Se vendieron más de 100 mil pesos en pirotecnia durante las fiestas
Los festejos de Navidad y Año Nuevo no parecen ser iguales sin los estruendos de los “cuetes”. Pero el consumo de artículos de pirotecnia implica un costo, en algunos casos, excesivo que están dispuestos a afrontar quienes “pueden” y quienes no. En San Pedro, las compras por persona tuvieron este fin de año un promedio mínimo de $ 20 y uno máximo de $ 200. Los comerciantes aseguran que la venta de productos “truchos” sigue siendo una competencia desleal, y recuerdan que sólo están autorizados a hacerlo los puestos ubicados fuera de los locales.
De nada sirven las numerosas recomendaciones acerca de la peligrosidad que acarrea la manipulación de pirotecnia. Como todos los años, miles de sampedrinos acudieron en estas fiestas a kioscos o puestos montados para tal fin en las veredas, ansiosos por adquirir fuegos artificiales, cañitas voladoras, bombas de estruendo y otros artefactos que posibilitan los ruidosos festejos.
La tendencia se mantiene: las ventas fueron mayores en vísperas del 31 y con respecto a la Navidad. Los preferidos de los chicos, como siempre, fueron los “chasqui bum”, las “estrellitas” y los “fosforitos”, que se consiguieron en los distintos puntos de venta por solo algunas moneditas. Su riesgo de manipulación es mínimo. Los adultos, en cambio, prefirieron algunos más “poderosos y con muchas luces”, tal como comentaron en los stand de las marcas reconocidas.
Pero lo más llamativo en cuanto a los resultados de la venta de pirotecnia, se centra en los costos y en lo “desprendido” que pueden ser los compradores ante este tipo de productos. Mucho, para disfrutar de apenas unos minutos de estruendoso placer.
Plata quemada
Consultados por La Opinión, varios comerciantes del rubro coincidieron en que en San Pedro las ventas de fin de año de estos artículos superaron los $ 100.000. El cálculo es sólo estimado, pero no es descabellado si se tiene en cuenta que, entre ambas fiestas, cada puesto callejero vendió entre 12 y 15 mil pesos. Esa cifra, multiplicada por la cantidad de stands que fueron abiertos este año, ofrece un monto impresionante. “Tenés que tener en cuenta no sólo los puestos, sino todos los negocios que venden pirotecnia adentro de los propios locales. Obvio que es menor, pero suman al total”, comentó un comerciante.
Los entendidos aseguran que el promedio de compra mínima por cliente rondó los $ 20. Es lo que aproximadamente cuesta un “mortero” (un tubo con proyectiles que hace un gran estruendo al explotar). Las compras máximas alcanzan los $200, y eso sin tener en cuenta los consumidores “mayoristas” como pueden ser los clubes o entidades que compran para realizar algún show especial de fuegos artificiales.
Las ventas no discriminan clases sociales. “Acá no vienen a comprar los del centro, ni los de plata. Cualquiera viene. Uno los conoce, sabe por ejemplo que cobran el plan pero igual se gastan unos cuantos pesos en sus cuetes”, explican los vendedores. Los más ruidosos son, en general, los más elegidos. Aunque también resulta ser una “estrella” de la pirotecnia el famoso globo aerostático que recorre el cielo encendido. Es también uno de los que más temor genera en los vecinos por la posibilidad de que ocasione un incendio. Por molesto pero también por peligroso, otro de los “cuetes preferidos” de los consumidores está hoy prohibido por el RENAR (Registro Nacional de Armas). Se trata del famoso rompeportones, pero como suele pasar con otros artículos en nuestro país, su prohibición no implica necesariamente que haya dejado de venderse.
“Truchos” y peligrosos
Todos los años varios kioscos instalan, en sus veredas, casillas destinadas exclusivamente a la venta de pirotecnia. Este año estos puestos se multiplicaron: a los que tradicionalmente se arman, se les sumaron muchos otros que incursionaron en el negocio por primera vez.
