Un Vincent del Paraná, la semblanza de Coqui López para Juanjo D’Estéfano
En el marco de la inauguración de la muestra de las obras de Juan José D'Estéfano en la Biblioteca Popular Rafael Obligado, el artista plástico Jorge "Coqui" López le dedicó unas palabras para el pintor y escultor del barrio Las Canaletas. "Todo en él era pasión", destacó.
Por Jorge “Coqui” López
En los recovecos que tienen los caminos de esta vida, tuve el privilegio y la dicha de encontrarme con grandes personas, talentosas y solidarias. Uno de ellos fue, sin dudas, Juan José D’Estéfano.
El que tuvo la oportunidad de conocerlo sabrá lo que digo. Juanjo, como le decíamos, era un hombre de río, enamorado de su barrio, Las Canaletas.
Artista, sabio, loco y niño. Sus manos creaban con barro y metal, pincel y martillo, y en el corazón la poesía transparente y fresca de la bondad.
El arte expresa modos de entender el mundo, es una forma de pensamiento y de conocimiento. El arte es una de las maneras que las sociedades tienen para crear su propia identidad.
En el sur de Francia, hace 130 años atrás, un pintor holandés intentó armar un espacio para artistas, un sueño que no pudo ser. Pero acá, al sur del Sur, El Viejo Astillero fue el gran sueño comunitario de Juan José D’Estéfano, que
lo hizo posible.
Sin caer en comparación de valores artísticos, me gusta pensar en Juanjo como un Vincent del Paraná. Quienes lo vimos trabajar pudimos ver la pasión con que vivía la creación, siempre vital, frenética, incansable, y con esa misma intensidad lo ví ayudar a quienes lo necesitaban. Todo en él era pasión.
Cualquier persona hubiera pensado en hacer algún rentable negocio con aquel hermoso lugar a orillas de el río, pero a Juan, al Juanjo de las Canaletas, ni se le pasaba por la cabeza ni por el corazón aquella idea.
Cuando compró aquel lugar fue para crear un espacio cultural abierto, con talleres gratis, un acceso libre a la cultura y al río. Y a pesar de las tormentas, el desaliento, las inundaciones y los contratiempos, El viejo astillero fue una realidad y es la ofrenda, junto a una
vasta obra de pinturas, dibujos y esculturas, que un hombre sensible y solidario le hizo a la sociedad.
No hay muchos Juanjos en esta ciudad. Andamos escasos de D’Estéfanos, de esos seres que dan, sin pedir nada a cambio. Necesitamos más locos bellos, que tengan sueños, que los lleven adelante y que esos sueños sean para mejorar la vida de sus vecinos.
Esa es la función social de todo artista: aportar desde la práctica artística a la construcción de una sociedad mejor para todos. Y esa fue la misión de el artista Juan José D’Estéfano.
¡Gracias Juanjo!
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