Temor en Santa Lucía: dos bandas enfrentadas, entre ellas una que huyó de Los Monos en Rosario
Desde hace unos meses, los vecinos de la localidad encendieron alarmas por el enfrentamiento entre dos grupos de jóvenes a los que señalan como vinculados a diversos hechos delictivos. Hace varios meses, hospitalizaron a un muchacho con los dedos quebrados y ahora otro joven fue derivado en grave estado por las lesiones que le infingieron con un fierrazo en la cabeza que casi le costó la vida. Señalan a un grupo que apodan como “los rosarinos”, que aseguran haber huido de la villa Las Flores en esa ciudad luego de enfrentarse con miembros de la famosa banda narco Los Monos.
“Santa Lucía se puso brava”, dicen los vecinos históricos de una localidad que siempre supo diferenciarse del resto de las del distrito por sus bajos índices de delitos cometidos y por carecer de conflictos de gran envergadura, más allá de los violentos robos en la zona rural que siempre tuvieron un manto de sospecha relacionado con “dateros” que se enteraban de movimientos bancarios o ventas importantes de animales, granos o propiedades.
Sin embargo, en los últimos meses, el enfrentamiento entre dos bandos relacionados con diversas cuestiones delictivas tiene preocupados a los vecinos de un pueblo en el que los grupos de delincuentes no estaban identificados como tales.
Ahora, parece que sí. Al menos así lo plantean los históricos habitantes, que identifican con claridad a dos grupos de jóvenes a quienes no se les conoce trabajo alguno más allá de alguna changa y que, sospechan, estarían relacionados con diversos episodios violentos que sucedieron en los últimos meses en la localidad.
Enfrentados entre sí, no cesan de provocar disturbios y desmanes que se agravaron en las últimas semanas con golpizas brutales que dejaron a una mujer golpeada en su propio domicilio y a un joven hospitalizado.
De un lado están los muchachos del pueblo y de San Pedro que se mudaron a la localidad; del otro, un grupo apodado “los rosarinos” que llegaron hace unos años a vivir “del otro lado” de las vías y a los que muchos temen por sus violentas actitudes, que promediando 2019 dejaron a un joven con los dedos quebrados y hace diez días a otro que estuvo al borde de la muerte tras sufrir una grave lesión en el cráneo.
“Alejandro se salvó de milagro”
Alejandro Carreras, de 21 años, fue internado el domingo 12 de enero por la noche. A las pocas horas lo trasladaron a San Nicolás, donde lo sometieron a una intervención quirúrgica. Estabilizado, lo dieron de alta. El mes que viene volverán a operarlo para colocarle una prótesis. La brutal golpiza que le dieron le provocó severas lesiones en el cráneo.
El joven no está en Santa Lucía y su familia aseguró que “no va a volver”. El relato de los familiares señala que ese domingo, otro joven que vivía con Alejandro le pidió que fuera a comprar unas cosas a un almacén donde él no podía ir porque había pedido fiado y debía.
Alejandro emprendió la caminata y vio cómo un auto se acercaba con intenciones de atropellarlo. Subió a la vereda y corrió. Cuando llegó a la despensa, estaba cerrada. Del auto bajaron al menos cuatro personas –de las que reconoció a dos y están imputadas– que le propinaron piñas, patadas y le pegaron con un palo. En el piso, uno lo ahorcaba cuando otro se acercó al coche, sacó un fierro y le dio en la cabeza, tras lo que huyeron.
Familiares de Alejandro Carreras aseguraron que el joven tenía “mala junta” y hasta sospechan que algunos de sus amigos podrían estar vinculados con “con el tema de las drogas”. “Ellos son los tuvieron problemas con los rosarinos”, dijeron.
“Antes de que le pasara esto a mi hijo fueron a hacer problemas a otra gente”, aseguró la madre de Carreras, quien relató que el joven “se salvó de milagro”, sin saber que a quien mencionó como “otra gente” era una mujer que el lunes por la mañana llegó a la redacción de La Opinión con moretones y marcas que aún eran visibles a una semana de la golpiza de la que fue víctima.
