Si no hay arreglo volverían los piquetes a las puertas de Sigismundi
Dos protestas importantes continúan en la primera plana con nuevos capítulos e insospechadas derivaciones. Los trabajadores de Papel Prensa viajan mañana al mediodía hacia Buenos Aires para realizar un escrache en las puertas de la administración central, esperando que el reclamo de un 40% de aumento obtenga mayor repercusión. En otro plano, después de la protesta en las puertas de la empresa de distribución de los productos Arcor, el Ministerio de Trabajo había citado a las partes a una reunión, pero ayer fracasó la primera audiencia. Los abogados de la empresa realizaron una presentación judicial en donde se niegan a sentarse a negociar con el gremio de los camioneros. Los sindicalistas esperan la intervención de las máximas autoridades del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires y no descartan volver a instalarse en las puertas de la distribuidora de Arcor. El Centro de Comercio repudió la metodología utilizada y destacó que hay varios distribuidores preocupados por la situación.
Los derechos propios y los ajenos. Donde terminan unos arrancan los otros y la zona en la que se mezclan es la que da lugar a diferentes interpretaciones con subjetividades que a veces resulta difícil sostener con la razón.
Las protestas laborales que desde hace tiempo no se veían en San Pedro, se instalaron en la calle con dos núcleos diferentes en cuanto a cantidad de trabajadores.
Y estos dos reclamos, el de los trabajadores de Papel Prensa y el de los choferes de la distribuidora de Arcor representados por el Sindicato de Choferes, son los visibles, pero representan a otros que están transcurriendo por vías menos rígidas pero con el mismo contenido.
En Argentina, desde el presidente para abajo, se ha instalado un discurso que demoniza a los empresarios sin diferenciar los “buenos” de los “malos” y todo el tiempo se proclama la recomposición de los sectores trabajadores, con poca repercusión en los medios de comunicación nacionales. Desde la tribuna se habla de esto, y aquel que está en un puesto de trabajo en el que no se cumplen el 100% de las exigencias se siente más que en otras épocas con derecho a hacer reclamos, aún cuando su promedio salarial se coloque por encima del de muchos otros que no trabajan o tienen una posición inferior.
“Hay que nivelar para arriba” dicen los gremialistas y tienen razón. Los empresarios por su parte enfrentan estos embates de diferentes formas y aunque hay quienes efectivamente son atacados por la onda expansiva de los reclamos nacionales, hay también quienes si no es a través de la presión que se ejerce en las protestas, no ceden a mejorar las condiciones de sus trabajadores.
Dependiendo del punto en el que se paren para analizar los últimos acontecimientos en San Pedro, pueden sacarse conclusiones diferentes sobre dos conflictos que han llegado a un nivel de firmeza pocas veces visto.
No se trata de empresas que hayan atravesado crisis recientes o que tengan antecedentes de protestas gremiales. Por el contrario, se trata de dos empresas en las que muchos querrían trabajar.
Nadie puede discutir que acceder a un puesto en Papel Prensa es casi como conseguir trabajo en el Estado Nacional por la seguridad y condiciones que la misma representa.
Salvando las distancias, una distribuidora de productos de primera marca como la que regentea la familia del ex Gerente de la Planta de Arcor en San Pedro, Abel Sigismundi, también se ve desde afuera como una interesante posición laboral.
Para entender la protesta y el reclamo hay que dejar de mirar para abajo, porque de lo contrario la odiosa comparación desnaturalizaría todo. Tampoco se puede procesar lo que sucedió, sucede y sucederá con un prisma sensible, pues cuando se trata de ingresos y del dinero que cada uno aspira a llevarse a su hogar a fin de mes, se cortan varias fibras que parecían más tensadas.
La actualización de los convenios y la dependencia que tienen los sindicatos de la actualización salarial es el combustible de las protestas y con más pasión que nunca, sacando a relucir una energía que en años anteriores parecía neutralizada, los dirigentes de cada sector hoy reconocen que lo que no se consigue por las buenas, se consigue por las malas. Algunos trabajadores respaldan inmediatamente el reclamo y otros tratan de separarse de la violencia de un piquete inesperado diciendo “nosotros no llamamos a nadie”. Sin embargo, si viene el aumento o el cambio de convenio, “se benefician todos”.
