Turismo en negro y sin tasa
La actividad turística mueve mucho dinero en la ciudad, una buena parte en negro. La mayoría de los alojamientos no están habilitados y fueron construidos bajo expedientes de viviendas particulares. Hasta el momento no hay una tasa que regule la actividad.
San Pedro turístico es un boom innegable. De la misma manera, el crecimiento de construcciones de todo tipo se transformó en un paisaje común en los últimos años. Muchas de esas construcciones obedecen a la posibilidad de subirse al caballo de la industria de servicios de alojamiento, desde megahoteles a pequeñas habitaciones acondicionadas en casas de familia.
Alojarse en San Pedro
Si se escribe “alojamiento en San Pedro” en un buscador de la web puede encontrarse —además de los clásicos hoteles, campings, bungalows y cabañas— una multiplicidad de guías donde aparecen entre 25 y 30 lugares de alojamiento que responden a la denominación “casa, departamento o habitación” extrahoteleros, incluyendo complejos de departamentos que en algunos casos cuentan con 30 plazas.
La Opinión buscó alojamiento en varios complejos ubicados en distintos puntos de la ciudad. Durante una semana llamamos a los teléfonos indicados en las guías, obteniendo distintos resultados:
1)Cerca de la Ruta 1001, hay alojamiento en departamentos por 500 pesos el fin de semana. Ofrecen calefacción, cochera, ropa blanca e insumos para desayuno, asegurando “atención permanente”. Consultados sobre el tipo de facturación la respuesta fue: “No. Factura, imposible”
2)Avenida 11 de Septiembre, cerca del río. Dos departamentos. Cama matrimonial en habitación separada, dos camas cucheta y una cama individual, baño completo, heladera, cocina con horno, microondas, vajilla completa, ropa de cama, calefacción, aire acondicionado, televisor, cochera. Todo por 250 pesos el día. ¿Facturar? “Y, no, mirá, factura no te puedo hacer. Igual, va a ser difícil que consigas algún alojamiento que te facture. Tendrías que ir a un hotel”, se sinceró el oferente.
3)A dos cuadras de 3 de Febrero y a siete del río. Departamentos nuevos para dos a cinco personas. TV por cable, ropa de cama, anafe, heladera, utensilios de cocina, aire acondicionado split, ventiladores y calefacción. Sin toallas. Todo por 600 pesos el fin de semana. Consultado sobre la factura, dijo: “No, cómo te voy a dar una factura por dos noches de alojamiento”.
4)A metros de la barranca. Departamentos con terraza, para cuatro personas, a dos cuadras del río, con cocina, dos noches por 450 pesos. “Te puedo conseguir una factura de un pariente que se dedica a la actividad hotelera”, respondió ante la pregunta sobre certificar el pago.
5)A 50 metros del río Paraná, a centímetros de la barranca, muy cerca de un restaurante en la costa, antes de que inaugure el mega hotel, podemos alojarnos en uno de los cinco departamentos construidos bajo un expediente que dice “dos viviendas con 13 habitaciones”. Aire acondicionado, piscina, hall central, jardín con reposera, próximamente cinco departamentos más. Lo que se dice un verdadero complejo de departamentos para el turista exigente. Por 800 pesos, podemos pasar el fin de semana junto a tres amigos. Eso sí, no pida factura, porque “a lo sumo puedo pedirle una a algún colega, pero no es seguro”, será la respuesta.
Todo ello existiendo una Ordenanza de Fomento al Turismo, a través de la que se condonan impuestos para la construcción de edificios destinados a la explotación turística.
La etapa más fuerte de fomento a la actividad podía soportar ciertas irregularidades que permitirían el avance del sector y su paulatina regularización tributaria. Por eso se conoce de muchas casas, departamentos y habitaciones en alquiler para turistas que, aun a la vista de todos, no estaban habilitados. El dinero que podría estar ingresando a las arcas públicas se torna imposible de calcular.
Negro, negro
La informalidad es un rasgo que caracteriza a muchas actividades comerciales ligadas a los servicios. Entre los sampedrinos, los turísticos hacen punta. El ingreso de visitantes cada fin de semana, con la transformación de la ciudad en un destino de escapada, fomenta el deseo de subirse al tren del negocio fácil. Sin grandes inversiones, hemos visto cómo pasaron las eras de agencias de remisses, ciberlocutorios, maxikioscos, hasta llegar al actual boom de la construcción.