Dedos quebrados y madre golpeada
“Chucky” le dicen a uno de los jóvenes oriundos de Santa Lucía que también tuvo problemas con “los rosarinos”. Según cuentan en el pueblo, él y un par de amigos tuvieron un encontronazo con uno de los de la otra banda y le pegaron. “El vuelto” fue costoso: el joven terminó hospitalizado con las manos y dedos quebrados.
El domingo que golpearon a Carreras, al mediodía, la madre de “Chucky” fue atacada por “los rosarinos” en su casa
“Yo hice la denuncia y ahora estoy amenazada de muerte, entraron a mi casa y me golpearon salvajemente, me salvó mi hijo que llegó”, contó María, la víctima del caso. Aseguró que le dijeron la iban “a degollar” y que “iba a caer otra vez”.
“Son gente de Rosario, que dicen que son de la mafia de Los Monos, eso se dice. Yo no los conozco, nunca tuve contacto con esa gente, son gente peligrosa y en el pueblo hay miedo”, aseguró.
Al igual que la familia de Carreras, la madre de “Chucky” dijo que el comentario es que “no trabajan” y “se mantienen con la venta de droga”.
“Yo necesito protección para mi casa, porque yo trabajo. Les pido que no tengan miedo, necesitamos la tranquilidad que teníamos antes”, relató.
Estaba cocinando cuando irrumpieron en su casa. “Me tiraron al suelo y me pegaron. Llegaron, sentí el vehículo y cuando salí me gritaban, me quise defender y no pude, me soltaron porque mi hijo salió y le cortó el brazo a uno de los delincuentes esos”, contó la mujer.
Quiénes son “los rosarinos”
En la causa por el brutal ataque a Alejandro Carreras hay dos imputados: Matías Gabriel García, changarín de 20 años; y Enzo Joel Cejas, misma ocupación, de 30. Los que lo atacaron serían, en total, cuatro; pero “los rosarinos” serían alrededor de 10 personas que llegaron a Santa Lucía hace unos años y, desde entonces, no paran de protagonizar episodios violentos.
“Del otro lado” de las vías, es decir la zona “no céntrica” de Santa Lucía, una mujer de apellido Caramún –prima del exdelegado del pueblo, aunque sin relación familiar con él y que llegó antes de que lo designara en el cargo– se instaló en el terreno de su padre, que, ya viejo, falleció al poco tiempo. Lo hizo con sus hijos y otra familia.
En alguna oportunidad, un efectivo policial de Rosario fue a Santa Lucía a buscarlos. Tenía una citación para que declararan como testigos en una causa que investigaba un homicidio cometido en una villa miseria de esa ciudad, donde “los rosarinos” residían. El asesinado era parte de la familia y su crimen está ligado a la decisión de instalarse en este pueblito bonaerense alejado de los centros urbanos.
A ese policía le dijeron que no irían a declarar, que ya sabían lo que “les pasa a los que declaran contra Los Monos”, la famosa banda narco rosarina. De inmediato, en Santa Lucía todos supieron que “los rosarinos” habían tenido conflictos con uno de los carteles de droga más famoso del país.
“Se vinieron a vivir ‘en paz’ porque tuvieron quilombos. Vinieron escapados. Eso lo dicen ellos mismos, que vinieron a vivir en paz porque le mataron a un pariente”, relataron vecinos de la zona a La Opinión.
En los últimos años, fueron blanco de varios allanamientos. Nunca les encontraron nada: ni armas ni drogas. Ni siquiera se los vinculó a robos, algo que sí sucede con “el otro bando”, el de los santalucenses.
En el pueblo dicen que el grupo de jóvenes locales se encontró con “unos que son más jodidos que ellos” y que “no andan con chiquitas: si te peleás con uno, tenés que pelear con todos, y te agarran con fierros, con palos, sin ningún problema”. En Santa Lucía hay quienes les temen y mucho. También hay quienes sólo los conocen de oídas y que también tienen miedo. Todo coinciden, están ellos solos pero cuando necesitan ayuda “vienen autos nuevos y camionetas con gente de Rosario”.