Un pueblo dividido por los pollos
La ampliación de un importante criadero de pollos en Santa Lucía despertó una fuerte polémica. Los Concejales del PJ piden explicaciones sobre la habilitación. En la localidad, algunos se quejan por las molestias y problemas económicos que causa, mientras otros temen por los puestos de trabajo.
En Santa Lucía existen varios criaderos de pollos y también hay un Feed Lot, donde se engorda ganado a corral de manera intensiva. La localidad se caracteriza por estos emprendimientos, de gran importancia para la economía local, ya que, entre otras cosas, emplean a muchos vecinos y dinamizan una pobre economía que, tras la desaparición del ferrocarril, depende cada vez más de las actividades agrícolas y ganaderas, que pierden terreno año a año frente a la siembra de soja.
Por estos días, la instalación de un nuevo criadero de pollos de importantes dimensiones despertó debates entre los santalucenses, que tuvieron su continuidad en el Concejo Deliberante.
Visión Agropecuaria S.R.L. es la empresa que el Bloque Justicialista menciona en un proyecto de comunicación presentado en el Salón Dorado. El expediente cita una “nota presentada por muchos vecinos de la localidad de Santa Lucia, donde exhiben una gran preocupación con respecto a los nuevos galpones para el engorde de 100.000 pollos, los cuales generan muchas molestias, por el olor nauseabundo, la plaga de insectos y además una presunta utilización de parte de la vía publica, al observarse los postes del tendido de red eléctrica de la COOPSER de San Pedro Ltda., dentro del predio donde están emplazados los galpones”. “Coincidimos que es importante promover la instalación de capitales dedicados a la producción y al trabajo, pero siempre y cuando no signifiquen un inminente riesgo para la salud pública y se respeten las normas legales pertinentes”, aclara el pedido y plantea: “Se desprenden muchas dudas con respecto a cómo y bajo qué modalidad se otorgó la habilitación de Visión Agropecuaria”.
La discusión pasaría entonces por el cuidado de la salud de los vecinos y las precauciones en ese sentido, no por cerrar empresas. Esto es importante, ya que varios santalucenses dejaron en claro otra preocupación: “Yo no quiero que se vaya de acá (el criadero). Le da trabajo a la gente”, dijo una vecina.
Vecinos organizados
Los vecinos de la localidad hicieron una convocatoria casa a casa y de boca en boca para dialogar sobre este tema. El espacio elegido para el encuentro fue una casa ubicada a unos 200 metros del criadero.
Allí, la convocatoria contó con unas veinte personas interesadas en saber qué se podía hacer al respecto, ya que se mencionan como principales interesados por la cercanía con el lugar, mientras que otros decidieron no entrometerse.
En la charla estuvieron presentes los Concejales Rodolfo Trelles (impulsor del proyecto), Carlos Suárez y el electo Carlos Casini, quien, en su carácter de abogado, fue consultado sobre posibles acciones legales que se pudieran realizar, ya que los vecinos dejaron en claro que su intención no es que se vaya el emprendimiento, pero tampoco quieren ceder ni un centímetro de sus derechos, menos aún si les implica problemas en su vida cotidiana, de salud o económicos.
La excepción
El 26 de mayo de 2006, el Concejo Deliberante sancionó la Ordenanza 5.566, que autorizó al Departamento Ejecutivo a exceptuar durante 180 días el artículo 1º de la Ordenanza 4141 de 1987, que prohíbe la “tenencia, engorde, cría y/o concentración de aves en general, tanto ponedoras como parrilleras, en las zonas determinadas como áreas urbanas y urbanas complementarias”. En ese plazo, debido a la reactivación de los establecimientos de este tipo, se concedían los permisos que las empresas necesitaban para inscribirse en los organismos correspondientes. De esta manera, muchos de estos espacios pudieron regularizar su situación, pero había una cláusula que se debía cumplir: “Acreditar la existencia del establecimiento en el lugar objeto de la restricción de referencia con una antigüedad de dos años”.
Según explicó el Concejal Rodolfo Trelles a este medio, la empresa puesta en discusión se inscribió luego del período mencionado, por lo que debía cumplir con los requerimientos de la 4141, que exige además que las instalaciones estén a “150 metros de los establecimientos sanitarios, escolares o similares”, y que en su artículo 3° insta a prever “una cortina forestal en el perímetro del predio. Esta pantalla verde protectora será forestada con especies arbóreas con características de hoja de gran follaje y de crecimiento rápido.” Todas esas disposiciones no se cumplen en el caso de Visión Agropecuaria.
