Amaneció el primer día de septiembre anunciando la primavera y vos, florcita dulce, buena y hermosa, decidiste desplegar tus alas de ángel para volar hacia la luz.
Mejor hermana, mejor amiga, mejor persona nos llenaste el corazón con tu presencia, tu risita tan particular y desde allí, desde la luz, sonreirás viéndonos derramar lágrimas por tu ausencia… Pero acá abajo somos así, egoístas, y querríamos tenerte con nosotros. Yo sé que vos entendés nuestro dolor y también sé que les vas a enviar un poco de esa luz que tanto brilla a tu alrededor a tus papás, a tu hermano, a tus amigos, porque tu generosidad y tu amor están más allá de la vida.
Anto, acá nadie entiende tu ausencia; pero vos, seguramente, allá en la luz derramarás la paz que tanto necesitamos los que te queremos.
La noche está oscura, el cielo nublado me asomo a la ventana y busco, busco y ahí está, una estrella, una sola; la miro y vuelvo a mi cama a dormir y soñar con él, mi ángel de la guarda, que me cuida.
Estela Paiz
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