En esta discusión, las internas gremiales, como la que protagonizan Armando Cavallieri (Comercio) y Hugo Moyano (Camioneros) son los verdaderos motores de los escenarios que han comenzado a montarse en muchas ciudades del interior del país.
Tensión con el Sindicato de Choferes
Con algunos atisbos de violencia y sembrando en la ciudad un temor al que no estamos acostumbrados, representantes del Sindicato de Choferes de San Nicolás vinieron con un lote de cubiertas listas para quemar, a instalarse en las puertas de la distribuidora de Abel Sigismundi. Llegaron después de una negociación que el empresario cuenta de una manera y el gremio de otra. La negociación terminó en una frase proferida por uno de los referentes sindicales: “Ya tendrán noticias nuestras”. Esa fue la amenaza posterior a la falta de acuerdo para transferir a un grupo de empleados que realizan la entrega de productos en San Pedro y la zona, al convenio de “Choferes”.
La empresa pide que se expida la Justicia y sus abogados denunciaron la lentitud de los jueces y de los fiscales. Estos últimos por no intervenir ante el corte del acceso a la fábrica y el impedimento violento para realizar tareas.
El sindicato, con recortes de diarios y un álbum de protestas recientes no le da muchas vueltas al asunto. “Con el convenio de choferes los muchachos pasan a ganar más” y el gremio incorpora aportes que hoy van a parar a la caja de empleados de comercio.
La llamativa quietud del gremio “comercial” es consecuencia de una batalla ya perdida en otras ciudades más grandes y la violencia de la protesta provoca que otras empresas ante la mínima advertencia de tener frente a su entrada un pequeño piquete, firme el traspaso y listo.
“¿Es la fuerza de la ley o la ley de la fuerza?”se preguntan algunos y las respuestas son previsibles.
La protesta frente a la firma Sigismundi duró mucho más de lo que debería haberlo hecho en una sociedad con una justicia presente y está al borde de regresar. La fiscalía a cargo de la Dra. Padulo eligió el mal menor y por eso no ordenó la intervención policial. Leyendo los diarios de La Plata vieron como el panorama podía complicarse más. Allí los mismos sindicatos sostuvieron casi dos semanas una protesta similar y entraron en la conciliación obligatoria después de algunos hechos violentos que aquí, por suerte, no sucedieron.
Ayer, el Ministerio de Trabajo que dictó la conciliación al filo del fin de semana (y del partido de Argentina en el Mundial) intentó reunir a las partes para un primer acercamiento y fracasó.
El líder regional de los camioneros, Julio Cabaleiro llegó al Ministerio de Trabajo y se encontró con una presentación realizada por el abogado de la firma Sigismundi rechazando cualquier negociación con el Sindicato de Choferes. La imperativa nota firmada por el Dr. Aldazabal repasó jurisprudencia de otros casos similares y solicitó el cese de las medidas de fuerza y la presión que viene ejerciendo el sindicato para ingresar en una instancia de negociación en la que además “debe intervenir el Sindicato de Empleados de Comercio”. Tensando aún más la relación amenazaron con solicitar en la Justicia una revocatoria de la personería gremial del Sindicato, llevando el conflicto a un nivel delicado. Cabaleiro, enojado y con pocas ganas de hablar con aquellos que pudieren oponerle una opinión diferente, adelantó que en el día de hoy el resultado de esta primera audiencia será considerado por el Ministerio de Trabajo en La Plata y que esperan las decisiones del organismo. No descartó anticipar el regreso de la protesta “defendiendo el derecho de los trabajadores”, sin esperar a nuevas audiencias aunque en las próximas horas podría intentarse nuevamente un acercamiento que evite la profundización del conflicto.
Papeleros a Buenos Aires
El conflicto de Papel Prensa también tiene como protagonistas a asalariados que están por encima de muchos otros trabajadores que no se quejan.
Es más, algunos saben que el sueldo que ganan por hacer lo que hacen sólo podrían cobrarlo allí porque no han quedado muchas empresas en pie que estén en condiciones de sostener puestos totalmente en blanco y “con todas las de la ley”.
