A troche y moche, los nombramientos que pagan “deudas de campaña”
En un mes, el gobierno de Cecilio Salazar nombró a varios funcionarios y empleados para su segundo mandato. En cada caso, todo suena a “deuda de campaña”: Luciano Juhant, Jorge Mc Inerny y hasta la concejala Verónica López, que sigue de licencia luego de que la descubrieran “enganchada de la luz”, entre los beneficiados.
El segundo mandato de Cecilio Salazar comenzó el 10 de diciembre pasado. Desde entonces, los nombramientos políticos que encajan en la calificación de “deudas de campaña” no cesan. Los últimos hicieron ruido porque el mundillo de la política se sacudió con las novedades.
El más resonante fue el del expastor evangélico y exconcejal barbierista Luciano Juhant, que fue designado director de Educación y Capacitación. Empleado municipal, Juhant fue precandidato a intendente por el Frente de Todos en una lista que tenía como primer concejal a “Juancho” Correa. Tras la derrota en las PASO, el referente local del partido “próvida” Renacer Político, hizo público su apoyo sin ambages a la candidatura de Salazar, a pesar de que la noche del 11 de agosto había ido a expresar respaldo a Ester Noat, que le ganó la interna.
El radicalismo también “cobró” otro cargo con la designación del exfuncionario –y exoperador político de fuste– de Barbieri, Jorge Mc Inerny, como delegado de Santa Lucía en reemplazo de Luis Caramún, que pasó a director de Tránsito. Lo había adelantado La Opinión tras la asunción de Salazar: ese nombramiento implicaría el congelamiento de la anunciada y nunca concretada creación de una Secretaría de Desarrollo Estratégico de la que se haría cargo Diego Chediak, a quienes en el salazarismo puro llaman “el esposo de Paola Basso”, como desconociendo su rol fundamental en el gobierno de Barbieri. Por cierto, a Mc Inerny tampoco lo conocían mucho.
Estos funcionarios se sumaron al trío con el que reemplazaron a Karina Chiarella en Desarrollo Humano: el nuevo secretario, Walter Sánchez; la subsecretaria Laura Monfasani; y el director de Asistencia Directa, José “Renegado” Franchini, que se había quedado sin conchabo en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
Además hubo recategorizaciones, bonificaciones, pases a planta permanente, conversión de “decretos” en empleo temporario y otros “premios” beneficiaron a quienes “pusieron el lomo” en la campaña para el oficialismo.
Entre los nombramientos de nuevos empleados apareció uno que roza el escándalo: la concejala Verónica López –en uso de licencia en su banca desde que fue descubierta “enganchada” de la luz– apareció la semana pasada como empleada en el Centro de Salud de Río Tala. Empleada de galpones de empaque y dirigente gremial del Seda como su padre, el recordado exedil Jorge López en cuyo nombre juró cuando asumió, Verónica López estudiaba enfermería mientras estaba en ejercicio como concejala y hasta faltaba a las comisiones para cumplir con sus prácticas en el Hospital.
“A troche y moche” es una expresión vintage para definir con precisión qué es lo que viene sucediendo en la administración municipal donde ahora disputan palmo a palmo varios espacios de los que se han retirado a tiempo algunos referentes que sostienen que en unos meses “empezarán a hablar”.