Los requisitos necesarios para su instalación son varios. Para obtener el permiso se debe presentar primero una carta al municipio, especificando el tipo de puesto y los días en que el mismo funcionará. Luego, debe abonarse por adelantado los días en que se abrirá el stand. El costo es de $25 por jornada y, generalmente, la apertura se realiza sólo en los días 23, 24, 30 y 31 de Diciembre, por lo que la suma total a abonar asciende a los $100. Además, entre los requisitos que se solicitan, se encuentra la obligación de contar con un matafuegos en condiciones. La autorización para la venta se extiende del 20 al 31 de Diciembre, pero no todos los comerciantes lo respetan. Tampoco está permitida la comercialización dentro de los locales aunque esta disposición no siempre es acatada.
Las marcas también determinan la legalidad. “Cienfuegos” es la líder y, en menor medida, se vende “Júpiter”. Ambas son garantía porque sus productos estén autorizados por el RENAR o la DGFM (Dirección General de Fabricaciones Militares).
A los peligros generados por la pirotecnia, deben sumarse los riesgos extras que conllevan el uso de productos ilegales que no contemplan las normas de seguridad vigentes en el mercado. Estos productos, en muchos casos, son los preferidos debido a su menor costo económico, pero las consecuencias pueden ser mucho más caras.
Las ventas “truchas” y el incumplimiento de las normas, genera un profundo malestar entre los comerciantes que sí cumplen las reglas y abonan derechos por cierto costosos. Pero se consuelan pensando en que no corren riesgos. Como explicó uno de ellos: “Lo más importante es que tengo la conciencia tranquila, porque al final, uno lo único que quiere es también disfrutar de las fiestas en una fecha tan especial”.
Peligros y temores
Afortunadamente, en nuestra ciudad, los accidentes sufridos a causa de la manipulación de pirotecnia no fueron muchos este año. Algunos estudios muestran que hay otros riesgos a los que las personas están expuestas cuando se utilizan estos productos. Varios especialistas argentinos, mediante una investigación, dejaron al descubierto que además de los riesgos por quemaduras, la pirotecnia es muy peligrosa para los oídos. El oído humano puede tolerar un máximo de 90 decibeles pero una bomba de estruendo, por ejemplo, puede alcanzar los 190, mientras que los “morteros”, llegan a los 145. En muchos casos, los artículos se colocan dentro de botellas o latas vacías lo que provoca un sonido aún más ensordecedor y peligroso al estallar. Los riesgos de lesiones auditivas en los humanos son menores que los que se pueden ocasionar en los oídos de las mascotas que son, sin dudas, quienes más sufren estas “explosiones festivas”. De hecho, la conmoción generada en los animales tras tanto ruido, hace de la época de las fiestas, aquella en la que más mascotas se pierden, tras huir asustadas de su casa.
Estallido de precios
Quienes gustan de festejar Navidad o Año Nuevo con pirotecnia, tienen la posibilidad de elegir entre una batería de alternativas en cuanto a precios porque los productos varían desde los 0,30 centavos y hasta los $770. En este último caso se trata de fuegos artificiales profesionales que los comerciantes sampedrinos no ofrecen porque consideran que no hay mercado posible en nuestra ciudad.
Los más económicos son sin dudas los conocidos como “fosforitos”, que cuestan alrededor de 0,20 centavos. Le siguen los “chasqui bum”, con un costo de entre 0,30 y 0,50 centavos, dependiendo de la marca, y luego las famosas “estrellitas” de $1. Las cañitas voladoras también se consiguen por poco más de $1 y hasta los $ 15. Los morteros tienen un valor mínimo de $20, dependiendo también de las marcas y las características. Un poco más caros son ya las “tortas” y los “minishow”. Los primeros se consiguen desde los $4 pero hasta los $188, mientras que los segundos van desde los $190 y hasta los $300. Y aunque resulte inadmisible, son muchos los fanáticos que “queman” varios en una sola noche.