Se necesita un muerto
Es probable que el inocente relato de un cronista más curioso y obstinado que periodista, acarree más de un viaje a los Tribunales de los muchos que realiza este medio cada vez que se inicia una investigación. El dispendio en la Justicia está a la orden del día. Los muertos en la Ruta 9 por la quema indiscriminada en las islas que se denuncian en La Opinión desde 2002, no tienen a un solo responsable detenido y por el contrario, los deudos ven a la Secretaria de Cuarto Ambiente, Romina Picolotti, seguir jugando a los bomberos con seres de carne y hueso.
En cambio, un video filmado por la Prefectura que supuestamente se encuadra dentro del “ESTRAGO”, a causa de quema de pastizales en el cantero central de la Autopista, ya tiene a ocho sampedrinos desfilando por el Juzgado Federal. En el primer caso, es la Secretaría de Cuarto Ambiente la que debería estar en el estrado de los acusados. En el segundo, ni más ni menos que el Ministro de Justicia que desde hace 80 días, utiliza a destajo a los prefecturianos en una relación de 20 a 1, con los supuestos piqueteros.
La Prefectura no puede hacer declaraciones a los medios, pero basta acercarse al cordón de los guardacostas o los albatros, para entender que bajo el uniforme se acumulan miles de preguntas cargadas de indignación. Algunas miradas indican con claridad que preferirían estar del lado de los productores y no asignados al triste papel que les otorga un gobierno que ha hecho de las fuerzas de seguridad una especie de jardín de infantes rentado, donde la máxima actuación que se les permite en cualquier manifestación, incluídas las de los barras bravas, debe limitarse a tomar la mano del delincuente para darle una palmadita indicándole “eso no se hace”.
Así las cosas, vamos sumando fojas a los expedientes y ridiculeces a la vida diaria. Puede ser que más de 200 o 400 o 600 no puedan con 30?.
Está claro que el Ministro de Justicia y Seguridad, critica con desparpajo y después de ver las fotos de los detenidos en los diaros, cargándole el fardo a la Prefectura, como si no hubiesen sido sus propias órdenes, las que se cumplieron y se cumplen gastando dinero de los argentinos para sostener a un ejército de ocupación donde solo existen chacareros que ahora la juegan de piqueteros y se dejan extorsionar por la bochornosa práctica de la mayor parte de los medios televisivos nacionales que amenazan a los dirigentes diciéndoles que “por menos de un corte de ruta no vienen” y arenga a la gente a subirse al asfalto cada vez que llega la hora del noticiero.
Ante cualquier planteo sobre esta reprochable conducta, los “chicos del micrófono fácil” sostienen con bravía: “los medios no hablan de los medios”. Esa premisa acuñada hace décadas por los verdaderos periodistas de investigación sin más patrimonio que sus conciencias y su vocación inquebrantable de pagar hasta con la muerte la defensa de la verdad.
“Si no venimos ustedes no existen”, contestó un diminuto periodista que goza más de las siestas que de las guardias. Es tristemente cierto y eso lo saben bien quienes desean hacerse escuchar ante el Gobierno. El tema es que las cámaras vienen pidiendo más y más. Ya no alcanza con el corte provocado en el horario indicado, quieren más gente para justificar el desplazamiento y evitar el reto de sus jefes empresarios. Apenas se conocieron las pocas fotos que el desafortunado Martín Pando, logró sacar en medio de empujones y piñas, volaron como moscas para llevarla a todas las primeras planas de los diarios del sábado e incluso, en algunos casos mostrándolas como propias pese a que este medio JAMAS cobra una sola foto a un colega gráfico, como en los tiempos en que los “periodistas no hacían prensa de periodistas”. Como flechas llegaban en aquella madrugada de vecinos detenidos, buscando mayor agitación y alentando sin tapujos a la gente que confiada subía una y otra vez a la cinta asfáltica arrastrada por la indignación de ver a sus chacareros como delincuentes. Cada vez que llegaba un medio, había que repetir la escena. Así sucedió durante todos los días y a la hora señalada, incluso el domingo cuando hubo que cambiar los horarios a pedido de un medio nacional que se mofó ante el mismísimo Presidente de la Sociedad que sucumbre arrodillado frente al mandamiento de la pantalla. La asamblea de las 14, tenía que empezar a las 10 de la mañana si querían que el móvil se quedara en San Pedro.
Son las reglas del juego. Lo sabemos muy bien quienes hacemos este trabajo desde hace décadas, pero nunca, nunca, imaginamos que con tanta obscenidad se proceda al manejo de la noticia. Qué pedirán ahora para venir o quedarse? Será necesario un muerto?
No alcanza con un país que se levante en banderas y no en armas, para descubrir que en cada rincón de cada provincia hay algo más que habitantes: HAY CIUDADANOS.
Al menos así ha quedado demostrado en estos 82 días de ceguera gubernamental e imágenes bien dosificadas según las buenas o malas relaciones que tengan las empresas de medios (no los periodistas) y el poder de turno.
Sólo un mocoso maleducado, puede arrancarle una lágrima a un viejo periodista cuando le pregunta “¿y vos donde trabajaste? Vos sabés cuánto hace que yo laburo en el canal?”, sepultando con su corrupta lógica la esencia de uno de los trabajos mas nobles que pueda ostentar cualquier ser humano que llegue a un medio de comunicación. Precisamente esa discusión y esa lágrima que se deslizaba de rabia, fue la que vio Martín Pando antes de relatar sus vivencias en una nota que lo llevará a los Tribunales con velocidad inusitada, pero… la verdad es la verdad y al menos desde esta pequeña gran escuela, la honra no se le entrega a los perros y las noticias ocurren cuando suceden y no cuando nosotros llegamos. A veces hay que sentarse a esperarlas.
Lo único cierto es que el conflicto real siempre se sepulta en la anécdota y nadie podrá quitar de la retina de nuestro precoz cronista, la boca de un chacarero mordiendo el pasto ni la mirada de un prefecturiano dispuesto a simular que no toma mate con otro argentino, a cambio de disfrazarse de represor ante los medios “porque el Ministro puede estar mirando”.
Es hora de bajarse de las rutas, aunque sea en el anonimato y acompañados por la convicción de defender una causa justa. Es hora de ponerse muy firmes para que la efímera y sabrosa fama que otorga ser el único periodista en el lugar propietario de las únicas imágenes disponibles para entregar a medios nacionales e internacionales, baje de tono para sumirse en el relato de la verdad que diferencia muy bien entre un éxito en el trabajo o la espantosa fama que se alimenta de la desgracia ajena aunque haya tolerado empujones y piñas en procura y resguardo de la información a lectores y oyentes de una ciudad a la que le cuesta mucho creer en alguien.
Sabemos que lo escrito hunde o favorece, sólo es la verdad o al menos nuestra verdad en la pluma de un redactor que apenas pisa los 25 y se resiste a simular el estilo “progre” que está de moda.