Tras marcha de familiares, Manso espera el informe satelital de los patrulleros
La muerte de los adolescentes Emanuel Hernández y Pablo Fernández en la ruta 9 volvió a ser motivo de una marcha en Río Tala, localidad donde vivían, para exigir avances en una investigación que tiene como objeto de sospecha el accionar de la policía.
El caso está en manos del fiscal Marcelo Manso, que no sólo estaba en turno cuando ocurrió el accidente que le costó la vida a los dos jóvenes, sino que además es el responsable en San Pedro de tramitar las causas relacionadas con violencia institucional que tienen a agentes policiales como imputados.
El titular de la UFI 5 continúa recabando testimonios para sumar al expediente. Luego de los primeros relatos de algunos de los otros chicos que estaban esa noche en la caravana de un auto y tres motos que se dirigían a Baradero, aparecieron otros testigos para tomarles declaración, como el sereno de una planta logística ubicada en la zona del hecho, que según relataron en Río Tala “escuchó los disparos”.
Además, Manso ya pidió al Ministerio de Seguridad bonaerense los registros del sistema de posicionamiento vehicular (AVL, por sus siglas en inglés: Automatic Vehicle Location) con que están equipados los patrulleros de la Policía bonaerense, que permite acceder al historial de las tareas de los móviles.
El objetivo es conocer con precisión dónde estaban los patrulleros involucrados esa noche en el hecho, puesto que hay versiones que los ubican en una estación de servicio desde la que habrían salido para iniciar la persecución, mientras que la oficial dice que salieron de Río Tala alertados por la denuncia de un ilícito, que podría haber sido un robo.
En Río Tala, los familiares y amigos de Emanuel Hernández y Pablo Fernández piden “avances” en la investigación. “Necesitamos respuestas. A la mamá de Emanuel no la llamaron ni tampoco llamaron a nadie más, ni informaron nada”, señaló la pareja de uno de los hermanos de Emanuel Hernández.
La de la semana pasada fue la cuarta manifestación pacífica organizada por sus amigos y allegados de los fallecidos, que quieren que la investigación avance “para limpiar” de sospechas el nombre de los jóvenes. Para el 10 de marzo, cuando se cumpla un mes, planean marchar desde el punto de la autopista donde ocurrió el accidente hasta la localidad, en cuya plaza dejaron una cruz con sus nombres.
El pueblo sigue dividido respecto de las opiniones y la tarea investigativa de Manso quizás pueda arrojar sensatez a un debate que no mide que, después de todo, lo que sucedió le costó la vida a dos chicos de 15 y 16 años.
Ese 9 de febrero, cerca de la medianoche, 14 chicos y chicas de entre 13 y 17 años salieron de Río Tala en un auto y tres motos rumbo a Baradero. Su plan era ir a la rotonda de la costanera de la vecina ciudad, donde habitualmente se reúnen jóvenes con motos y a veces hasta hay picadas clandestinas.
El relato de los testigos señala que, tras cargar combustible en la estación de servicio del carril Rosario–Buenos Aires, subieron a la autopista y comenzaron a ser perseguidos por patrullero de la policía. Aseguran que en el marco de esa persecución, desde los móviles y desde un automóvil civil les dispararon con armas de fuego.
Uno de los motociclistas, que iba con su novia embarazada, huyó en contramano por la ruta 9, en dirección a Río Tala. Las otras dos motos cruzaron el carril por el cantero central. En una iban dos jóvenes que lograron cruzar hacia la colectora y continuar su huida. En la otra, Emanuel Hernández y Pablo Fernández, que fueron embestidos por una camioneta que circulaba en dirección Buenos Aires – Rosario y no alcanzó a verlos, los embistió de frente y murieron en el acto.