Un joven de 17 años muerto y un conflicto sin fin
Oscar Lezcano tenía 17 años. El miércoles pasado, por la tarde, murió tras recibir un disparo de arma de fuego en la frente y otro en el pecho. Sucedió en calle Fray Cayetano Rodríguez, entre Benefactoras Sampedrinas y Hermano Indio. Un video que alguien grabó y no dudó en viralizar lo mostraba a los gritos en una zanja, con la policía asistiéndolo apenas le habían disparado. Murió en el Hospital, donde había ingresado prácticamente sin signos vitales.
La investigación señala que hay testigos que aseguran que debajo de su cuerpo había quedado un arma tipo carabina recortada que alguien se llevó de la escena. Ese alguien sería quien lo acompañó hasta esa zona para cobrarse una trompada que le pegaron frente a la casa de su novia, a unas pocas cuadras.
El autor de los disparos que mataron a Lezcano está detenido. Se llama Elías “Pipi” Gonda. Tiene 20 años y vive casi en frente de donde cayó herido de muerte el de 17. Dijo que fue “en defensa propia”.
Abril, la novia de Oscar Lezcano, contó que eran alrededor de las 17.20 cuando salieron de la casa de Nair, una amiga mayor de edad a quien conocen de la iglesia evangélica a la que asisten y cuyo líder de célula es un joven que, como Oscar, alguna vez tuvo conflictos con la ley penal y encontró en la religión la manera de cambiar de vida.
La pareja de adolescentes había ido en la moto de Nair a buscar zapatillas y un abrigo a la casa de Abril para ir a la iglesia. Con ellos iba una nena de ocho años, hija de la mujer que les prestó el rodado.
Frente a la casa de Abril, en Javier Rivero al 300, cuando ella y la nena entraban a la vivienda, apareció Elías Gonda, a quien todos conocen como Pipi. “Yo me bajo de la moto con la nena y no alcanzo a entrar que llega Oscar que dice que Pipi le había pegado una piña, mi mamá lo vio tan furioso que trabó la puerta”.
Luego, Oscar logró salir de la casa. Tomó la moto de Nair y se fue. Su novia entendió que iba a buscar a Gonda. “Cuando voy llegando a la Bajada de Chaves escuché unos disparos y la ambulancia, entonces me volví, porque me imaginé que había pasado algo. Cuando llega a la casa del Pipi lo veo con su remera rosa clarita llena de sangre, tenía los ojitos abiertos y estaba convulsionando”, relató
Abril contó que según la reconstrucción que pudo hacer gracias a relatos de vecinos, Oscar no llegó a la puerta de la casa de Gonda, sino que los disparos de arma de fuego ocurrieron en la vía pública, cuando el adolescente asesinado iba en la moto con otro joven.
La moto de Nair desapareció de la escena y fue hallada al otro día, abandonada en el predio en el que Independencia tiene su ancha de fútbol, sobre calle Güemes, según informó la policía. No saben quién se la llevó, pero hay sospechas firmes que apuntan a un joven que estaría identificado y al que señalan como el que acompañó a Oscar a buscar a Gonda para vengar la trompada. Es el mismo que mantuvo un intercambio en Facebook con un conocido personaje de la zona del barrio Hermano Indio que le recriminó haber abandonado al herido y al que le respondió recordándole que él había sido el que le dio el arma.
“Jil no tenés código gato… lo dejaste tirado… puto cagon”, exactamente así escribió uno. “Que voi a dejar tirado vos flashaste en enprestarle la carabina paja”, respondió el otro.
Los vecinos tienen miedo de hablar. Nair y Abril saben que Oscar fue a buscar a alguien de camino a la casa de Elías Gonda. Por eso piden que aparezca la persona que se fue con el rodado y que los vecinos ofrezcan testimonio. “Hay una vecina que dijo que vio todo, que cuando Oscar va doblando Pipi lo estaba esperando y salió de atrás de pilar que tiene al lado de portón en la casa y que lo tumba de arriba de la moto a los tiros, y que la moto se la habría llevado un amigo del Pipi. Los chicos que juegan al fútbol en el campito dicen que la moto se la llevó un amigo del Pipi y que Oscar no estaba solo, andaba con otro pibe que lo dejó tirado, solo, y se fue corriendo”, contaron.
“Si ellos tenían problema de vieja data, no sé, nunca me había contado”, dijo Abril sobre la relación de Oscar con Elías Gonda, que en su declaración indagatoria planteó situaciones que la fiscala Ramos consideró como parte de una disputa entre “bandos” de la zona y del que, dijo, quizás Osar Lezcano ya era ajeno, pero sus vínculos con una de las partes lo hacían partícipe de la contienda.
“Él tuvo sus errores, los tuvo. Pero desde que estaba conmigo estaba todo el día en mi casa, se sentía contenido con nosotros. Hace tres meses que estábamos juntos. Él tenía un dolor bárbaro por lo del padre. Lo llevábamos a la iglesia y estaba decidido a cambiar de vida”, aseguró Abril.
“Él había cambiado, estaba re contento. Se había sacado la visera, los aritos”, agregó Nair. Algo similar dijo Rosa, la madre de Abril, que recordó que en las últimas semanas Oscar había sido “felicitado” por un policía en la calle por su cambio de actitud. El joven había denunciado en Defensoría “hostigamiento policial” y había un hábeas corpus preventivo vigente a su favor.
Al otro día del episodio, el imputado Elía Gonda declaró ante el fiscal Marcelo Manso —la causa la instruye Vivana Ramos, pero no estaba en San Pedro por “una cuestión familiar”—, acompañado por su defensor particular, el abogado Mauricio Gugger, y contó ante la Justicia su versión de lo sucedido.
“Declaró y justificó su accionar, justificó por qué actuó de esa manera”, informó el fiscal Manso a La Opinión tras la indagatoria. El planteo del acusado fue que respondió a un ataque. En el barrio hubo quienes señalaron que “esto terminó así, de la peor manera, y debería haber terminado antes y sin estas consecuencias”, dando a entender que sí habría un conflicto previo entre ambos protagonistas del hecho. Para Ramos, el accionar de Gonda no constituye legítima defensa y por eso pedirá que continué detenido.
La familia de Lezcano sostiene que él no estaba armado, aunque se desconoce por qué tienen esa certeza. El viernes marcharon desde la parroquia San Roque hasta la Comisaría. En redes sociales vierten toda clase de acusaciones contra la familia Gonda que no necesariamente forman parte del expediente. En Facebook hay amenazas. En la zona del hecho custodia policial. El temor es que así como el entuerto inicial se resolvió a los tiros, alguien quiera hacer lo propio tras el asesinato. El mismo que fue señalado como quien le “prestó la carabina” ya hizo varias advertencias. En la semana lo allanaron varias veces y le secuestraron armas y proyectiles. Su condición de “referente” para adolescentes del barrio es una preocupación que no le corresponde a la Justicia y de la que nadie parece querer hacerse cargo.