San Pedro pierde su Independencia
El mítico club de la calle Ayacucho corre riesgo de desaparecer. Una causa judicial por un episodio de violencia, ocurrido en uno de sus famosos bailes en el año 1998, dictaminó la responsabilidad civil de la institución y obliga a Independencia a pagar más de 700.000 pesos.
Recorrer la historia de una ciudad lleva indefectiblemente a pasar por una de las instituciones fundacionales de la sociedad moderna: el club. Allí se dan los primeros pasos en comunidad, se encuentran cosas que no están presentes en la casa y tampoco se complementan en la escuela. El griterío del encuentro entre amigos en el barrio, la tierra que levanta la pelota y la incansable maratón del piberío que la acecha tiernamente; las mesas del buffet a medio limpiar que acumulan porotos en sus esquinas como símbolos invalorables de la victoria y el sueño de crack del pibe que descubre, por primera vez en los ojos de su padre, lágrimas de emoción después de ese épico gol de carambola el último partido del torneo.
Imágenes imborrables de la vida del barrio. Olores y vivencias que quedan marcadas a fuego en el alma de aquellos que tuvieron la suerte de crecer enmarcados en este sinfín de sensaciones. En la seguridad impregnada en el aire por las relaciones de amistad uno, desde chico, va logrando su independencia. Es por eso que el nombre del club explica la importancia de su existencia y las altas probabilidades de su desaparición es una noticia que conmueve a la sociedad entera.
Una certera puñalada al corazón del barrio
Corría el año 1998 cuando los bailes del Club Independencia, cita obligada de reunión los domingos a la noche, eran indispensables para la sustentabilidad económica del club. La madrugada del 9 de julio de ese año un joven conocido y con antecedentes llamado Oscar Leonardo Fernández, “el Brea”, le propinó una herida de arma blanca a Néstor González, causándole severos daños que resultaron en la amputación de sus piernas.
El hecho, tan contrario al espíritu de este tipo de reuniones sociales, no podía quedar impune. Alguien tenía que hacerse responsable de lo sucedido. Así como se desarrolla la historia, todas las miradas apuntarían al maleante que había llevado a cabo el ataque. La denuncia civil contra la familia de Oscar Fernández –ya que el joven en ese momento era menor de edad no podía responder penalmente– no tardó en llegar e incluyó, aduciendo la responsabilidad que le correspondía como entidad organizadora del evento, al Club Independencia.
El desarrollo de los acontecimientos en la Justicia fue un largo proceso de aproximadamente 11 años que, como en todos los casos, está plagado de tecnicismos, idas y vueltas. El Dr. Mugica Bricchi pronunció un fallo en primera instancia en contra de los denunciados que fue desestimado por la Defensa porque olvidó incluir a la compañía de seguros, que fue citada en garantía por el club. Con el paso del tiempo la aseguradora quebró y se procedió a dictar una nueva sentencia que declaró culpables a ambas partes, los padres del joven y la institución. Tanto la familia Fernández como Independencia apelaron el fallo frente a la Cámara Civil de San Nicolás, que el día 2 de octubre de este año desestimó la apelación y ratificó el fallo. El club de la calle Ayacucho y la familia Fernández deben pagar una cifra cercana a los $700.000.
La política no fue indiferente
El ámbito del club es un incipiente aprendizaje del comportamiento democrático. Allí, las votaciones para los cargos de la comisión directiva son tan indispensables como instructivas. Muchas personalidades de la política dan sus primeros pasos como líderes en estas instituciones, con el único fin de hacer crecer ese espacio de todos. Ese fue el caso del Concejal Miguel Cermelli, que se formó políticamente en las oficinas del Club Independencia, y frente a esta desgarradora situación, junto al resto de sus compañeros de bloque, fue receptor de un proyecto en el Concejo Deliberante para que los Diputados provinciales traten una ley que garantice que las entidades de este tipo no corran riesgo de desaparecer como tales frente a situaciones como estas.
El proyecto fue presentado en conjunto por los tres bloques y contó con el apoyo de todos los ediles, que destacaron la importancia de la entidad en la sociedad y remarcaron que tanto en la Cámara de Diputados de la Provincia como en el Senado Nacional hay proyectos de ley de estas características desde el año 2004 que aún no han sido tratados.
Emociones encontradas
“El club tiende a desaparecer”, fueron las tristes palabras del Presidente de Independencia Fútbol Club Leonardo Marochi cuando se le preguntó sobre la situación financiera de la institución para hacer frente a la condena. “Estamos hasta las manos”, expresó crudamente, con la voz cargada de emoción y la cabeza llena de recuerdos. No pudo dejar de rememorar su vinculación con la entidad de la mano de la iniciación deportiva de sus hijos y la necesidad que sintió de colaborar activamente con el club para darle un mejor espacio de recreación a todo el barrio.
Según su opinión, la legislación no será de utilidad para sacar a Independencia de la difícil situación en la que se encuentra, pero servirá para sentar jurisprudencia y lograr que en otras situaciones similares el desenlace sea distinto. Su indignación era tal que sentenció con palabras que resuenan como ecos en la cabeza de muchos: “El club va a desaparecer y el autor del hecho está por la calle lo más campante”.
Por su parte, la Dra. Marisa López Bravo, ex socia del Club Independencia que se desafilió para asumir la defensa de Néstor González, se mostró más fría frente a la situación: “Esto tiene que servir para medidas de prevención. El club después de sufrir tremendo episodio siguió organizando bailantas”, manifestó.
Al momento de responder sobre las sensaciones que le dejaba el posible cierre de Independencia contestó que a ella le preocupaba ejercer una buena defensa y no “ver una bandera de remate”, más allá de que esta flamee en las puertas del lugar donde, de niña, encontró su espacio de recreación.
Una celebración con gusto a despedida
Faltan apenas dos días para la conmemoración de aquel 30 de octubre de 1932, cuando veintiún vecinos que conformaban un equipo de fútbol barrial se vieron obligados a fundar el club para poder competir en los torneos oficiales. Alfredo Torrens, Francisco Acosta, Luis Fernández, Carlos Reynoso, José Silva, Luis Natalicchio, Antonio Campos, Jerónimo Spagnuolo, Domingo Rodríguez, Marcelo Ullúa, Abel Mercadal, Juan Zapatella, Antonio Cardozo y Antonio Petroni, entre otros, dieron el puntapié inicial hace 77 años, en una reunión barrial un tanto improvisada.
La palabra de Marcelo Ullúa terminó por bautizar a la promisoria institución: “El club se tiene que llamar ‘Independencia Futbol Club’, porque no hay plata para hacer un sello y el señor Rómulo Cisneros tiene uno que nos podría otorgar y sobre su goma tiene grabado el nombre Independencia”. Sellado a fuego quedaba entonces esa palabra que signaría la vida de esta entidad. Era sin dudas una manera de independizarse, crecer en el entorno del club y sería justamente un maldito 9 de julio, día de la Independencia, el que acercaría el más desagradable de los finales.
Sin embargo, no está dicha la última palabra. Los socios pelearán hasta las últimas consecuencias para resistir a la pérdida de un espacio de profundo arraigo para la comunidad, un ámbito donde se cultivan valores como la amistad, el compañerismo, la camaradería, la justicia, la democracia, la verdad, la memoria, la vida, la salud y tantos otros más. Se luchará hasta la última batalla para preservar aquel entorno donde los principios se aprenden jugando un juego que todos quieren ganar. Ese refugio de las tristezas más profundas de nuestra niñez, adolescencia y adultez deba tal vez hacer lugar para albergar a la más intensa de todas: la posibilidad de que ese espacio no exista nunca más.