La empresa cuenta con tres galpones en funcionamiento, frente a tres viviendas, cerca del Centro Educativo y la Escuela 26. El predio no se encuentra separado y se ve cómo trabajan en tres nuevos galpones. Los seis, en total, albergarán la cría de unos 100.000 pollos.
Salud y dinero
Son dos de los aspectos que interesa cuidar a los ciudadanos de la comuna santalucense que se manifestaron preocupados por el tema.
Francisco, un hombre de 75 años que vive con su señora en una casa quinta cerca del lugar hace 18, tiene la intención de vender su casa, que construyó con esfuerzo luego de comprar el terreno vacío y mudarse desde Boulogne, San Isidro, a lo que define como “un lugar bárbaro. No hay problemas, ni de que te roben”. Sin embargo, asegura que el criadero lo está perjudicando mucho en su transacción. “Yo quiero vender, pero lo tuve que sacar de una inmobiliaria de San Pedro y lo mandé a Vicente López, porque no saben del quilombo este. Esto me perjudicó un cien por ciento, porque me reduce el valor de la propiedad”, explicó.
Otros vecinos relataron a La Opinión que la cuestión pasaba por otro lado: “No se puede comer dentro de la casa. En el verano hay que encerrarse porque es un mosquerío”, dijo una señora. Otro vecino comentó: “Uno se acostumbra al olor, pero no se si será bueno”. Muchos se preguntan qué pasará luego del crecimiento del espacio: “¿Quién va a aguantar el olor?, lo vamos a tener en todo el pueblo”, aseguran.
La discusión en el Concejo
El tema fue tratado en el Concejo Deliberante. Uno de los momentos más tensos tuvo lugar cuando se trenzaron en un “contrapunto” los Concejales Trelles (PJ) y González (UCR).
“Hoy se ha transformado en un problema serio en la localidad. Hay una habilitación, que nosotros decimos, es irregular”, expuso el ex Intendente, quien también acusó: “Hay algunas cuestiones que se pueden comprar en San Pedro”. Mientras que González dijo, entre otras cosas, que desde el bloque que preside (oficialismo) no iban “a acompañar. Es muy falso, mentiroso y ya fue discutido” el proyecto. Dirigiéndose a Trelles, señaló: “Si usted sabe algo sobre irregularidades, denúncielo a la Justicia, como es su deber de funcionario público”.
La discusión duró cerca de 45 minutos y finalmente el proyecto fue rechazado por diez votos negativos de parte de nueve de los miembros del bloque oficialista y el representante de Coalición Cívica, contra ocho votos positivos de los siete ediles de la oposición y Sandra Mari.
Qué dice la Ordenanza
La preocupación por la llegada de criaderos de pollos no es un tema nuevo, ya que la primera legislación que reglamenta la instalación y funcionamiento de este tipo de emprendimientos empresariales fue creada el 28 de Octubre de 1987, hace casi 22 años.
En esa oportunidad, los Concejales de la ciudad discutieron sobre una actividad nueva y que ya preocupaba, por lo que resolvieron dejar en claro algunas “claves” para el mercado. En el artículo 1º, la Ordenanza dice: “Prohíbase la tenencia, engorde, cría y/o concentración de aves en general, tanto ponedoras como parrilleras, en las zonas determinadas como áreas urbanas y urbanas complementarias y hasta las siguientes distancias mínimas del limite de dichas áreas urbanas complementarias: Ciudad de San Pedro: 500 metros. Localidades de Río Tala, Gdor. Castro, Santa Lucía y núcleo urbano de Pueblo Doyle e Ingeniero Monetta”. La última oración corresponde a una modificación realizada por los mismos Concejales. Según explicaron algunos ediles, el proyecto original no contemplaba a Ingeniero Monetta y las otras localidades del Partido tenían un límite territorial mínimo para la instalación de los criaderos en comparación con el espacio dispuesto para la ciudad.
En la época de la discusión, algunos de los espacios mencionados no tenían la cantidad de habitantes que tienen en la actualidad, por lo que la “zona urbana” era inferior a la que es por estos días, por lo que, una vez más, se ve cómo las Ordenanzas no se adaptan a la realidad de los habitantes.