Tres años de dolor, tres años sin justicia
Hugo Lobello, padre de Rubén, sostiene que su hijo fue víctima de un intento de robo y no de un accidente como se caratuló la causa hace tres años atrás.
El 27 de Noviembre de 2005, Rubén Darío Lobello regresaba de un asado y cerca de la una de la mañana encontró la muerte. Las primeras noticias por aquellos tiempos indicaban que dos motos habían colisionado y como consecuencia del impacto, Lobello, de 37 años perdió la vida en el acto.
Hugo Lobello, un jubilado de más de 80 años nacido en San Pedro, pero con domicilio en la ciudad de Quilmes, le rinde homenaje todo los 27 de Noviembre. Es por eso que a los tres años del fallecimiento de su hijo no baja los brazos, investigó, preguntó, fue al lugar del hecho, hizo todo lo que un padre haría por su hijo. Lo más triste es que llegó a la conclusión de que su hijo fue víctima de la inseguridad, que Rubén fue víctima de un intento de robo y a raíz de ese incidente, al caer de la moto sufrió un grave traumatismo de cráneo que le produjo la muerte.
Para la Justicia fue un accidente de tránsito, y según el hombre, nunca hubo pericias, ni siquiera en el lugar del accidente en la esquina de Los Andes y Aulí. En la Comisaría nadie lo escuchó, en la Fiscalía de San Nicolás tampoco, “Me dijeron que era la palabra mía contra la del otro, que consiguiera como 14 testigos para dar vuelta la carátula de la causa”, dijo Lobello.
El hombre no baja los brazos y a través de los medios de prensa encontró el lugar que quienes deberían dárselo no lo hicieron.
“Mi hijo regresaba de un asado. Venía en moto por la calle Aulí en sentido al centro, y al llegar a la intersección con Los Andes fue colisionado por una moto que conducía en contramano un hombre conocido como “Tony” Barboza”, aseguró el padre de la víctima.
“Hablé con varias personas y llegué a la conclusión de que a mi hijo le quisieron robar, no fue un accidente de tránsito”. “Me dijeron que esa es una zona peligrosa y que quien lo chocó tiene varios antecedentes. A mí me comenzó a llamar la atención cuando le descubrí que en uno de sus brazos, a la altura de la muñeca, tenía una mordedura. Cuando le informé eso a la Policía me dijeron que era una mordedura de perros, que seguramente al caer un perro lo mordió”, comentó Lobello. “Estoy seguro que esa mordedura es porque antes de caer le tiró una piña o algún manotazo para defenderse de quien le quería robar”.
A tres años de la muerte de su hijo, Hugo Lobello no baja los brazos y sueña con que algún día se haga justicia. Sólo encuentra consuelo en los medios y en un pequeño oratorio que él mismo le construyó en homenaje sobre uno de los laterales de la Ruta 1001, a metros de Crucero Gral. Belgrano. “Elegí ese lugar para depositar sus cenizas y una foto, ya que allí fue donde un día charlando me confió que se vendría a vivir a San Pedro porque era el lugar que más le gustaba. Yo y mi señora nacimos en esta ciudad pero cuestiones de la vida nos fuimos a vivir a Quilmes”, dijo.
Rubén Lobello había llegado a San Pedro en el año 2003, trabajó como remisero en la agencia Arco Iris y luego fue contratado como chofer de la empresa Ru-Car.
“No bajaré los brazos”
El padre de la víctima recuerda que su hijo era una persona muy responsable y que conocía el peligro porque hace unos años, en Quilmes, fue atacado por un delincuente mientras aguardaba en un semáforo, y allí recibió un disparo en la pierna cuando intentó resistirse.
“Necesito conseguir testigos. En aquel momento hablé con un muchacho conocido como “Caqui”, quien me dijo que me iba a ayudar pero después no lo pude encontrar nunca más”. “A veces pienso en hablar con Barbosa y preguntarle realmente que fue lo que pasó, pero me falta un poco más de coraje. Por algo la madre, ese día, se llevó la moto enseguida para su casa. “No bajaré los brazos”, concluyó Lobello.