Tienda Esthercita cierra sus puertas después de 38 años
Matilde Torres, cerrará el lunes definitivamente las puertas de la tienda ubicada en Salta al 1200. Su mamá fue la fundadora de este negocio que en otras épocas incluía artículos de mercería, perfumería y librería, además de ropas de vestir. “Las épocas cambiaron y no podemos competir con otros comercios”, dice resignada la propietaria, que está vendiendo a buen precio lo que queda de la tradicional tienda.
Durante casi medio siglo, la familia Torres hizo del comercio su medio de sustento y de vida, porque la tienda era mucho más que un negocio de puertas abiertas.
La tienda Esthercita, ubicada en el número 1260 de la calle Salta, era un lugar de reunión y encuentro para muchos vecinos y habitantes de lugares indistintos que llegaban en busca de ropa interior para toda la familia, alguna camisa, hilos y agujas, elásticos y por qué no, una colonia para regalar a ese primo que cumplía años.
Imposible olvidar ese exhibidor de hilos Tomasito, de madera barnizada y con tapa de vidrio para que se pudiera apreciar la amplia gama de colores de cada carretel. Estaba puesto sobre el mostrador, en el lado opuesto donde todavía hoy está el soporte de los rollos de papel para envolver.
Ese exhibidor que Matilde Torres, la propietaria, dice que va a guardar como recuerdo para reciclarlo y darle cualquier utilidad que permita seguir teniéndolo entre la familia, como desde hace 38 años.
En estas casi cuatro décadas, pasaron tres generaciones por la pequeña tienda. La mamá de Matilde fue la fundadora, quien la inició en un local desprendido de la casa familiar para aportar unos pesos más, ganados con honor y esfuerzo. La inauguración fue el lunes 9 de Diciembre de 1968. Todavía la familia guarda un primer afiche en el que se anunciaba la apertura de este comercio que ofrecía “Lencería, Juguetes y Anexos”, con “grandes ofertas en ropas de niños. Vea nuestras vidrieras y recuerde que Baltasar lo espera con precios de inauguración”.
Después, le fue tan bien y se sumaron tantos clientes que hasta su esposo dejó su trabajo particular para sumarse a la atención detrás del mostrador.
Matilde heredó después el comercio, que todavía atiende. Al menos hasta este lunes, cuando se produzca el cierre definitivo de sus puertas.
El nombre de Esthercita tiene una historia emotiva y trágica detrás, porque Esther se llamaba una hermana de Matilde que falleció cuando era apenas un bebé.
“Todavía tenemos muchos clientes, mucha gente del campo que tiene como tradición venir a comprarnos, y sigue siendo fiel”, dicen sus dueños. Es que las familias de la zona rural, eligieron siempre este tipo de tiendas que eran casi una especie de ramos generales, porque allí podían encontrar la variedad de artículos que necesitaban para toda la familia de diferentes edades.
Desde camisas talles especiales para los hombres más robustos, hasta la ropa interior para mujeres y niños, o hasta los cuadernos para la escuela.
“Ahora todo es diferente. La gente se maneja en el centro, con un poco de ropa en los estantes se abren las tiendas nuevas, y hasta hay menos talles”, explicaron los propietarios de Esthercita.
La competencia desleal también la ofrece la venta directa de muchos “buscavidas” que compran a muy bajo precio en lugares como La Salada, esa feria informal a la que se llega solamente en transportes especialmente dedicados.
A partir del lunes, la ciudad despedirá para siempre a una tienda que hizo historia porque siempre fue atendida por sus dueños, con esa paciencia y dedicación de los viejos y queridos comerciantes. Seguramente la familia Fucci, que todavía mantiene abierta su sedería justo en la vereda de enfrente, extrañará ese comercio amigo con los que compartió en el mismo barrio años de verdadera gloria.