San Pedro fue una de las ciudades donde más horas duró el apagón nacional
El país asistió el domingo a un inédito corte de luz que afectó a todo el territorio argentino y a países limítrofes. En la ciudad, la electricidad volvió entre las 19.30 y las 20.00, según los sectores. Bomberos tuvo que entregar agua, porque las bombas son eléctricas y no había suministro. La mayoría de los comercios no abrió. Los restaurantes sufrieron cancelaciones de reservas para el Día del Padre. Velas, pilas y agua fueron los artículos más requeridos y sus precios se dispararon.
El inédito apagón masivo que afectó a todo el territorio argentino y a países limítrofes se extendió en San Pedro alrededor de 13 horas, a pesar de que desde las 14.00 muchas zonas del país recuperaron el servicio de electricidad.
En las localidades de Río Tala, Gobernador Castro y Santa Lucía, el proceso de recuperación del suministro de energía eléctrica comenzó a las 14.30. Para las 16.00, todos los habitantes de los pueblos del partido tenían luz, menos la cabecera del distrito.
A las 19.33, el centro ampliado –desde Juan B. Justo a Boluevard Paraná y desde 11 de Septiembre a Sarmiento– recuperó el servicio. El resto de la ciudad, paulatinamente, se fue iluminando para que pasadas las 20.00 la reconexión fuera total.
El colapso del Sistema Argentino de Interconexión (SADI) fue a las 7.06 de la mañana. El domingo del Día del Padre comenzaba sin luz y la sorpresa fue mayúscula cuando se confirmó que la situación afectaba a todo el país, se desconocía los orígenes de la falla y estimaban que el restablecimiento sería por zonas, con demoras.
Nadie tenía certezas de lo que podría ocurrir y el gobierno nacional demoró hasta pasadas las 15.00 en ofrecer una conferencia de prensa en la que el secretario de Energía de la Nación, Gustavo Lopetegui, dijo que no tenían información de lo sucedido. “Es un evento extraordinario que no debiera haber ocurrido de ninguna manera. No hay razones para que esto haya ocurrido y haya quedado todo el país sin energía”, indicó.
A su lado, Jorge Ruiz Sotto, de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico SA (Cammesa), cuyo informe preliminar señala que se “desengancharon dos líneas simultáneamente” y que el “debilitamiento anormal de la red de transmisión posiblemente desestabilizó las centrales de Yacyretá y Salto Grande y se perdieron sus aportes”.
El día que apagaron la luz
En San Pedro, cuando se corta la luz en toda la ciudad también se corta el agua, puesto que las bombas que abastecen la red son eléctricas. Así, a la falta de luz se sumó la imposibilidad de tener el fluido vital en las canillas y en las mochilas de los baños.
El día gris y lluvioso contribuyó, de alguna manera, a que el problema no se sintiera con tanto rigor como si, por ejemplo, hubiese sucedido en verano. Al mediodía, la ciudad estaba desierta. Pocos autos circulaban en la calle –el turismo fue muy poco, a pesar de que era fin de semana largo–, y los restaurantes esperaban que las reservas no se cayeran.
A lo largo de la costanera, algunos tenían luz gracias a grupos electrógenos. Un conocido restaurante que funciona en un club consiguió que un verdulero le prestara el generador y así pudo decirles a sus clientes que las reservas se podían mantener sin problemas. Sólo dos mesas cancelaron y, además, como al pasar se veía que tenían luz, hubo quienes se acercaron a almorzar por el Día del Padre.
En el centro se vieron varios comercios gastronómicos cerrados y otros que pudieron tener a su poca clientela cerca de las ventanas. Otro conocido comedor con mucha capacidad, en las afueras, pudo resolver su jornada gracias a que su salón es enteramente vidriado.
Una heladería del centro montó un grupo electrógeno en la vereda. Hubo supermercados chinos que no abrieron y otros que permitían el acceso de los clientes de a tandas, por cuestiones de seguridad. En las redes sociales de La Opinión & Sin Galera, la gente comentaba que la falta de electricidad no les impidió almorzar en familia, conversar, desempolvar juegos de mesa.
