sujeto trasladó a la mujer hasta un descampado que había a media cuadra, sobre la calle Italia y la abusó accediéndola carnalmente.
El otro hecho por el que fue juzgado en esta oportunidad se produjo el 10 de junio de 2008 y tuvo como víctima a una menor de 15 años. La joven concurría a la escuela en el momento en que fue sometida sexualmente. En este caso el abusador eligió como escenario una vivienda en construcción ubicada sobre la calle Frers, entre Uruguay y Avenida Sarmiento, el lugar donde antiguamente se encontraba la cancha de fútbol del Club A. Mitre.
Hay quienes aseguran que esto no quedará acá. Existen serias posibilidades que con las repercusiones del caso se produzca alguna denuncia más que hasta el momento no se había efectuado y además, estaría a punto de ser elevada a juicio una causa de similares connotaciones y todas tendrían a Pablo Pérez como el principal implicado de los hechos.