Sin permiso, empezaron a rellenar el piletón del exbalneario municipal
El martes por la mañana un buque arenero llegó para refular el sector por donde se extenderá la peatonal de 11 de Septiembre, dentro del predio que ahora es parte del Paseo Público. La tarea había comenzado en noviembre y la habían suspendido por carecer de autorización. Nuevamente, faltan trámites para obtener el permiso.
El 17 de noviembre de 2017 La Opinión documentó en imágenes la instalación de cañerías y ductos especiales para comenzar las tareas sobre el piletón del exbalneario. Ese día, un grupo de trabajadores que se identificó como parte de una empresa arenera indicó que tardarían cerca de 30 días en rellenar todo el sector. Con indicaciones de refular arena, extraerla y depositarla en lo que desde hace más de un año se convirtió en un bañado, se aprestaban a cumplir con la segunda etapa del proyecto de peatonalización de la avenida 11 de Septiembre, cuyo presupuesto supera los 30 millones de pesos.
En ese momento no trascendieron detalles, pero rápidamente cesaron las actividades y quedaron las instalaciones que se habían preparado. No existían permisos ni trámites para obtenerlos; tampoco había certificado de estudio de impacto ambiental aprobado por las autoridades provinciales, trámite necesario para hacer cualquier tipo de intervención en esa zona.
Las autoridades municipales guardaron silencio y, una vez más, el escaso apego a las normas vigentes, que se suma siempre al apuro de la inauguración, frustraron la posibilidad de una continuación ordenada de la obra que ejecuta la empresa Tecnicoop, la misma que tuvo a su cargo el presupuesto de 700.000 pesos para arreglar los baños que ahora se usan como dependencia del obrador y depósito de herramientas y materiales, la misma que trabajó en la repavimentación de la costanera y que ahora tiene a su cargo todo lo concerniente a la peatonalización de las dos primeras cuadras de avenida 11 de Septiembre y el embellecimiento de toda esa zona como atractivo turístico.
Tres meses y un intento
La inauguración de la nueva peatonal con acceso al río, el retiro de toldos, la construcción de veredas y desagües, avanzaron para certificar los pagos de todas las etapas.
Esa segunda que anunció el por entonces Secretario de Planificación y Obras, Alfredo Camilleti, comprendía el “retiro del suelo vegetal y relleno del piletón; demolición de edificios existentes/liberación de traza; ejecución de terraplén, suelo de tosca; realización de sub base, suelo de tosca-cal; ejecución de badén de hormigón”.
Pasaron 90 días hasta que el martes 20, a las 8.30 de la mañana, se puso en marcha la embarcación “Comercio Segundo” con la asistencia de una pequeña retroexcavadora de Tecnicoop para comenzar a bombear las primeras toneladas del mineral.
La Opinión pudo registrar las primeras maniobras ante la sorpresa de quienes transitan el camino como continuidad de las caminatas por el Paseo Público. Luego constató que el lunes ya se habían depositado la carga de otros tres traslados.
A las 11 de la mañana no quedaban rastros del barco arenero y la información comenzó nuevamente a ser escasa. Empezaron las consultas y, al cabo de un relevamiento con los organismos provinciales, se supo que la embarcación tenía permiso para la extracción de arena pero el Municipio no contaba con la autorización de Vías Navegables y mucho menos se había gestionado ante el
OPDS el estudio de impacto ambiental, siempre obligatorio para cualquier situación que comprometa los recursos naturales.
Se desconoce quién dio el visto bueno para los trabajos que se emprendieron durante esas horas, pero sí se sabe quién dio la orden de suspensión de actividades pese a tratarse de una obra de interés público.
Es secreto de Estado. De un Estado que olvida cumplir con los requisitos que él mismo impone y que suele ser negligente con la administración de los recursos públicos al extremo de deteriorar lo mismo que reacondicionó la misma empresa que cobró sus certificados en tiempo y forma cuando fue adjudicada con la obra de remodelación y reequipamiento de los baños que mencionamos en esta misma nota.
Gobernar es escribir
El gobierno de Cecilio Salazar lleva dos años y dos meses al frente de la administración pública municipal. Mucho tiempo para las excusas de algunos de sus miembros respecto de que hay “cuestiones burocráticas” que todavía desconocen y cuyo cumplimiento estricto “demora” la concreción de obras.
Desde que el intendente modificó el gabinete, con más enroques que desplazamientos, el área de planificación de obras quedó complicada. La Secretaría de Obras Públicas, Planeamiento e Infraestructura que tenía a cargo Alfredo Camilletti quedó en manos de Ariel Álvarez, que pasó de director a secretario de Servicios Públicos y ahora le toca coordinar todas las áreas.
Al igual que Camilletti, pero un poco más, Álvarez delegó todo lo que tiene que ver con la confección de expedientes en un equipo que supo ser numeroso pero que el recorte presupuestario obligó a disminuir.
La falta de documentación al día para llevar adelante esta obra, empero, no es endilgable al productor agropecuario de Gobernador Castro. Su antecesor en el cargo anunció la obra integral de mejoras en ese sector a mediados de septiembre del año pasado, fecha en la que ya debería haber tenido en proceso las solicitudes de autorizaciones pertinentes para cada caso.
De todas maneras, Camilletti ya tenía experiencia en eso de comenzar las tareas y luego sentarse a escribir los pedidos de autorización a los organismos correspondientes.
El gobierno tiene una secretaría de legal y técnica, cuyo funcionario a cargo es el secretario de Coordinación del gabinete, Ramón Salazar, abogado e hijo del intendente, hombre de confianza absoluta
del jefe comunal.
Ello también hace que no deje de llamar la atención que tantas cuestiones relacionadas con el apego a la letra de la ley pasen de largo del análisis del Ejecutivo.
Gauchadas todo terreno
Varios miembros del gobierno local suelen confundir “favores” con obligaciones y por ello comprometen a funcionarios, organismos, comercios, empresas y colaboradores en situaciones difíciles de sortear si no se quiere quedar catalogado entre los que “no colaboran con la gestión”.
Cuando eran oposición demandaban datos, precisiones, maquetas, planos, estudios previos y hasta investigaciones sobre las empresas que pretendían prestar servicios. Ahora, del otro lado del mostrador, la modalidad ha cambiado porque la urgencia tapa siempre lo importante.
Tecnicoop quiere terminar la obra, pero no puede porque “están flojos de papeles y planos”. Quien tiene que supervisar es el mismo que necesita que se concluya: la Municipalidad.
Sobre los olvidos en planificación ejemplos abundan, con fotos y videos que certifican que quien resulte destinatario de un presupuesto de obra está obligado a disimular cualquier error de documentación con la promesa de subsanarlo luego de ejecutado el trabajo.
Así sucedió con pavimentos, desagües, tendido de red de agua potable, planes de urbanización, antenas en reservas naturales y hasta con una inversión millonaria en dólares como la de la termoeléctrica.
“Las obras están y eso es lo importante”, es la respuesta permanente de los responsables de controlar que se cumplan todos los pasos para no exponer a la comuna a futuras acciones legales, auditorías o concejales que pidan informes.