Vecino de más de cincuenta años.
Llegó de su Italia natal allá en la década del 50, cuando la última gran guerra dejó a la vieja Europa destruida y, buscando oportunidades, salieron de aquellos viejos puertos hacia nuevos destinos.
Aquí llegaron entonces muchos paisanos italianos con ganas de imitar a los que en los albores del pasado siglo llegaron con lo puesto y con las manos llenas de necesidades y de ganas de hacer; y vaya si hicieron, llenaron de cereales los puertos y de hijos argentinos el país.
Como aquellos era Don Vicente. Desde que llegó, no dejó un día de trabajar. Allá, en los primeros años, con la cuchara, la plomada y el nivel, construyó casas para que habitaran otros y más tarde construyó la suya, acompañado por su hermano, que más tarde volvería a su Italia natal.
Pero Don Vicente se casó con una sampedrina, Doña Elba, y con esas raíces que se adentran en la tierra a la que uno se afinca, se quedó arraigado, y cuando nació su Luisita, su dicha quedó completa.
Más adelante dejó las herramientas de construir casas y se dedicó a traerles materiales a otros constructores.
Así nació su negocio de hierros que atendió por más de treinta años, ganándose amigos clientes, entre constructores y herreros, y así estuvimos compartiendo días, meses, años, como vecinos y como comerciantes.
Hoy se nos va, su gastado cuerpo dijo ¡basta!
Lo extrañaremos, faltará una abeja en la colmena.
Faltará un verdadero hombre de trabajo…
Adios Don Vicente Bronzetti (Agosto 1º de 2009)
Miguel Blas Cermelli.
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