Se rematan las últimas “joyas” de Supermás
En el transcurso de la próxima semana, dos de los salones que fueron parte de la historia de la cadena Supermás saldrán a remate con bases muy bajas y altas probabilidades de venderse a valores superiores. Hay un gran interés en los acreedores porque hasta que no se terminen de subastar estas propiedades, la Justicia no podrá aprobar el proyecto de distribución de acreencias entre los que se perjudicaron con la quiebra de la que se cumplen, por estos días, 10 años.
En Junio de 1996 la situación de la cadena Supermás o Supermarket como finalmente se denominaba la empresa (inscripta en Uruguay para facilitar los trámites) entró en la recta final de su historia.
La venta al 2 x 1 que provocaba sorpresa y gula en algunos compradores, anticipaba el final catastrófico de una de las empresas que mayor impacto tuvo a favor y en contra, en la economía local.
Fue una cadena de supermercados que llegó a la cúspide cuando todavía no habían desembarcado en ciudades pequeñas las marcas que hoy dominan el mercado. Con once sucursales, la empresa sampedrina de los Hermanos Fullone se jactaba de ser una de las fuentes laborales más importantes, pero toda esa carga positiva para empleados, proveedores y consumidores, se dio vuelta y con el cierre se convirtió en un salvavidas de plomo del que muchos no lograron liberarse.
Supermás, cerró para volver a abrir a los pocos días transfiriendo sus sucursales a la cadena San Cayetano. Los archivos de La Opinión están llenos de historias y declaraciones que le buscan sentido a ese fallido cambio de manos que llegó a ser presentado como una maniobra estratégica de la otra cadena también desaparecida, para derrumbar a la competencia.
De los locales que formaban parte de la cadena, algunos eran alquilados y fueron recuperados por sus dueños, llegando incluso a tener que sortear situaciones complicadas por proveedores y empleados que los reclamaban para cobrarse parte de lo que perdieron. Hubo otros que fueron rematados en la quiebra y algunos que por alguna figura que jamás llegó a quedar del todo claro, fueron vendidos por gente relacionada con la empresa tras haber logrado sacarlos de los activos verificados.
Los últimos dos
Un llamativo cartel rojo en la esquina de Sarmiento y San Martín anunció públicamente en los últimos días el embate final sobre los bienes de Supermás. El martillero porteño, Alberto Bieule será quien tendrá a su cargo la subasta el próximo 8 de Junio de ese salón y del que funcionó como sucursal Rojas.
El propio martillero confirmó a La Opinión que el remate está dentro de la quiebra y que es el mismo juzgado que entiende en la causa desde 1996 el que lo ordena. Se trata del Juzgado Comercial Nº6 que se tomó bastante tiempo para decidir la enajenación de los inmuebles.
El local de San Pedro, que hasta hace algunos años estuvo alquilado a empresarios familiares de los dueños de Supermás para un supermercado, está desocupado y por precaución luego de algunos episodios denunciados por los vecinos, sus puertas están soldadas. Producto de esto es posible que ni siquiera se exhiba para evitar que quede algunos días desguarnecido y sea objeto de una usurpación, según comentó el martillero.
Son 376 metros cubiertos y sale a remate con una base de 120 mil pesos. El valor por su ubicación y características está lejos de ser el de mercado y se especula con que pueda obtenerse una suma mayor. El local de Rojas, está flamante y son dos terrenos techados totalmente aptos para un nuevo emprendimiento comercial. “Son 1.550 metros cuadrados cubiertos y la base de es 300 mil pesos”.
El martillero indicó que por ambos hay mucho interés y se han recibido variadas consultas. Las subastas se realizarán en la Corporación de Rematadores y aunque siempre se especula sobre una posible venta arreglada antes del acto público, a los efectos de una causa tan prolongada, casi no importa.
Pesificación mediante, la quiebra de Supermás supera en monto los 40 millones de pesos y los acreedores con prioridades son tantos que no es demasiado sensato pensar que alguno de los ex trabajadores podría ver alguna moneda luego de estos remates.
Sí, al menos, tendrá el valor simbólico de terminar con una imagen que recuerda el pesar de tantos sampedrinos y recuperar una esquina estratégica para alguien que seguramente intentará hacer borrón y cuenta nueva.