Un muerto, dos heridos y una triste realidad
Un joven murió y otro resultó herido en un enfrentamiento con la policía luego de someter a una familia en una vivienda ubicada en Miguel Porta al 1500, intentando efectuar un robo. El intercambio de disparos terminó con el peor de los panoramas.Un policía también fue baleado y terminó en el hospital. Los detalles, los testigos y la triste realidad sistémica que afrontamos.
Ezequiel Meza y Matías Curten, dos jóvenes de entre 22 y 25 años de edad, recorrían la ciudad en una bicicleta playera color azul en la cual se reflejaba la intensa luz solar del domingo por la mañana. Gladys se encontraba barriendo la vereda de la casa de María, su madre, ubicada en Miguel Porta entre las calles Chacabuco y Dávila. Apenas pasaban unos minutos de las 10.00, la ciudad estaba tranquila, silenciosa, gran parte de ella aún dormía. El destino llevó a que Matías, Ezequiel y Gladys, se encontraran.
Todos los sampedrinos conocen el hecho que describiremos a continuación, ya que no todos los días se produce un enfrentamiento de estas características en una ciudad de 60.000 habitantes, tomando una relevancia mediática casi al punto de crear la sensación, de que fue lo único que ocurrió en toda la jornada del domingo.
Quizá Ezequiel y Matías debían estar durmiendo luego de una larga noche de diversión con sus amigos, como cualquier adolescente de su edad. Quizá deberían estar con sus familias esperando la pasta o el asado del domingo. Tal vez desayunando con sus novias, tocando la guitarra, leyendo, preparándose para rendir alguna materia de la universidad o por qué no, organizando un “picadito” para la tarde, antes de sentarse a ver los partidos de fútbol de primera división. Pero no.
Ezequiel y Matías recorrían la ciudad en bicicleta. A pesar de que la mañana era calurosa y húmeda, ellos llevaban campera, para ocultar lo que llevaban debajo. Dos armas de calibre 9 milímetros. Quién, o qué circunstancia llevó estas armas a sus manos debe ser otro motivo de reflexión.
Al cruzar Dávila – por la posición en la que se encontraba la bicicleta se da cuenta que recorrían Miguel Porta desde esa arteria hacia Chacabuco – visualizan a la mujer que se encontraba retirando los restos que las fuertes tormentas del sábado dejaron sobre su vereda. Al terminar, ésta se adentra a su domicilio y por detrás los “delincuentes”.
En ese momento la reducen y la ingresan por la fuerza a la vivienda que se encontraba en el fondo de la propiedad, detrás de un local.
La menor de las tres mujeres, Victoria de 17 años de edad, quien se encontraba durmiendo, escucha los gritos y los golpes en el interior de la vivienda, ante lo cual, y sin dudar, toma su teléfono móvil, se oculta detrás de un guardarropa y da cuenta a la policía de lo que sucedía. En cuestión de minutos los oficiales arriban al lugar y allí se desata la tragedia.
Ante la voz de alto del personal policial que arribó a la vivienda, uno de los jóvenes – extraoficialmente indicaron a Curten – comienza a disparar contra la policía ante lo cual los uniformados responden de la misma manera. Los jóvenes intentan darse a la fuga llegando hasta el frente de la vivienda. Los oficiales rodean la manzana con los vehículos de la fuerza y continúan disparando.
El saldo es devastador: el subteniente Sergio Eduardo Del Prado es el primero en caer herido de bala, la cual ingresó por la zona delantera del abdomen y salió por la zona lateral sin afectar ninguna arteria ni área vital, lo que le valió el alta médica en apenas unas horas, siendo el único uniformado herido. Distinta fue la suerte que corrieron Ezequiel Meza y Matías Curten.
El primero de ellos, de 22años, jugador de fútbol que se desempeñaba en nuestra ciudad, sin antecedentes penales, recibe un balazo con orificio de entrada en la zona del tórax y salida por la espalda. En cambio Curten, quien ya contaba con antecedentes según indicó el Fiscal Marcelo Manso, fue herido en la nalga con orificio de salida en la zona del escroto.
Ya herido, Meza intenta huir del lugar del enfrentamiento. Logra llegar a la esquina de la calle Chacabuco, dobla hacia su izquierda y tras recorrer unos cincuenta metros, cae tendido sobre la calle. El saldo: dos delincuentes y un policía heridos.
Todos los potenciales testigos perdieron noción del tiempo que transcurrió entre el hecho y la llegada de las ambulancias. El primero en ser trasladado fue Del Prado, luego Curten, y por último Meza.
Los tres heridos fueron llevados al Hospital Subzonal San Pedro, donde resultaron rápidamente intervenidos. La policía decide reforzar la seguridad. Del Prado recibe a las pocas horas el alta por lo cual se retira a su domicilio.
A dos horas del ingreso de Meza al quirófano del nosocomio, el joven pierde la vida debido a la gravedad de la herida que sufrió durante el enfrentamiento. Conocida la noticia, los familiares produjeron algunos desmanes que fueron rápidamente controlados por personal de GAD.
Por su parte Curten fue estabilizado y permaneció en la guardia del Hospital hasta la mañana del lunes, cuando fue trasladado a San Nicolás para un mejor diagnóstico aunque no corría riesgo su vida.
Nadie podrá borrar a estas tres mujeres de su memoria el angustioso momento que vivieron dentro de su casa, menos teniendo que salir cada día observando los impactos de las balas que perforaron los vidrios delanteros y el charco de sangre frente a su puerta. Tampoco nadie podrá disipar el susto de los vecinos que amanecieron con una balacera, que de haber alguna bala perdida, pudo haber perjudicado a cualquier familia del barrio, o persona que pasara por allí.
Tampoco la familia Meza podrá eliminar de su interior el dolor de no tener a su hijo, hermano, tío, nieto, más allá de las circunstancias en las que el joven perdió la vida.
Pero lo que ningún sampedrino debe borrar de su mente, ni dejar de preguntarse, es por qué un adolescente, cuya única actividad debería ser estar con su familia, con sus amigos, su pareja, estudiando, trabajando, sonriendo, disfrutando, termina de la peor de las maneras, a tan corta edad, con toda una vida por delante.