Un abuso sexual que delata una trágica historia familiar
Lo denunció una mujer amiga del propio abusador a quien la menor le contó cómo el sujeto la manoseaba y la obligaba a realizar actos obscenos. El hombre fue detenido pero como la menor no presentaba signos físicos fue liberado, aunque la fiscalía explicó que está trabajando en el caso. También interviene la UCEFF que sólo tras la relevancia que tomó el caso, atendió a la víctima y a su madre, una mujer sobre la que pesa una historia trágica también plagada de abusos.
Cuesta creer que una única familia, pueda cargar con una historia de abandono y miserias humanas tan grande como la de Sofía y sus hijos, entre ellos una niña de ocho años que el domingo confesó haber sido manoseada por un hombre de 62 años en reiteradas oportunidades.
Cuesta creerlo pero el caso no sólo desnuda esta triste realidad sino las falencias de un estado que debió intervenir hace largos años para impedir que las consecuencias llegaran a este extremo, y sin embargo ni siquiera ahora parece despertar demasiada respuesta en los organismos encargados de la asistencia psicológica y social necesaria. La noticia, que se conoció este lunes, surgió tras la denuncia policial de una vecina que vive en la calle Rivadavia al 2600. Elena López, fue quien llamó a la policía el domingo para que detuvieran al abusador, un hombre de 62 años que frecuentaba su casa como amigo y que esa noche había ido a comer acompañado de la niña. Según indicó la mujer, alrededor de las diez de la noche cuando se iban a marchar, la niña rompió en llanto y al ser consultada, comenzó a contar que en reiteradas oportunidades este hombre la había manoseado y la había sometido a sus bajos instintos, “en diferentes casas a las que la llevaba”. La nena repitió el relato incluso delante del abusador, que igualmente siguió negando su culpabilidad, pero no pudo escapar porque así se lo habrían impedido no sólo Elena sino también otras personas que se encontraban en la casa compartiendo la cena.
Luego, la propia madre de la criatura confirmó que el hombre era amigo de la familia porque ella había trabajado en la casa de él anteriormente y que siempre llevaba de paseo a la nena pero que nunca había sospechado un posible abuso. El caso tiene muchos detalles que deberían ser investigados en profundidad porque resultan confusos. Por ejemplo, la denunciante aclaró que “hace tiempo que quería hacer la denuncia” porque el hombre “traía siempre a esta chica” que es menor de edad y ella desconfiaba, pero no lo hizo porque “le decían que tenía que tener testigos o dar nombres”. “Es un buen hombre, pero siempre se embriaga”, agregó la mujer.
Mientras tanto, el sujeto permanece en libertad porque el caso fue caratulado como abuso sexual y no como violación, debido a que el médico de policía no pudo constatar lesiones en la menor. Esto indicaría que no existió penetración, y ante la falta de evidencia física, se necesitarán testimonios concretos para solicitar una nueva detención.
El Dr. Vicente Botteri es el fiscal a cargo de esta causa en la que por supuesto también interviene el Juzgado de Menores de San Nicolás. Botteri comentó al cierre de esta edición que se encontraba trabajando en el tema pero se negó a ofrecer mayores explicaciones. Mientras tanto, ni la denunciante, ni la víctima ni su madre, brindaron aún declaración testimonial y el acusado, sigue libre.
La historia de Sofía
La historia familiar que rodea a esta menor de ocho años, brinda un contexto tan aterrador como el suceso que le tocó vivir en su corta edad.
Su mamá, Sofía, tiene 43 años y fue madre de 17 hijos, aunque siete de ellos no sobrevivieron. Su primer hijo lo tuvo a los 14 años, y fue producto de una violación por lo que, obligada por su padre, debió entregarlo a una mujer que supuestamente, lo vendió o entregó a otra familia en la provincia de Catamarca. Luego ella se casó con una persona de nacionalidad italiana que la maltrataba, y con quien tuvo dos hijas que jamás volvió a ver porque según relata, se la llevaron otras familias en un episodio sumamente confuso.
Otros hijos mayores viven en Buenos Aires, en San Pedro y en Neuquén, que son producto de una segunda pareja a quien Sofía llama “el padre de sus hijos”, de quien se separó hace unos siete años. Actualmente, vive en pareja con un joven de 26 años, y con sus hijos de 16, 14, la nena de 8 y otros dos de 5 años, la mayoría de ellos alumnos de la Escuela Nº 501 porque presentan problemas de aprendizaje. La mujer, además, fue operada por padecer Cáncer de útero y asegura que varios de sus embarazos fracasaron cuando vivía con su anterior marido en las 150 viviendas, porque le “habían prendido fuego la casa”.
Entre sus tragedias, cuenta que el menor de 16 años también fue abusado en el barrio Hermano Indio donde ahora viven, cuando tenía unos tres años y también fue asistido entonces por la UCEFF en ese momento pero luego dejó el tratamiento por indicación de los mismos profesionales.
A pesar de semejante contexto, la respuesta del organismo ante el abuso de su hija de ocho años fue citarla el lunes a las 8 de la mañana, pero como se presentó mucho más tarde, le indicaron una nueva cita para el jueves. Finalmente, después de variadas excusas y ante la trascendencia del caso, el lunes a la tarde una de las profesionales concurrió a la casa de la familia, y ahora la menor está bajo tratamiento psicológico. Pero si algo dejó al descubierto este caso es la burocracia y escasa capacidad de reacción de la oficina de Violencia Familiar para atender un hecho tan complejo como éste.
“Quisiera que me ayudaran para llegar hasta el final, cueste lo que me cueste”, dice ahora Sofía, y no hay duda que necesita una verdadera asistencia para dejar atrás tanta tragedia.
Obviamente, desde el Juzgado de Menores, la respuesta es nula. Desde ese sitio parece que lo único que importa es que los niños lleguen a los 18 años y se las arreglen, porque ya son demasiados los desatinos de la Justicia de Menores de esta zona.