A un año de un caso aberrante
Dos menores de 13 y 14 años fueron brutalmente abusadas el primer día del 2009. A un año del episodio, el supuesto abusador permanece detenido.
Hace un año, el 1º de enero de 2009, dos menores de 13 y 14 años que regresaban del baile del 31 del Club Náutico fueron víctimas de uno de los delitos más aberrantes que existen. Lamentablemente, el abuso sexual es una modalidad que crece sin atenuantes y ninguna medida cautelar ha provocado su disminución.
El hecho, como muy pocas veces había ocurrido, provocó reacciones dispares en la opinión pública. Principalmente cuando en las horas posteriores se produjo la detención de Pablo Enrique Pérez, un joven chofer de 29 años, el único sospechoso de ser el autor del doble abuso.
La comunidad venía golpeada por una inusitada ola de delitos sexuales de los que nunca hubo certezas en cuanto al protagonista de estos ilícitos. Lo cierto es que durante el período de dos años, en un determinado radio de la ciudad comprendido por las calles Tres de Febrero, Avenida Sarmiento, Ruta 1001 y Salta, uno o varios sujetos abusaron de mujeres jóvenes y de clase media. Existieron algunos por fuera de ese perímetro pero fueron hechos aislados.
La mayoría de los casos tuvo algo en común. La hora, la modalidad utilizada y el tipo de mujeres, fueron sus características. Por supuesto que esto no quiere decir que el detenido haya sido autor de todos ellos, aunque es parte de la investigación y es una hipótesis que de comprobarse desmantelaría sus andanzas, ya que no se han repetido episodios desde que está preso. La mayoría de los hechos se perpetraron durante la madrugada, cuando el sol comenzaba a asomar. Las víctimas fueron tomadas por la fuerza y desde atrás, y en casi todos los casos introducidas a un descampado, obra en construcción o, en menor medida, un refugio.
El abusador era una persona perfumada, bien vestida, de tez blanca y con mucha fuerza, aseguraron las víctimas en cada denuncia.
Altas fuentes judiciales, luego de que se tomasen las primeras declaraciones, habían asegurado estar detrás del supuesto abusador: “Cuando se enteren de quien se trata se van a querer morir”, repetían.
Un capítulo, una historia
La noticia tomó un volumen impensado y provocó la reacción de la comunidad que públicamente comenzó a tomar partido sobre un hecho sin precedentes, olvidando que aunque hipotéticamente no se trate de una violación, está absolutamente configurado otro delito descripto en el Código Penal: Estupro.
“Un lindo pibe y muy gauchito”, decían quienes lo conocían o eran pasajeros frecuentes en el vehículo que conducía. Fue por eso que su detención y posterior acusación aún hoy sigue siendo tema de debate en cualquier ámbito de la ciudad, quienes lo conocen o pertenecen a su entorno mantienen firme su postura: “¡Es inocente!”
Pablo Pérez fue detenido el primer día del año, acusado de haber abusado de dos menores de 13 y 14 años sobre el frente de un galpón ubicado sobre la calle Padre Santana, a pocos metros de su intersección con 3 de Febrero.
Según el testimonio de las víctimas, Pérez se encontraba hablando por celular al lado del mini bus gris del que era chofer. Las menores cruzaron la avenida para seguir camino por Padre Santana. Allí fueron sorprendidas desde atrás, tomadas del cuello, golpeadas y amenazadas por el sujeto para que no observasen ni la cara ni la patente de la camioneta. Lo que no tuvo en cuenta fue que el rodado es fácilmente identificable y además las víctimas podrían reconocer sus ropas, cosa que finalmente sucedió.
La causa está caratulada como abuso sexual con acceso carnal reiterado, cuya pena máxima asciende a 15 años de prisión.
Pérez se encuentra alojado en el pabellón de sanidad perteneciente a la Unidad Nº 3 de San Nicolás. Allí, vaya coincidencia, compartió los 72 días de detención de Luis Castañarez, el policía condenado por el asesinato de Gonzalo Rojas. Coincidentemente, los dos hechos que involucraron a Pérez y Castañarez se produjeron en la misma intersección, Padre Santana y 3 de Febrero.