Un chino, más allá del supermercado
Nacido en Fujian en 1982, Yan apenas atravesó 9 años en el sistema educativo hasta que decidió trabajar para colaborar con su familia. Llegó a la Argentina en 2004 a ocuparse del Supermercado de su tío, quien ya estaba en San Pedro desde el 2001. En 2008 abrió su propio comercio. Padre de dos hijos, uno de los cuales estudia en China, contó a La Opinión qué le impactó de nuestro país y como se adaptó a la vida en San Pedro.
Nosotros vinimos a la Argentina para mejorar, no para perjudicar a nadie”, fue lo primero que dijo el comerciante chino de 32 años que reside en San Pedro desde 2004. Es que lo invadía una leve desconfianza – que fue desapareciendo con el correr de los minutos – mientras bebía una botella de agua saborizada gusto pomelo, pasadas las diez de la noche, minutos después de haber cerrado su supermercado.
Yan nació en 1982 en el seno de una familia de clase media-baja; vivió hasta su llegada a la Argentina en la provincia de Fujian, que tiene una superficie de 120.000 metros cuadrados para una población que supera los 36.000.000 de habitantes. Sí, prácticamente la misma densidad poblacional que la República Argentina, en apenas una provincia ubicada al sudeste del país oriental.
Allí cursó 9 años en el sistema educativo de su país, hasta que a los 13 años decidió abandonar los estudios y trabajar para ayudar a sus padres. Manipuló durante muchos años una pala mecánica, hasta que juntó el dinero suficiente para abrir una casa de venta de celulares y artículos de electrónica, que no prosperó. En 2001, en medio de la crisis, parte de su familia emigró a la Argentina, llegó a San Pedro y abrió uno de los primeros supermercados chinos de la ciudad. Yan llegó en 2004 a trabajar con su tío, en 2008 abrió su propio comercio y asegura que quiere quedarse en el país “para siempre”.
“No hay mejor lugar que este”
Así describió Yan su vida en la Argentina. Aseguró que disfruta de todas las cosas de las cuales nosotros renegamos: “El ambiente cambia a la persona”, aseguró y destacó: “Clima, número uno acá, el Dios argentino los debe querer mucho, mucho porque despúes de un día de 41º -temperatura de ese momento-, llueve. En china puede hacer calor por varias semanas y cuando llueve, llueve por muchos días”.
Padre de “Sofi” (4) y de “Facu” (6) – ambos nacidos en Argentina – contó que sus hijos llevan los nombres de sus amigos más queridos en San Pedro. “Facu, un amigo, es el que me enseñó a hacer asados”, explicó entre risas y bromeó: “Acá todos creen que los chinos comen sólo arroz, y sí, allá comemos arroz porque es muy difícil y muy caro conseguir carne para comer”.
“Yo lo que más admiro de los argentinos es su paciencia”, aseguró para sorpresa de quienes estaban alrededor y explicó moviendo sus brazos y tomándose la cabeza: “En China la vida pasa muy rápido, allá hay que hacer todo rápido, no ves una cola de gente esperando para comprar; ¡eso me pone loco!”.
Yan volvía una y otra vez sobre el clima y la alimentación. “Vemos el sol, mucho verde y naturaleza. En China para ver el sol tenés que esperar a las 12.00 porque te lo tapan los edificios. Mi hermana vivió muchos años en Hong Kong, para tomar sol tenía que hacer 30 kilómetros en colectivo y para verlo tenía que pararse a las 12.00 en la vereda, mirar para arriba y ahí está el sol, después no lo ves más”. Sobre la alimentación destacó: “Hay mucha comida natural en Argentina, no hay manipulación genética como allá. El chino come mucho arroz porque después de una semana es lo único que hay para comer. Pero nos gustaría, sí, comer carne y pollo, como ustedes”.
