Tristes y Miopes
Stefano ZAMAGNI, emérito profesor de la Universidad de BOLOGNA que nos visita, me decía el otro día que la “economía es muy delicada para dejarla sólo en manos de los economistas” y agregaba: “para el hombre común europeo los individuos que se especializan en Ciencias Económicas son llamados “los hombres tristes” por la actitud casi patológica al tener casi siempre una mirada escéptica ó desconfiada de la realidad y del futuro. Generalmente están viendo acechanzas, tormentas y dolor en lugar de luces u horizontes diáfanos y esperanzadores. “¿Cuántas muertes han provocado los diagnósticos de los economistas? Esto se está estudiando en ITALIA y las cifras parciales, entre derrumbes, quiebras y hasta suicidios, es alarmante” concluía ZAMAGNI siendo él mismo un jurista- economista de dilatada trayectoria. Sin embargo su posición ante la vida es de fe y esperanza y de considerar que los beneficios y del progreso, de la tecnología y aún en este modelo de “globalización” va a llegar a casi todos los hombres en cuestión de pocas décadas. Finalmente nos daba un dato: está científicamente comprobado que para que un hombre se sienta feliz y realizado el límite justo y posible de ingresos “per cápita” anuales es de U$S 32.000, unos U$S 2.650 mensuales. Por encima y por debajo de esa cifra el ser humano padece una infelicidad bastante notoria y alarmante: los que ganan más afectados por un sentido de ambición desmedida y los que ganan menos (la mayoría) por un sentimiento de no alcanzar objetivos en bienes ó patrimonio y el dolor de certificar una incapacidad que no podría revertir. Bueno, es sólo un dato científico avalado por las estadísticas de organismos dedicados a esos menesteres tipo INDEC. Lo cierto es que el ser humano integral, aquel que se levanta todas las mañanas a trabajar y ganarse honestamente el pan con el sudor de su frente, descree muchas veces de las fórmulas matemáticas que le brindan instituciones u organismos evaluadores. Porque también existe en ese universo una cantidad de personas desocupadas que- como en el caso de América Latina- mantienen altos índices que, aunque son aliviados por programas ó planes sociales, duelen y enferman el tejido de la sociedad. Por ello los discursos tecnológicos no sirven casi nunca para “abordar” la realidad que se presenta todos los días del año, tan presente como el sol, la luna ó las estrellas. Lo meramente tecnológico es híbrido porque analiza procedimientos y nunca, nunca resultados. Eso ha pasado en toda América Latina y naturalmente en Argentina. Se utilizaron recetas enlatadas de organismos internacionales con una mirada única de otorgar algún ingreso a los pobres e indigentes (Plan Jefes y Jefas, etc.) Esa mirada reducida está creada por “los hombres tristes” de ZAMAGNI economistas que, de una u otra manera, nos fueron llevando hacia la idea que estamos inmersos en un aparato de relojería: reparando una parte, el resto automáticamente se soluciona… ¡¡¡Eso es miopía!!! por el Dr. Elvio Macchia