Si te vas (para los sesenta)
No te me vayas primero, quiero allanarte el camino, ya que me ha puesto el destino y soy de ti prisionero.
Si llegamos hasta aquí cuidándonos uno al otro. Si ya no somos “tu” y “yo”… Mucho hace somos “nosotros”.
Seguimos siendo dos cuerpos. Eso es físico, lo sé. Pero “las almas”, se ve, que en una se han convertido.
“Serán mujer y marido”, es lo que aquel Cura dijo. Hemos sido tan prolijos que en todo hemos cumplido.
Hoy, pasados tantos años, al recordar lo vivido, como se ve hemos tenido tantos años para amarnos.
Acompañarnos, mimarnos, ir envejeciendo juntos, sin que hubiera algún “asunto” que llegara a separarnos.
Sólo sesenta años. Son pocos, si otros habrá centenarios. Pero no habrá abecedario que explique lo de nosotros.
Si te fueras, de verdad, en irme estaría pensando. Poco a poco iría andando camino a la eternidad.
Tu alma estaría volando, flotando en el infinito. Sólo esperando que llegue la mía y seguir juntitos.
Es que del tiempo de infantes, jugando llegó el amor. Si empezó chiquito, entonces se ha agrandado con fervor.
Desde aquel remoto tiempo, desde aquel tiempo de niños, el amor se agrandó y siento hoy por ti mucho cariño.
Y fuimos pasando juntos más alegrías que tristezas. Cuando llegaron los hijos, hubo que agrandar la mesa.
Después cuando fueron grandes, cada uno hizo su nido. Y todo fue como antes, tú y yo, y nunca un olvido.
Los nietos fueron llegando cual pichones rosaditos. Entonces eran chiquitos y en un tris, se hicieron grandes.
Serán los últimos actos que nos propuso la vida, preparándonos de a poco de esta, a la próxima vida.
Porque por mucho que sea vivir una maravilla. Sabemos, sólo remando llegaremos a la orilla.
Y al llegar a la otra orilla que está cada vez más cerca. Estaremos a la puerta de ese otro mundo ignoto.
Espero que en ese otro mundo que la paz promete, en él sea todo igual, como cuando éramos purretes.
Que no nos llegue el olvido por mucho que nos apriete el amo. Y ser juguete como hoja en el viento eterno.
Dejo escrito en el cuaderno como guía para el viaje. Espero tener coraje y no temerle al averno.
Miguel Blas Cermelli, agosto 2014