La semana pasada, con buen criterio, suspendieron los escraches que iban a instalar una polémica difícil en el reclamo. Iban a instalarse en las casas de los jefes de área para presionarlos. No lo hicieron y sí se reunieron el sábado pasado en las puertas de Papel Prensa para seguir haciendo ruido y pidiendo un 40% de aumento. En la semana, la empresa que sigue sosteniendo una postura de absoluto silencio ante los medios, envió una nota a la comisión interna rechazando el modo en el que se venía realizando la protesta. Extraoficialmente sostienen que los gremialistas no dicen toda la verdad y algunos deslizan que podría tratarse de una interna sindical, llegando a reconocer en voz baja que no se sentarían a dialogar con el Secretario General Alberto Chávez quien ha sido vocero de la protesta con durísimos planteos.
“Papel Prensa no aprueba la metodología de golpear puertas y después negociar” dicen, sosteniendo una posición similar a la de otras empresas. (Sigismundi dijo algo parecido).
Los gremialistas reconocen que el nivel salarial alcanzado es bueno y dicen también que “ya están acostumbrados a ganar bien y quieren seguir haciéndolo”, con absoluto derecho. El sueldo bruto promedio de un empleado de Papel Prensa ronda los $ 1.600 y hay operarios que llegan a sueldos brutos de $ 3.000. Los trabajadores también recibieron en la nota que les fue enviada “que con respecto a los aumentos de valores de convenio firmados al mes de Octubre, Papel Prensa está un 66% por encima del promedio general”.
El diálogo se cortó cuando llegó el pedido del 40% y no se esperó una respuesta o no se esperó lo suficiente. El sábado una caravana de trabajadores que, como se apuntó antes, habían tomado la decisión de reunirse en las puertas de la planta con una choriceada, recorrió el centro de la ciudad y las casas de algunos jefes. “Pasamos, hicimos ruido, tocamos bocina pero no salió nadie y nos fuimos rápido” comentó uno de los integrantes del grupo que alteró la tranquilidad y la expectativa previa al debut de Argentina, recorriendo una zona residencial de la ciudad.
Después de ese recorrido, llegó el análisis y ayer se confirmó la última jugada antes de derivar en alguna medida de fuerza de acción directa.
El jueves a las 13 partirán desde Papel Prensa en dos micros, unos 110 trabajadores que se presentarán con bombos y pancartas en las puertas de la administración central de la papelera. Han cursado invitaciones a medios nacionales y han tratado de llegar con la novedad a quienes podrían hacer rebotar la noticia en algún espacio al que la empresa considere más que los medios sampedrinos. Frente a las coquetas oficinas capitalinas de Bartolomé Mitre 739, los trabajadores sampedrinos intentarán amplificar el ruido del reclamo y así obtener una instancia de diálogo que termine con estas protestas. Por la postura general de la fábrica parece difícil, pero viajarán para intentarlo.
Inquietud local
Algunos empresarios distribuidores de sustancias alimenticias se anticiparon a un posible reclamo de este sindicato y le pidieron información al Centro de Comercio. La entidad que no había sostenido una posición pública sobre el tema respondió que no comparte la metodología de la protesta y que está abierta a prestar su colaboración en aquellos casos que sean necesarios. Sin embargo remarcó que ante las demandas laborales que cuenten con una argumentación sólida no se puede hacer otra cosa que darles curso, siempre en el marco de la ley. Con la misma firmeza rechazan la intervención en situaciones como las recientes en las que los intereses en juego interesan a dos grandes sindicatos.
Uno de los principales mayoristas de productos de almacén fue uno de los primeros en consultar y en la nota enviada desde el Centro de Comercio se responde textualmente: “la entidad repudia enérgicamente la metodología utilizada, rayana en el patoterismo pero también que en lo relativo a la cuestión de fondo se trata de una puja entre el Sindicato de Choferes y el Sindicato de Empleados de Comercio. Lamentamos profundamente que quienes están en el medio de esta disputa sean las empresas pero entendemos que se trata de una lucha de intereses en la que no debemos ni podemos intervenir”. Más adelante dicen que “para evitar que se repitan hechos como los acaecidos días atrás, deberían intervenir los organismos estatales competentes y no entidades intermedias ajenas a esta cuestión”.