Sistema de cloacas colapsado y los riesgos para la salud
A la saturación de la red cloacal, la semana pasada se sumó la aparición de líquido con barro en la red de agua potable para varios barrios. Sin medidas de prevención la población soporta la falta de prestación de un servicio que está regulado por una tasa que a todas luces es deficitaria.
Las quejas se multiplican y sólo son los medios de comunicación los que reproducen las quejas de los vecinos sin que las autoridades se inmuten en procura de una solución de fondo a una red cloacal que desde hace más de una década no forma parte de una planificación integral. Han pasado más de 32 años sin solución de funcionamiento de la que fue “la planta depuradora”, construida durante la gestión de Eduardo Luis Donatti y adaptada o reparada en muchas oportunidades sin lograr el tratamiento de líqudos y sólidos cloacales que llegan al riacho Baradero para contaminar las aguas sin piedad.
Aquella estructura construida para suministrar la contraprestación que se cobra en concepto de Servicios Sanitarios, estaba prevista para la demanda de 8.000 frentistas. Hoy sólo alcanzaría para dos barrios debido al crecimiento poblacional. Nunca funcionó.
Con múltiples anuncios de traslado o construcción, incluso con presupuestos provinciales aprobados, la obra nunca se ejecutó y de haberse concretado ya le sería imposible resistir la demanda de una red que se tendió sin planificación alguna y con el solo objetivo de ampliar una planta urbana que creció exponencialmente sobre todo con la construcción de complejos habitacionales que necesitan dejar de padecer las consecuencias de los desbordes constantes.
Lo que se paga por Servicios Sanitarios no alcanza más que para los sueldos del escaso personal que tiene el área en condiciones de brindar soluciones a los vecinos pese a que el municipio abona mensualmente a casi 1200 agentes cuyas tareas nunca puede precisar.
Desde hace más de 20 años, los contribuyentes “ahorran” mediante el ya poco conocido fondo afectado para OSBA, la repartición que por entonces conducía el Ingeniero Juan Carlos Plana en la Provincia de Buenos Aires. A poco de asumir Mario Barbieri su primer mandato como Intendente se desató un temporal que se llevó la vida de un niño que habitaba en una casa que se desmoronó en la zona de barrancas camino al Puerto. Fue la primera de una serie que tuvieron que ser desalojadas para trasladar a las familias hacia lugares seguros. Meses después comenzó la construcción del barrio conocido como “150 Viviendas” que hoy lleva el nombre de “San Miguel” en homenaje al menor fallecido en aquella tragedia.
Porque la urgencia era mucha y la necesidad de afincar a los evacuados sobre terreno firme era imprescindible, el Concejo Delieberante autorizó la derivación de 800.000 pesos, aún dólares del mencionado fondo para solventar las obras. Ese dinero debía volver a destino.
Esta es la historia que deberían conocer los ciudadanos que hoy atestan de llamados desesperados a los medios de comunicación para que se sepa que están tapados de “aguas servidas” y que tienen herramientas para exigir explicaciones a las sucesivas administraciones municipales.
Este medio publicó un mapa con los sectores más comprometidos. A poco de comenzar a marcar sobre su traza pudo establecer que casi no hay excepción de barrios. Desde los Aromos al San Miguel, pasando por los barrios Fonavi, 104 Viviendas o Villa Igoillo, no sólo hay caños y bocas que desbordan sino zanjas que exhiben un grado de contaminación que amenaza la salud de todos.
En zona endémica del hantavirus, con presencia de mosquitos que transmiten el dengue, con entrega ocasional de lavandina para evitar “el cólera”, es casi un insulto a la población en pleno siglo XXI mantenerla con salud dentro de un sumidero desbordante de materia fecal.
No serán los periodistas los que puedan brindar soluciones pero al menos funcionan como disparadores para que de tanto en tanto el Secretario de Obras Públicas, que pretende asumir en una banca tras las elecciones de Octubre, ordene tareas cuando la paciencia explota. “No tenemos presupuesto ni herramientas”, sostienen desde la Dirección de Obras Sanitarias, mientras aguardan que se produzca un milagro electoral.
Ahora: Barro en el agua
Para la sed nada mejor que un buen vaso de agua con barro. El viernes de la semana que pasó el alerta recorrió de manera indefinida varios sectores de la ciudad. Por las canillas fluía un líquido pestilente, peligroso y oscuro. Carlos Codern ofreció su respuesta: “una fisura en una bomba de agua” que por lo que se supo recorrió gran parte de la red. Si bien la rotura puede obedecer a un accidente aunque se sabe que es el desgaste y la falta de mantenimiento, no hubo por parte de la Dirección de Salud o la Secretaría de Desarrollo Social, reacción alguna para advertir a la población sobre los peligros que acarrea el consumo de agua contaminada. Cuando el problema estuvo solucionado tampoco hubo avisos que otorguen la certeza de un problema solucionado de manera definitiva. Por último sería importante saber si se tomaron muestras para analizar y conocer qué tipo de sustancias se filtró en la red.