Enojadísimo se mostró el Capitán de uno de los barcos reefers que cargaba la semana pasada en el puerto local cuando descubrió a un reducido grupo de operarios escupiendo al piso las semillas de las naranjas que habían degustado en la bodega de la nave, minutos antes. Aunque los trabajadores no entendieron su idioma, de inmediato abandonaron el lugar porque el responsable de la carga paró la labor, sin necesidad de traductores.
Parece que las normas de seguridad no han sido bien impartidas a los trabajadores que hasta se dieron el lujo de tirar las cáscaras dentro de la embarcación. Desde la Prefectura dijeron desconocer el hecho, pero cuando el río suena, “semillas” trae.
Ads