Un año sin el Ratón Mickey y el Tío Rico
En exactamente 48 horas, se cumplirá un año de aquella mañana de Octubre de 2007, en la que un extraño jamaiquino bajó de un helicóptero para hacer un anuncio que pasaría a formar parte de uno de los capítulos mas bizarros de nuestra historia local.
El Miércoles 17 de Octubre del 2007, descendía Emile Maximilion Saint Patrick Higgins ante la eufórica mirada de los dirigentes sampedrinos que se aprestaban a disputar una elección nacional pocos días después.
“Para nosotros ha sido un shock cultural esta propuesta” dijo el Secretario de Turismo y Producción, Norberto “Cachi” Atrip.
Los primeros pasos se habían dado unos días antes cuando un supuesto arquitecto y el representante de la firma en San Pedro, Roberto “Tito” Cid, vallaron el campo y colocaron la casilla de seguridad al predio situado camino a Vuelta de Obligado.
Las visitas de Higgins y sus mensajes llegaban semanalmente alentando a los inversionistas que confiaban en instalar un Parque Disney con capitales árabes, que incluiría varios hoteles y casino.
No es necesario recordar que la noticia repercutió en medios nacionales y que apenas La Opinión consultó con la verdadera compañía Disney en Argentina, el emprendimiento quedó rotundamente trunco y Higgins se fue con su música a otra parte.
Pese a que la supuesta inversión inmobiliaria se había efectuado en San Pedro, jamás aparecieron documentos que confirmaran la millonaria operación. Tampoco se supo nada del propietario Alberto Sasoon, quien había encomendado a una inmobiliaria la venta del predio que definitivamente figuraba a nombre de Huife Sociedad Anónima.
Las oficinas de Puerto Madero, también resultaron un fiasco montado por el jamaiquino quien terminó, como la mayor parte de los hombres, denunciado por su propia esposa.
La mujer que dio a luz a su hija “Princesa”, llegó a la Justicia pidiendo ayuda por los maltratos que recibía del jamaiquino y por la situación económica apremiante en la que se encontraba. Habían pasado apenas unos meses de la gran fantasía, cuando en el site de World Football Idol, seguían apareciendo las fotos de Maradona y Goycochea, en un espectáculo montado en Mar del Plata al que asistieron Gloria Gaynor en primer lugar y Duran Duran, promediando el mes de Abril.
Todo trucho, todo mentira, todo estafa. No había modo de lograr que la justicia parara las actividades del jamaiquino en la Argentina y el Estudio Jurídico Lima, intentaba su defensa en distintos flancos, cuando finalmente el Juzgado Federal recibió a Higgins para aceptar una declaración que desmintiera las publicaciones de este medio.
El triste esquema Ponzi
El viejo truco de utilizar dinero ajeno pagando altos intereses, para darse luego a la fuga, ya había hecho estragos en Jamaica. Desde allí, centenares de inversores reclamaban sus ahorros enviando mails para dar con el paradero de Higgins. “El negro se esfumó” decían quienes cuidaban el predio sampedrino en la casilla mientras reclamaban el dinero que se le adeudaba a la Policía. Apenas un mes después, la propiedad aparecía hipotecada nuevamente, y Higgins ya se había hecho humo junto a las Islas Lechiguanas.
En el juzgado se tomaron algunas declaraciones pero nunca fueron suficientes para dar con el multimillonario. Un llamado a declaración llegó hasta las oficinas de Puerto Madero lo suficientemente tarde como para encontrar sólo a los prefecturianos que custodiaban el lugar por disposición de un Juez de la Capital que tenía a su cargo la causa iniciada por su esposa y a los acreedores esperando para cobrar lo que había quedado debiendo el timador internacional.
Ahora, a casi un año de su rutilante aparición, nadie desea responder sobre los motivos que llevaron al elenco municipal en pleno, a recibirlo sin tomar el más mínimo recaudo ante un anuncio que a todas luces se veía ridículo. Tampoco hubo interés en el Concejo Deliberante por establecer claramente a quién pertenecía la propiedad y por qué motivos se habían dispuesto fondos locales para el recibimiento. Nunca nadie verificó la situación impositiva y la insolvente sociedad que daba marco a una estafa mayúscula que seguía acumulando fondos de pequeños y grandes inversionistas en las cuentas bancarias de la web. En este momento, el expediente goza de buena salud y no pesan sobre Disneyman, más cargos que los de “usurpación de marcas”, iniciados por Walt Disney Company. Trámite que probablemente no continuará ya que el objetivo de los verdaderos dueños de Mickey era precisamente que no se utilizase su nombre.
Como Ripley, y aunque Ud. no lo crea, el caso Higgins sigue más que vivo. Al menos hasta Septiembre y en un blog donde se reúnen los que le confiaron su dinero.
Alli, ayudados por la magia cibernética, inversores de todo el mundo elucubran teorías sobre el enigmático hombre de la capa gris y la barba extraña. Algunos sospechan que se encuentra preso en Dubai; otros que está oculto en algún lugar del planeta. Lo cierto es que tanto en Jamaica como en Inglaterra pesa sobre él una orden de captura.
Reclamo al cielo
Con sólo leer los lamentos de los dolientes de Higgins, alcanza para preguntar por qué la Argentina sigue otorgando alegremente ciudadanías a personas de dudosa trayectoria económica. El caso de Al Kazar ha quedado sepultado tras la llegada de los integrantes del cartel de Sinaloa sembrando muertos por los shoppings y descampados. En el caso de los “vivillos” como Max, siempre cuentan con socios locales. Ahí está la cuestión central que avergüenza a todos aquellos que oficiaron como cómplices de esta risueña estafa, los que ampararon el disparate y los que fueron funcionales a sus propios intereses, percibiendo plata sucia del jamaiquino que no dudó en mostrar su billetera llena de dólares.
En cuanto a los verdaderos dolientes, la única buena noticia pasa por la detención de uno de los más estrechos colaboradores de Higgins: Henrick Gilpin, quien ya había dejado impreso su nombre en los Estados Unidos y en Jamaica.
Quienes sustentaron con sus ahorros la carrera de Higgins, siguen en el muro de los lamentos, mostrando casos verdaderamente dolorosos sobre todo de personas mayores que apostaron todos sus ahorros a los magníficos proyectos que tenía el supuesto empresario.
Sólo Dios, podrá responder por las cuentas del jamaiquino y sólo los sampedrinos quedaremos con la incógnita y la sensación de que en este pueblo todo puede florecer sin que nadie haga preguntas. Basta mirar alrededor para entender que no todo lo que se ve, resulta explicable y que no todo lo inexplicable puede constituir delito.
¡Feliz año Maximilian! Gracias por dejarnos sentir que podíamos ser los únicos interesados en investigarlo.
Eso sí, en las páginas de Internet abundan los ofrecimientos de abogados a los pobres ahorristas que perdieron su dinero. Tendrán que chequear que esos estudios jurídicos no estén regenteados por el jamaiquino… por las dudas.