Para iniciar una construcción, el emprendedor puede abrir un expediente en la Secretaría de Obras Públicas (a veces con una simple esquela basta), donde deberá llenar una serie de formularios a tal efecto. Entre ellos, uno que tiene unos cuantos ítems entre los que recordaremos dos: uno dice “vivienda” y otro, “hoteles y alojamientos”. Si usted va a construir su casa, para vivir o alquilar como vivienda permanente, tildará en “vivienda”; si lo que construirá es un emprendimiento turístico donde ofrecerá servicios de alojamiento, tildará en el ítem “hoteles y alojamientos”.
Regular a los irregulares
El Decreto Provincial 659 de Abril de 2007 regula el alojamiento hotelero y extrahotelero. Las casas o departamentos utilizados como alojamiento turístico “deberán contar con una certificación de profesional habilitado o entidad capacitada”, refiriéndose a Martilleros Públicos o cuerpos colegiados de esa profesión, requisito sin el que “no podrán ofrecerse ni comercializarse”.
Una Ordenanza Municipal de 2007 llamaba a los propietarios de viviendas y habitaciones en casas de familia destinadas al turismo a declararlos en un registro habilitado a los efectos de tener una oferta más ordenada. La norma preveía que los propietarios debían ser titulares dominiales y no ser deudores de Tasas Municipales. El objetivo era prestar un servicio de información, eximiéndose la Municipalidad de intervenir ante el incumplimiento de las condiciones pactadas. Cada seis meses, debía renovarse el asiento en el registro.
Cultura tributaria
Tributar al fisco es un deber cívico a través del que todos contribuimos al bien común. Las actividades industriales y comerciales tributan en virtud de su posibilidad de obtener ganancias. El Estado recauda por permitir la actividad y destina esos fondos a salud, vivienda, educación, etc. La excusa no puede ser “no pago porque el Estado no cumple”, porque, en última instancia, un delito más otro delito da como resultado dos delitos. Si consideramos que el Estado no cumple con sus obligaciones, deberemos arbitrar los medios necesarios como para que desde los organismos correspondientes se atiendan esos reclamos de la sociedad civil. De ninguna manera podríamos creer que no pagar los impuestos implicaría un modo de protesta válido. Mucho menos si hablamos del tributo que deben abonar quienes realizan actividades lucrativas sujetas a obligaciones impositivas.
Si la actividad turística ya se afianzó en la ciudad y la palabra Turismo es parte de la sampedrinidad, es hora de que la población en general pueda verse beneficiada por ese fenómeno. La creación de una Tasa de Turismo permitiría que la importante masa de dinero que ingresa por una actividad que el Estado local fomenta de manera importante retorne a los ciudadanos que contribuyen a ese fomento.
El control municipal es necesario para que las normas vigentes se cumplan y el tesoro público se fortalezca con los tributos impositivos que deberían pagar quienes no están habilitados. Los turistas se beneficiarán al contratar servicios de alojamiento que cumplan con los requisitos, ofrezcan las comodidades debidas y permitan poner en marcha mecanismos para que su lugar como consumidores sea respetado.
Un gestito de idea!
Las experiencias de otros Municipios con intensa actividad turística —como Villa Gesell, Tandil, Bariloche o la cercana San Nicolás— dan cuenta de la importancia que puede tener la creación de una Tasa de Turismo. Algunos lugares cobran $ 1 por turista que ingrese a los hoteles y alojamientos. Otros, el mismo precio por ingresante en micro o minibús.
En Tandil, la tasa de turismo es abonada por todos los actores directos e indirectos que se ven beneficiados por la afluencia de turistas. Además, los alojamientos extrahoteleros deben ser ofrecidos mediante las inmobiliarias y abonar un canon anual de $ 240. La norma fue aprobada en 2007 y recaudó unos 300.000 pesos en su primer año de funcionamiento. Sea mucho o poco, tener una tasa y por ende una contraprestación nos permitiría no distraer fondos esenciales para la atención de los ciudadanos y reinvertir en turismo todo lo que se recaude. Qué lindo sería escuchar alguna propuesta por parte de quienes tienen la posibilidad de diseñar las políticas de la ciudad.