San Roque, ayer, hoy y siempre
Sonaron las campanas aquella tarde
por el aire dispersaban, melodiosas
un bagaje, de notas misteriosas,
con un mensaje, tal vez, escrito en clave
se detuvo, el peregrino de su viaje,
gastadas las suelas de sus botas
y en la humildad de su ropa se denota
la carga de amor de su equipaje.
Llegó al barrio, y llegó para quedarse
cuando el barrio, era solo un caserío,
tal vez, en aquel Agosto frío,
les trajo calor para abrigarse.
La historia nos hace hoy testigo,
cien años después, y qué alergia,
poder sentir como ese día,
la gran emoción de ser su amigo
san Roque, patrono de mi barrio
tu templo querido y venerado,
refugio donde un día llegué herido,
y en donde mis heridas he curado.
El viento, la lluvia, el sol que te ha besado,
de ti cuentan maravillas,
y la luna, cuando de noche brilla
coquetea con tu nuevo campanario.
Es un tiempo de la historia el que vivimos,
con vivencias, de otros tiempos que heredamos,
cuando el fin de nuestro tiempo haya llegado,
vendrán otros a aferrarse de tus manos.
Y el recuerdo de todas las familias
que vieron sus sueños coronados,
por el esfuerzo de haberte construido
con el cielo, habréis sido premiados
resplandece en el alma de tu gente,
la esperanza, la fe y la alegría,
al saber que la capilla que fue un día
hoy es un templo, Bendito y consagrado.
[align=right]José F. Correa[/align]