La tarde pasó sin mayores dificultades, aunque todos esperaban que la luz regresara, sobre todo porque las baterías de los celulares comenzaban a agotarse. Salir a dar una vuelta en el auto para cargar un ratito fue una opción de muchos.
Resulta que de noche está oscuro
Cuando pasadas las 18.00 comenzó a oscurecer, San Pedro seguía sin electricidad. En Coopser esperaban poder reconectar pero había dificultades con Transba. La ciudad cabecera estaba a oscuras. Mucha gente salió a la calle. El gobierno local mantuvo silencio –en Facebook sólo saludaron por el Día del Padre y difundieron los números de Defensa Civil ante la tormenta– y la situación comenzó a ser caótica.
Demasiados autos en el centro. Los pocos supermercados abiertos ya no tenían agua ni velas ni pilas. El Vea tenía luz gracias a su equipo generador de electricidad a combustible fósil y estaba lleno. Las cajeras no daban abasto, como en los días de las promociones del Banco Provincia pero con una diferencia sustancial: la facturación era mínima, porque los clientes buscaban un poco de agua, algunos alimentos secos y no mucho más.
Muchos comercios se quedaron sin velas, incluso aquellos a cuyos dueños se les fue la mano con la sobremarcación ante la emergencia. Los velones aromáticos eran la última opción, pero caros, muy caros. En las santerías había cola.
Sin que tampoco hubiera una comunicación oficial, Bomberos comenzó a entregar agua. Los vecinos se avisaban entre sí y llegaban al cuartel, donde les llenaban bidones y botellas, con la recomendación de que la hirvieran, por las dudas. Si se acababa el suministro del tanque, pensaban activar las bombas.
Eran más de las siete de la tarde y el temor se apoderaba de muchos. Había una sola estación de servicio despachando combustible a esa hora y tenía cola. El resto era tapera. Mientras los medios nacionales contaban que más del 90 por ciento del país ya tenía luz, los sampedrinos lamentaban estar en el 10 por ciento que no.
A las 19.33, el centro se iluminó. La zona céntrica ampliada, entre Juan B. Justo y Boulevard Paraná, desde 11 de Septiembre a Sarmiento. Paulatinamente, el suministro volvió al resto de la ciudad y pasadas las 20.00 la conexión era total.
La tarea del Hospital y Bromatología
A nivel municipal, los que tuvieron una ardua tarea fueron los de la Secretaría de Salud. El equipo que conduce Guillermo Sancho montó un importante operativo para recuperar vacunas, insulinas y medicación que requerían mantenimiento de la cadena de frío. “Se pudo sacar todo de todos los Centros de Salud y llevar a los hospitales, en los que tenemos generador”, explicó el funcionario. En los tres nosocomios del partido no hubo dificultades para atender la demanda.
En el de San Pedro, se les cortaron las correas del grupo electrógeno y estuvieron unos 20 minutos hasta que lograron resolver el problema. “Teníamos combustible suficiente para aguantar tranquilos”, aseguró Sancho.
El lunes La Opinión consultó al jefe del departamento municipal de Bromatología, Saverio Gutiérrez, quien señaló que, tras el apagón de 13 horas, “lo importante es ver cómo tuvieron sus alimentos en la casa, los pequeños lácteos”. En ese sentido, recomendó tirar los productos, porque puede que hayan sufrido la pérdida de frío, sobre todo si se abrieron las heladeras.
En cuanto a los productos que se exhiben a la venta en los comercios, indicó: “Se supone que los guardaron en cámara o entregaron los productos a las empresas lácteas, que reciben las devoluciones. No tendría que haber riesgo, y si el comerciante es inescrupuloso, lo vamos a saber en pocos días, porque algo va a pasar”.
“Esto es una situación extraordinaria, las empresas distribuidoras tienen que retirar los alimentos de la venta. Además, los supermercados tienen asesores técnicos, por ordenanza, que son los que podrán controlar. Es imposible que el Estado controle todos los comercios en ese lapso”, consideró.
“Fue una situación muy extraña, nunca se vio ni creo que vuelva a ocurrir, pero no hay protocolos y quizás haya que crearlos”, analizó Gutiérrez, que explicó que la mayoría de los comercios tienen cámaras de frío y que muchos decidieron no atender al público para no abrirlas.