Soy una mamá a la que hace apenas unos días, la inseguridad golpeó directamente en la cara.
En ese momento de angustia y desesperación, sentí el apoyo y preocupación de muchos padres de amigos de mi hijo, que se acercaron inmediatamente. A algunos de ellos incluso, los conocí recién en ese momento.
AGRADEZCO profundamente toda su contención y sé que compartimos las mismas inquietudes, temores, desazón e impotencia. Estoy convencida que cada uno de ellos sintió que mi hijo podría haber sido el suyo. Por eso surgió espontáneamente este grupo de padres que salió a pedirles a las autoridades “RESPUESTAS URGENTES” contra la inseguridad. Es evidente que las INSTITUCIONES estaban AUSENTES, y las cosas no se estaban haciendo como deberían.
Admito que es muy difícil en un momento personal tan shockeante reprimir la bronca, pero desde el primer instante, tanto mi esposo como yo reconocimos que la falla está instalada en TODA LA COMUNIDAD, a través de sus distintos estamentos: GOBIERNO NACIONAL (con sus tres poderes), PROVINCIAL, MUNICIPAL, AUTORIDADES POLICIALES, SISTEMA EDUCATIVO y FAMILIA. Por eso nuestro planteo fue: “QUEREMOS QUE ESTO CAMBIE YA”, pero aparte “¿QUE PODEMOS HACER DESDE NUESTRO LUGAR?”
Yo se que nuestra labor como padres está en nuestra casa, en el día a día, y entiendo y respeto a todos los papás que piensan que no les corresponde de ninguna manera salir a la calle los fines de semana a cuidar a los chicos, porque hay gente que ocupa cargos y cobra un sueldo por ello. También comparto completamente que todo esto que se está haciendo ahora, se podría haber hecho antes y no hubiéramos llegado a esta situación. LAS COSAS NO SE ESTABAN HACIENDO BIEN!!!
Pero ahora… si vemos que ALGO cambió, que reclamos nuestros se tomaron en cuenta, NO NOS QUEDEMOS!!!
Somos los más involucrados… porque son NUESTROS HIJOS los que están en la calle. No puede haber nadie más interesado en su bienestar que nosotros mismos. Entonces acompañemos “esta movida”, y a la vez controlemos que no se interrumpa.
Por otro lado, se que esto sólo es un analgésico para la enfermedad de la inseguridad, y no la cura definitiva. Por eso también creo que como ciudadanos tenemos derechos (que muchas veces no se cumplen), pero también tenemos OBLIGACIONES MORALES.
COMPROMETAMONOS!!!! No podemos ser tan indiferentes, porque la realidad nos sacude todos los días. Tampoco podemos sentarnos a esperar que otros lo hagan porque para eso están. Creo que esto lo arreglamos entre todos o no tiene solución.
Si cada uno pone su granito (de muchas maneras se puede aportar, con un ratito de su tiempo para trabajar con aquellos sectores que se sienten marginados), tal vez en un tiempo no tan lejano, podremos sentirnos ORGULLOSOS COMO SOCIEDAD y ofrecerles a nuestros hijos y nietos otra realidad. UNA VIDA LIBRE Y SEGURA como la que disfrutamos nosotros en nuestra niñez. Y más ORGULLOSOS aún COMO PERSONAS, por haber visto más allá de “nuestro mundo”, y haber abandonado la costumbre “del no te metas”.
Rosana Silva.