Un año después de las iniciativas solidarias, Zoe espera la vuelta a clases y su mamá vende pastelitos para sobrevivir
Luego de tanta espera, de idas y vueltas, la niña de ocho años recibió la maquina de escribir braille que tanto anhelaba. Si bien no tuvo clases en todo el año, gracias a la donación de Diego Rodríguez y a la ayuda de su primo, Zoe pudo estudiar y realizar las tareas que la señorita le mandaba.
Después de tantas iniciativas solidarias impulsadas por todo un pueblo entusiasmado por ayudar a Zoe Barreto, no vidente desde su nacimiento, luego de que su madre Leonela haga pública la necesidad de una máquina de escribir braille cuyo costo no podía afrontar y a cuya solicitud el Gobierno no había dado respuestas, La Opinión volvió a su casa para conocer cómo está afrontando estos días de pandemia y camino al regreso a clases.
Una de las noticias más relevantes es que la espera terminó y la niña de ocho años ya tiene en su poder la Perkins Brailler que habían gestionado en 2017 ante el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, que llegó ahora, casi cuatro años después.
En 2017, Leonela comenzó con los trámites para que Zoe pueda tener la máquina adecuada para su aprendizaje, derecho que le corresponde por ser una alumna no vidente. Lamentablemente, durante mucho tiempo no tuvo las respuestas necesarias, por eso decidió difundir su caso.
Pero cuando dio a conocer su historia, aparecieron otras necesidades: carece de obra social, tenía que pagar el transporte para que la niña vaya a la escuela, tiene problemas edilicios en la casa que habita, entre otras carencias.
Por eso, la maquina braille fue un disparador que posibilitó la solidaridad de los sampedrinos, no solo para que Zoe tenga su herramienta de lectoescritura, sino también para facilitar la satisfacción de los derechos que le asiste como niña y como no vidente.
La trabajadora social Carolina Porta, integrante del equipo del Centro de Referencia del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, acompañó y ayudó durante todo el camino, en la gestión de la máquina de escribir braille ante la Agencia Nacional de Discapacidad.
Su momento de mayor felicidad fue a principios del año pasado cuando Diego Rodríguez, el sampedrino que vive en Estados Unidos, le compró una máquina de escribir braille y se la hizo llegar con ayuda de varios conocidos suyos. Gracias a eso, Zoe pudo aprender y realizar todas las tareas que su maestra le mandaba durante todo el año de pandemia.
Por lo tanto, como la niña ya tiene en sus manos la máquina Perkins Brailler, otorgada por la Agencia Nacional de Discapacidad, decidió donársela a quien la necesite y que ese niño o niña puedan sentir la felicidad que sintió Zoe al recibir ese regalo.
En el 2020, Zoe no tuvo clases ya que su madre decidió que abandonara la escuela 15 días antes de la pandemia, pero realizó todas las tareas que su señorita le enviaba a través de un link, con la ayuda de su primo, quien iba aprendiendo lo que a ella también le enseñaban, mirando por celular en braille.
La familia también contaba con material que SADIV les dio para todo el año, para que aprendan junto a ella. Todas las tareas, las hizo con la máquina que Diego le donó. “Si no hubiera sido por él, que justo pasó todo esto, Zoe no hubiese estudiado todo el año”, manifestó Leonela.
Este año, su madre cree que Zoe va a poder ir a la escuela y comenzar a utilizar la nueva máquina, aunque no está muy segura por todo lo que está sucediendo. Si bien la niña concurría a tres escuelas por semana, espera que la dejen en dos o en una, porque piensa que ya es mucho.
Sin embargo, Leonela sigue trabajando en la venta de panes para recaudar dinero y continuar con las refacciones en su vivienda. Bolitas, panes rellenos de jamón y queso, de chicharrón y pastelitos caseros, son algunos de los productos que ella ofrece. Si alguien desea comprar, puede comunicarse al 3329 565264. Todos los días, a partir de las 14.30, comienza a repartir.
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