Vecinos de Hermano Indio y 2 de Abril piden intervención ante los tiroteos
En las últimas semanas recrudecieron los enfrentamientos. Control del territorio, disputas de vieja data, diferencias por “negocios” delictivos, intentos de usurpación y problemas de convivencia forman parte del entramado. Cuando todo se resuelve a los tiros.
Una propuesta vecinal denominada “Niños sin frío”, impulsada para recolectar ropa de abrigo para los chicos del barrio Hermano Indio, provocó un comentario que, a modo de chiste pero no tanto, describió lo que sucede a diario en esa zona: “Tendrían que impulsar díassin tiros. No puede ser que todos los días haya tiroteos”.
La situación es conocida en ese barrio y en el 2 de Abril. Ambos, durante las últimas semanas, fueron escenario de enfrentamientos prácticamente cotidianos, a los que los vecinos asisten con temor y los chicos se acostumbran.
En los pasillos, en la calle, con la pelotaen la vereda, ven pasar a su lado a jóvenes apenas unos años mayores que ellos, con tumberas en la mano, a los gritos.
Las detonaciones se escuchan a toda hora. “Antes sabíamos que en determinado momento del día ya no había que salir de la casa, porque empezaba el tiroteo. Ahora ya no tienen horario, puede pasar a la mañana, a la siesta, a la tarde, a la noche”, aseguran en la zona.
Heridos, siempre heridos
El Servicio de Emergencias de la Guardia del Hospital traslada heridos cada vez que hay un tiroteo. Es que las balas van y vienen, atraviesan el barrio, las puertas, las ventanas, las precarias paredes.
Cada vez más, producto de que los enfrentamientos son impredecibles, resultan lesionados vecinos que nada tienen que ver con el conflicto. “Van a matar a uno, pero no les va a importar. Disparan, le pegan un tiro a cualquiera que pasa y ni siquiera se vuelven para ver si lo mataron”, se quejan en el Hermano Indio.
El último tiroteo en ese barrio terminó con un hombre de 45 años con un balazo en el pecho que obligó a someterlo a una intervención quirúrgica para drenar el líquido acumulado en un pulmón, y un adolescente de 17 años que recibió perdigonadas en brazos y piernas.
Ninguno de los dos estaba relacionado al conflicto original. Eso sucedió entre la mañana y el mediodía. Los heridos y la aparición de la policía calmaron las aguas durante la tarde. Pero a la noche, vuelta a las armas.
El enfrentamiento provocó el traslado de una chica de 21 años con un disparo en la zona abdominal que lesionó el intestino y otros órganos. Hubo que operarla y estuvo grave en terapia intensiva.
Esa misma noche, otro muchacho, de 27 años, pasó por la Guardia y estuvo internado en observación con excoriaciones producidas por perdigonadas. Otra vez, ninguno de los dos estaba vinculado al enfrentamiento.
El jueves a la noche, vecinos del 2 de Abril reportaron un tiroteo que duró algunos minutos y que los hizo sentir en medio de una guerra durante una eternidad. “Habrá sido cinco, diez minutos, no sé. Pero acá estábamos con los chicos, recién habíamos terminado de comer. Nos tiramos debajo de la mesa, por las dudas. Se hizo larguísimo, no terminaban más”, relató un padre de familia del barrio.
Al otro día ingresó a la Guardia del Hospital un hombre con una herida de bala en la parte posterior inferior de la zona torácica. Dijo que estaba en la puerta de su casa y que desconocidoslo balearon desde un auto. El herido es un delincuente que cumple condena con prisión domiciliaria.
Un reclamo que no cesa
Desde que los barrios Hermano Indio y 2 de Abril existen como tales –asentamientos precarios que fueron cobrando forma más o menos regular con el tiempo– fueron, de alguna manera, espacios de refugio de delincuentes, que se mezclaban con las familias en situación de vulnerabilidad que buscaban en la precariedad de una villa miseria un techo donde resguardarse.
En los últimos años creció la presencia de vendedores de droga al menudeo, de bandas delictivas con cierto grado de organización que operan en el barrio y cuyodivertimento es expulsar al resto de sus casas para quedarse con ellas.
La policía interviene, recibe palazos, golpes en los patrulleros y balas. A veces secuestra armas y otras detiene a los protagonistas de los hechos. La mayoría de esas veces, los delincuentes vuelven al barrio, al enfrentamiento, a las armas.