“Argenchino”
“Los chinos también somos vagos, como todos”, fue la frase más cómica de la noche, incluso que tentó al propio Yan. “A nosotros nos miran y piensan que estamos todo el día tratando de ver cómo hacer plata y que no paramos nunca de trabajar, pero no es así, también existen chinos vagos”, bromeó mientras escribía con sus dedos en su celular, en Mandarín, sobre una pantalla de apenas cuatro pulgadas, con una agilidad admirable. Además, destacó las políticas laborales de nuestro país: “Hay muchas leyes argentinas a favor del empleado; vacaciones, francos, feriados. Allá, los bancos abren hasta los domingos”, exclamó.
Yan contó que viaja al Barrio Chino de Belgrano, en Capital Federal, a comprar comida. Una vez por mes regresa con 50 kilogramos de arroz y peces de mar que congela en el freezer que tiene en la casa que alquila cerca de su comercio.
La camisa amarilla, con vivos negros y verdes, claramente no era fabricada en la Argentina. “No me acostumbro a la ropa Argentina, no me gusta, y no me queda bien. Mi cuerpo es distinto, los talles acá no nos quedan”, expresó enojado y explicó que compra su ropa y la de su familia en China, a través de internet, y llega una semana después a través del correo a su casa. “A veces demora un poquito más”, ironizó.
“Chino devuelve caramelos porque Argentino paga con plata grande”
Con un tono de voz que denotaba una clara duda respecto al motivo por el que los argentinos utilizan “tanto y tantas tarjetas de crédito”, Yan comentó que su cultura prefiere ahorrar y “comprar lo que se pueda comprar”, nada de cuotas ni de abonar con tarjetas en más de un pago, “allá, efectivo”, sentenció. “Sino lo podés comprar en el momento, no lo comprás, o comprás otro más barato”. En ese marco se refirió a una de las mayores críticas que reciben los supermercadistas de su nacionalidad, “el vuelto en caramelos”. “Nosotros devolvemos caramelos, porque nadie me trae monedas. En el banco, nos dan todos billetes de cien pesos, los que compran lo hacen con tarjeta o con plata grande; entonces, de dónde sacamos las monedas para devolver”, se preguntó.
Salud y Educación
Yan desmitificó el hecho de que los niños sean obligados a formarse en su país. “Nosotros elegimos que vuelvan, yo quiero que Facu y Sofi aprendan mandarín, estudien, se formen y después si quieren vuelvan”, explicó y diferenció: “De las mujeres nos preocupamos menos, porque sabemos que se van a casar y se van a ir, pero a los varones les enseñamos lo que es el esfuerzo y lo que cuesta vivir para cuando formen su familia y tengan que sostenerla”.
Respecto del sistema de salud pública, el comerciante oriundo de Fujian se mostró sorprendido y agradecido: “Acá me pasa algo y voy al hospital que es público, no se paga la consulta. Además el médico me dice qué tengo y me da remedios; quieren sacarte de encima rápido. Allá te mandan a comprar medicamentos al negocio – porque no hay farmacias – que los médicos tienen negocio y te extienden la enfermedad para seguirte vendiendo”, bromeó algo enojado.
Por último, y ya sin agua en su botella, Yan se refirió al tránsito de San Pedro. Aseguró que se “puede andar tranquilo” y comparó con las calles de su ciudad: “En china lunes, miércoles y viernes circulan autos con patente ‘par’; y los martes jueves y sábados con numeración impar”. Tampoco entiende el valor al que se comercian los automóviles usados, ya que según indicó: “Haya o no inflación, en China das una vuelta manzana y el auto ya vale menos de la mitad; acá a los cinco años lo vendés al precio que lo compraste”.
Yan sueña, al menos por ahora, con vivir en la Argentina y que sus hijos regresen luego de educarse en su país. Aseguró que siempre estará agradecido por las puertas que se le abrieron aquí y resaltó que no vino a “robarle nada a nadie”, sino a “mejorar, porque Argentina te da esa posibilidad”.