Una ciudad transformada del choripán al show
El viernes ya podía verse un gran movimiento. Los primeros puestos comenzaban a instalarse. Los permitidos y los no tanto. La Municipalidad no autorizó la venta ambulante, pero no pudo evitar la proliferación de puesteros. Hubo quejas de los que pagaron porque se vieron superados por los irregulares, muchos de los cuales tenían incluso precios superiores al resto.
La pelea por precios se vio, sobre todo a la salida, cuando algunos anunciaban a los gritos los productos que vendían, incluso con rebajas al instante. En 11 de Septiembre, una cerveza artesanal se anunciaba como la “birra nac & pop”. Los que estaban ubicados sobre Bottaro fueron los que menos vendieron a la salida. En inmediaciones del recital, comer un sandwich de milanesa podía ser más caro que en un tradicional bar céntrico. Un choripán cotizaba según la ubicación de 20 a 35 pesos. “Vendí 8000 chorizos y piden más” dijo uno de los proveedores locales más famoso.
Un conocido puntero político colocó tres puestos en la zona de los “no autorizados”. El que también aprovechó fue el concejal Martín Noseda, quien montó un puestito en la casa, en cuya puerta se lo vio sentado durante la jornada.
Dentro del predio hubo quejas del público porque alrededor de las 21.00 ya no había comida en las cantinas dispuestas, por lo que la organización dejó pasar a algunos vendedores ambulantes.
Los fanáticos de No te Va Gustar llegaron a las 19.00 del viernes, pasaron la noche ahí. En las puertas de 11 de septiembre y San Lorenzo. También había chicos y chicas que venían por Ciro. A las 10.30, 11.00 empezó a verse el mayor movimiento en esa esquina.
A las 11.00 del sábado el boulevard estaba lleno de gente que también guardó lugar para ver el show desde arriba, con el Vía Crucis como platea preferencial. En los miradores era más difícil, porque también montaron puestos. En la plaza Constitución, las vallas de Inspección se transformaron en improvisadas parrillas.
En uno de los baños había un cartel escondido que decía “Gestión Guacone” y no faltó quien hiciera bromas al respecto. Sobre todo porque el exintendente fue el impulsor de la primera edición del festival.
El centro y la zona aledaña estuvo colapsada, con vehículos estacionados en ambos cordones, en muchísimas manzanas. La organización calculó unos 8 mil automóviles. A las 14.00, en 11 de Septiembre había 58 colectivos estacionados. Los trapitos que se ubicaron en diversas zonas, sin autorización, eran en su mayoría de afuera. Entre los colaboradores que distribuyó la Municipalidad pudo verse a un inspector que enfrenta un juicio por mal desempeño y a quien le allanaron la casa en el marco de una causa por abuso de arma con resultados positivos.
El mismo día del Mastai hubo doma organizada por El Fortín, un campeonato de Optimist nacional en el club Náutico y un encuentro de rugby en el Tiro Federal, por lo que la presencia extra de personas era muy importante. Los establecimientos de alojamiento se vieron colmados, en todos los niveles.
De los artistas que bajaron por Combate de Obligado, el único que pasó con los vidrios bajos y saludó al público fue Pablo Lescano, quien llegó un poco tarde luego de que su combi quedara atascada en la zona del río Areco y fuera socorrido por fans de Ciro.
Desde la organización destacaron la unión entre los músicos, que el viernes por la noche compartieron un asado para luego recorrer bares locales. De esa “gira” participaron Ciro Martínez y Emiliano Brancciari de NTVG.
Cuando tocó Damas Gratis, la fiesta contagió a todos, incluido el intendente Fabio Giovanettoni, quien desde una autobomba de Bomberos también “levantó las manos”; el Secretario de Desarrollo Social Nicolás Macchia no quiso perderse la oportunidad de saludarlo.
Lamentablemente, hubo muchos robos dentro del festival. Una gran cantidad de chicos se encontraron con sus mochilas “tajeadas”. Billeteras y celulares, los principales elementos robados. También sustrajeron algunas cámaras fotográficas.
En ese marco de “puntazos” para robar, hubo al menos tres personas que sufrieron cortes y fueron atendidos en el Hospital.
El barro fue protagonista de la fiesta. Por momentos, costaba levantar los pies de la arena mojada. En la zona de los baños, una vez entrada la noche, todos “metieron la pata” en una zanja y algunos hasta dejaron las zapatillas.
Desde las 2.30 de la mañana en adelante, la salida por Ruta 1001 era a baja velocidad por la gran cantidad de autos. No faltaron los que quisieron pasar por el carril contrario, con el riesgo que ello implicaba, pero fueron los menos.
Ya domingo a la madrugada, los locales de diversión nocturna estaban vacíos. En la zona de barrancas, todavía quedaban jóvenes exhaustos tras la larga jornada rockera. Comían algo y tomaban la última cerveza antes de emprender el regreso. Se llevaban el nombre de San Pedro grabado, tras vivir una fiesta inolvidable.