A seis años del homicidio de Aldo Daniel Pereyra
Como otros años los afiches con su foto empapelaron la ciudad acudiendo a la memoria de los sampedrinos y condenando a los responsables materiales e intelectuales. Daniel tenía sólo dieciseis años cuando un menor de doce le quitó la vida. Su abuela lucha por hacer justicia y su mamá murió pidiéndola.
“Luchemos para que haya justicia y para que nuestros hijos vivan en libertad”, así reza el panfleto que muestra una foto de Daniel con su diploma de la primaria. Un menor de 12 años lo asesinó y se volvió una víctima de la injusticia que aún no apresó a los responsables.
La causa se vistió de irregularidades y el pedido incesante de justicia por parte de sus familiares directos se escucha en cada aniversario, aunque su ausencia se llora cada día.
Pereyra murió apuñalado en el interior de Tierra Media; dos puntazos en el torax terminaron con el resto de su historia. Tierra Media era un local nocturno que funcionaba en 25 de Mayo al 600.
Gaby Mendoza fue el autor del terrible delito, esa noche comenzaría a escribir un frondoso prontuario, autor de númerosos delitos en San Pedro cometidos antes de los 18 años lo que ante las leyes lo convertía en inimputable. Pero el responsable no sería sólo un joven entrando en la adolescencia y en edad de cursar séptimo grado, adultos también habrían tenido participación en el asesinato. En el momento del hecho fuentes policiales aseguraban que la escena había sido adulterada intentando mostrar que el asesinato se habia producido fuera del local bailable. Gabriel Mendoza, cometió su primer delito con 18 años de edad el 4 de mayo del 2009, y fue condenado a la pena de tres años y seis meses de prisión de cumplimiento efectivo. El acusado fue aprehendido por personal policial en calle Bozzano, entre Los Andes y Las Provincias, portando sin autorización legal un revolver calibre 38, cargado con seis proyectiles intactos de punta chata.
La Justicia consideró los antecedentes de Mendoza para decidir la condena. Vale la pena recordar que dos años después de la muerte de Pereyra protagonizó junto a otra persona un hecho de características escalofriantes. Privó de la libertad al matrimonio Incisa, golpeando brutalmente a los propietarios de la casa, y llevándose elementos de valor. Días después se realizó una marcha multitudinaria pidiendo justicia.